jueves, 30 de julio de 2009

Décimo capítulo


Capitulo 10
DIEZ MINUTOS DECISIVOS


Stephanie y Tom, después de calmar a Catherine diciendo que harían todo lo posible por encontrar a su hermana Amy, continuaron caminando por los pasillos pasando cerca de algunas ratas curiosas que se acercaban a sus pies para investigar. No se veía absolutamente nada y no sabían si estaban yendo por el camino correcto, ya que en aquella penumbra todo parecía igual. Después de unos cuántos minutos, Tom se paró en seco.
- ¡Escuchad! ¿Oísteis eso? –preguntó agudizando su oído para volver a oír aquel lejano ruido.
- Yo no he oído nada – Catherine estaba tan preocupada por su hermana que no prestaba atención a todo lo demás.
- ¡Otra vez! ¡Silencio!
Entonces Stephanie y Catherine lo oyeron, se trataba de unos golpes reiterados y regulares contra el suelo o la pared, pero se hallaban muy lejos de ellos y el ruido era apenas audible. En el más absoluto silencio para escuchar mejor, siguieron el camino del cuál provenía el ruido y después de torcer muchas esquinas, llegaron a un túnel en el cuál se oía perfectamente bien. Stephanie tenía miedo de continuar por lo que pudiera pasar, pero Catherine se adelantó para comprobar si era Amy. Tom y Stephanie la siguieron y cuando doblaron la esquina, se encontraron con Anna que estaba dando golpes en el suelo con una gran piedra y Troy entre sus brazos tirado en el suelo con un gran charco de sangre bajo sus pies.
- ¡Gracias adiós que habéis venido! –Anna ya no tenía fuerzas y cuando creía que ya nadie oiría su señal vio a Stephanie, Tom y Catherine.
- ¡Dios mío Troy! ¿Qué te ha pasado?
- ¿Estás bien tío? –Tom a pesar de su rivalidad con Troy se acercó a ayudarlo y con ayuda de los demás consiguió levantarlo del suelo, pero debido a sus grandes cortes en los pies no podía andar, así que metieron sus brazos bajo sus hombros para poder llevarlo a cuestas y evitar que tocara aquel suelo de piedra. Anna también se levantó ayudada por Catherine y corriendo fue junto a Troy para saber que todo estaba controlado, entonces preguntó:
- ¿Y los demás?
- En alguno de estos túneles…


Regina estaba sentada en el suelo contra una pared y con una de sus manos en su ojo derecho. Grandes lágrimas rodaban por su cara y desde el incidente del láser no había dicho ni una palabra a pesar de la insistencia de Stella por seguir adelante. Era como si estuviese en estado de shock y para Stella era terriblemente abrumador ver así a Regina, la joven con más actitud y fuerza del mundo. Tendría que ser aterrador para ella perder la visión en un ojo.
- Regina, debemos seguir…
No obtuvo ninguna palabra por respuesta, ni siquiera logró que se moviera. Se acercó a ella y se agachó para quedar a su misma altura y para sorpresa de Regina, fue amable con ella.
- Sé que es duro, mi madre pasó por lo mismo. Se quedó ciega en un accidente de coche antes de yo nacer y me duele pensar que nunca pudo verme crecer, aunque sé que lo sentía. A pesar de su ceguera, ella podía llevar una vida normal y siempre que íbamos a cenar a algún restaurante miraba hacia el frente y me decía que estaba muy guapa –Stella no pudo evitar que las lágrimas asomaran por sus ojos recordando a su madre-. Al principio me sentí impotente al no poder ayudarla y me ponía a llorar cuando veía a compañeros míos del colegio ver películas junto a sus madres, yo nunca pude…Pero después fui comprendiendo que, a pesar de ser ciega, mi madre seguía teniendo la misma ilusión por la vida que cuando nació, y eso me daba fuerzas a mí. Tú no has perdido completamente la visión y por eso, si mi madre, que sí lo era totalmente, tenía ganas de vivir, tú también debes seguir adelante. Ahora debemos ayudar a los demás, no podemos dejar que alguien más muera…
- Tienes razón Stella y nunca pensé que te diría esto, pero gracias –Regina había escuchado la historia de Stella y se sintió realmente apenada, no tenía ni idea de todo aquello, pero la ayudó para recobrar su energía habitual y levantarse de aquel húmedo suelo-. No pienso dejar que el cabrón que nos trajo aquí se salga con la suya…
Respirando aliviada, Stella, seguida de Regina caminaron por los túneles mientras Regina le contaba todo lo sucedido hasta el incidente del láser. Esto las llevó unos cuantos minutos pero y cuando acabaron se dieron cuenta de que en frente de ellas había una puerta, y justo a su lado, una muñeca pintada con pintura roja.
- Debe ser Amy, rápido Regina, vamos a sacarla de ahí…

Brian miró más atentamente todos los recuadros del monitor donde se reflejaba la angustia y el terror que estaban sufriendo sus amigos, pero debía concentrarse en buscar cualquier indicio que indicara la situación de aquel laberinto de túneles. Miró su reloj y descubrió que únicamente le quedaban siete minutos y aún no había encontrado nada. Se levantó decidido a investigar toda la mansión aunque sabía que no le daría tiempo, pero no podía hacer otra cosa, y cuando fue a abrir la puerta, descubrió que estaba cerrada. ¿Cómo encontraría aquel sitio si no podía salir?
Se estaba poniendo muy nervioso, solo quedaban cinco minutos, había desperdiciado la mitad del tiempo y no había encontrado nada. Por un segundo, a la cabeza se le vino la idea de dejar pasar el tiempo y que todos menos él murieran, así sería el ganador y saldría victorioso de allí, pero esta idea se esfumó rápidamente, no podía abandonar a sus amigos de la infancia. Trató de tirar la puerta abajo aunque sin ningún resultado y con gotas de sudor en su frente, se dejó caer al suelo. Quedaban tres minutos…


- ¿Muñecas? ¿Qué significa todo esto?
Stella tenía ante sí una gran colección de muñecas iguales que únicamente se diferenciaban por el color de los vestidos. No comprendía que significado podía tener todo aquello así que espero a que a Regina se le ocurriera algo, y así fue.
- Creo que la llave está en el interior de alguna de ellas…
- ¿Y cómo sabremos en cuál?
- Cuestión de probar, fíjate en sus caras, las bocas son huecas y tienen el espacio suficiente para meter una mano y encontrar así la llave.
- En ese caso iré yo, tú ya has sufrido bastante.
Stella se acercó hasta todas aquellas muñecas que estaban colgadas de la pared y vio la expresión tan extraña que tenían sus caras, daban mucho miedo. Aún así, eligió primero una muñeca morada para ver si su color favorito la daba suerte y metió despacio la mano. Entonces tocó un líquido y lanzó un terrible grito, su mano se estaba quemando, aquel líquido era ácido. Notaba como su piel se iba desintegrando y como se quemaban sus músculos e incluso sus huesos. Después de comprobar que no había ni rastro de la llave, sacó el brazo y se tiró al suelo agarrándoselo con el izquierdo. Regina se acercó para ayudarla y vio como apenas quedaba piel en su brazo derecho y se llegaba a ver un trozo de hueso blanco que sobresalía de él. Era horrible ver todo aquello y pensar que aún quedaba una veintena de muñecas más por probar.
- Es mi turno –dijo Regina muy decidida plantándole cara a una nueva muñeca.
- No Regina, es mi deber…
Stella se levantó con una mirada desafiante y aún agarrándose el brazo, se acercó a una nueva muñeca diabólica de color azul oscuro. Cerrando los ojos introdujo otra vez el brazo y volvió a sentir el calor desgarrando sus músculos y su piel. Este grito fue aún más horrible que el anterior y el aire lo transportó por todos los pasillos. Nuevamente sacó el brazo y se tiró al suelo.


Brian, cuando solo quedaban dos minutos, oyó aquel terrible alarido y sonó como si estuviera en alguna parte muy profunda de aquella habitación. Se levantó con cuidado y fue a tantear todas las paredes. La luz de la luna se reflejaba en cada rincón de la sala, pero no lo bastante como para alumbrar lo suficiente la estancia. Únicamente quedaba un minuto y fue entonces cuando encontró una piedra que no se correspondía con las demás que formaban los muros y lo pulsó. Entonces de la pared que quedaba a sus espaldas apareció un túnel con unas escaleras que bajaban a un nivel inferior. Fue hacia él y bajó corriendo las escaleras y, a pesar de la oscuridad de aquel pasillo secreto, llegó a una puerta de madera sin caer por el camino.


- Creo que sé que muñeca contiene la llave –Regina llegó a esa conclusión después de haber estado pensando unos cuantos minutos.
Stella ya se había calmado un poco y se había sentado en el suelo. Entonces vio como Regina se acercaba a aquellas muñecas aterradoras y se situaba frente a la que iba vestido de negro.
- Quizá me equivoque, pero debido a que el negro es el color favorito de Amy, y ella es la que está encerrada aquí, creo que la llave está en el interior de esta “bonita” muñeca –Regina, dicho esto, introdujo la mano por la boca de la muñeca que parecía mirarla a los ojos y con temor a acabar como Stella, bajó el brazo despacio. Esta vez no tocó algo caliente, sino todo lo contrario, la llave estaba ahí. Con un grito de alegría y sin perder ni un solo segundo, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta. Amy se puso en pie y mientras su vista se adaptaba a toda aquella oscuridad, se acercó a las dos siluetas situadas en la puerta. Entonces vio de quién se trataba.
- ¡Oh, muchas gracias!
Se disponía a abrazar a Regina y Stella cuando las luces fantasmales de aquellos focos se apagaron y todos aquellos túneles quedaron en silencio.


- ¿Qué ha pasado? –pudo decir Troy que ya había perdido mucha sangre y comenzaba a temblar.
- Creo que ya hay un perdedor –respondió Stephanie a la que su brazo hinchado no dejaba de dolerle.
- ¡No! ¡Amy no por favor! –Gritó histérica Catherine que pensaba que el hecho de que su hermana estuviera allí era por su culpa. Tom fue rápidamente a tranquilizarla.
- Catherine escucha. ¡Catherine! ¡Mírame! No va a pasar nada ¿vale? Amy estará bien, seguro que Regina ha conseguido sacarla de la celda, lo que tenemos que hacer ahora es mantener la calma y buscar la manera de salir de aquí.
Esto último no hizo falta ya que una pequeña luz que provenía del final del pasillo les deslumbró a pesar de que la luz que entraba no era mucha, pero sí suficiente para cegarles durante unos segundos después de haber estado sumidos en aquella penumbra.
- ¡Chicos! ¡Soy yo! ¡Brian! He encontrado la salida de estos túneles.
Después de esto fueron corriendo al sitio donde Brian les estaba esperando y antes de llegar se toparon con Regina, Stella y Amy que habían logrado oír a Brian.
- ¡Amy, gracias a dios! ¿Estás bien?
- Sí Catherine, estoy bien, pero vamos rápido, salgamos de aquí.
Finalmente, como pudieron, lograron llevar a Troy sobre sus hombros y pudieron salir de allí. La puerta se cerró a sus espaldas y supieron en ese momento que Evelyn se había quedado allí dentro y nunca saldría…

domingo, 26 de julio de 2009

Noveno capítulo


Capitulo 9
LAS VIDAS DE LOS DEMÁS ESTÁN EN JUEGO


- ¿De qué va todo esto? –Stephanie no se atrevía a salir después de ver los oscuros y tenebrosos pasillos y permanentemente hablaba con Brian porque su voz la tranquilizaba o quizá lo hacía el simple hecho de hablar con alguien-. ¿Dónde estoy? ¿Dónde están los demás?
Brian veía todos los movimientos de Stephanie a través de la pantalla del televisor.
- Escúchame Stephanie, estás dentro de un nuevo juego en el cuál alguien va a morir, lo único que sé seguro es que no serás tú. Me han hecho elegir a uno de vosotros para llevar a cabo el juego y te elegí a ti. En cuanto a dónde estás, no lo sé, lo único que sé es que estás en alguna parte de esta casa, pero desconozco exactamente dónde.
- He leído que tú tienes instrucciones que darme –Stephanie notaba como su voz se entrecortaba debido al miedo y como la temblaba, lo único que realmente la reconfortaba era saber que su vida estaba segura de momento.
- Sí, recibí un mensaje en el cuál explicaba el objetivo del juego, y si llego a saber antes de qué iba todo esto quizá no te hubiese elegido a ti, pues tienes una gran responsabilidad sobre tus hombros, que los demás salgan con vida depende de ti. Lo que tienes que hacer es encontrar los lugares en los cuales están encerrados los demás y sacarlos, para ello deberás encontrar primero las llaves. Aquel al que no encuentres al final de la partida…-a Brian le costó enormemente decir lo siguiente y más al ver las caras que estaba poniendo Stephanie de sufrimiento y desesperación-, morirá. A partir de ahora todo esta en tus manos, yo desde aquí veré todos tus movimientos, pero no podré volver a comunicarme contigo. Debes ser valiente y hacer todo lo posible por salvar a los demás, desde aquí te mando toda mi energía.
En ese justo momento, la comunicación se cortó y Stephanie volvió a quedarse sola sumida en aquel horrible y siniestro silencio. Todo lo que Brian le había contado no se lo podía creer, y solo de pensar que de alguna forma ella tendría la culpa de que uno de sus amigos muriera deseaba hacerlo ella. Cerró un momento los ojos y trató de apartar el miedo de su mente y armarse de valor para emprender el camino, una vez que los abrió, salió de la celda y entró en los pasillos.


Ante ella se extendían tres pasillos iluminados tenuemente a través de unas cuántas luces de neón de color azul que estaban pegadas a las paredes y que de vez en cuando se apagaban para volverse a encender a los pocos segundos, los suelos estaban llenos de charcos en los que sonaban las gotas que caían de las goteras del techo y en alguna ocasión se oían los ruidos producidos por ratas y ratones que vagaban por el suelo alrededor de Stephanie. Ella trató de no pensar en ellos y decidió entrar por el pasillo del centro. Todo aquello parecía una casa del terror y el ambiente era totalmente hostil y húmedo, típico de las películas de miedo. No sabía que se encontraría por aquel pasillo, pero prefería no saberlo. Trató de no pegarse mucho a las paredes y seguir por el centro del pasillo hasta el final para evitar así el contacto con aquellos pequeños roedores. Entonces se acordó de su horrible colgante y lo agarró con sus manos al mismo tiempo que se acordaba de Tom y esperaba no encontrarlo el último…
En una de las paredes de aquel túnel, vio un corazón, el mismo que Troy encontró en su collar y en su taquilla. Siguió caminando y encontró una puerta de hierro como la que había en la celda en la que había estado anteriormente. Había encontrado a alguien aunque no sabía a quién, pero desconocía cómo abrir aquella puerta.
- ¡Hola, soy Stephanie! ¿Quién hay ahí dentro? –preguntó con la cara pegada a la puerta y en voz alta para que quienquiera que allí estuviese la oyera.
- Vaya, vaya. Parece que la monjita ha aprendido a hablar alto.
Stephanie ya sabía quién había allí, era Troy. No pudo evitar sentir una gran desilusión al comprobar que no era Tom pero aún así haría lo posible por sacar a Troy de allí. Al lado de la puerta encontró en la pared un hueco en cuyo interior, al fondo, había colgada una pequeña llave. Se agachó y alargó el brazo para llegar hasta ella, aunque la costó un poco, finalmente logró agarrarla y al tirar de ella para sacarla, accionó un mecanismo que hizo que por todo el hueco donde ella había metido el brazo, salieran llamas que comenzaron a quemar su piel. Sentía como el fuego quemaba todos sus músculos y no pudo evitar un gran grito de dolor. Sacó el brazo lo más rápido posible y observó que tenía quemaduras y su piel estaba resquebrajada en diversos puntos debido al calor. Había sido horrible y no quería ni imaginarse lo que tendría que hacer para lograr las demás llaves. Introdujo la que tenía en la celda y Troy salió de ella verdaderamente agradecido y preocupado, a pesar de todo, por Stephanie.
- ¿Estás bien? Muchas gracias por haberme sacado de ahí dentro -Troy comenzó a arrepentirse por el trato que había tenido con ella unas horas atrás-. Siento todo lo que te he dicho hasta ahora y me gustaría hacer algo para que me perdones…
- Tranquilo, no pasa nada –Stephanie estaba agarrando su brazo magullado y se lo miraba mientras de sus ojos caían lágrimas de dolor-. Tenía que hacerlo.
Ambos reemprendieron el camino por aquellos pasillos sin hablarse entre ellos aunque alguna vez se lanzaban una mirada que reflejaba tremendo terror. Giraron a la derecha y llegaron a un callejón sin salida lleno de ratas, entonces deshicieron el camino y giraron por el camino de la izquierda. Fue entonces cuando vieron otro dibujo en la pared, esta vez era una abeja, y oyeron unos golpes cerca de ellos. Siguieron caminando y descubrieron que el ruido provenía de una nueva celda en la cual Regina estaba dando patadas a la puerta desesperadamente.
- Parece ser que los dibujos en las paredes señalan quién está encerrado en cada celda…
- Más que eso –puntualizó Troy mirando hacia la pared-, también marcan el lugar en el que están las llaves.
Stephanie siguió la mirada de Troy y encontró el mismo hueco en el muro que había en la celda de Troy, pero esta vez, en el interior había un panel de abejas en cuyo centro estaba la llave…
- ¡¿Qué hacéis ahí fuera?! Sacadme de aquí –gritó Regina que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Troy sentía que le debía su vida a Stephanie y por lo tanto se decidió a ser él el que metiera la mano para sacar la llave, además Stephanie ya tenía suficiente con su mano quemada y sus dolores. Intentó hacerlo lo más sigilosamente posible evitando tocar el panel de abejas hasta que fuera inevitable. Cuando su mano estuvo a la altura del panel, con los ojos cerrados, le asestó un buen puñetazo y todas las abejas comenzaron a revolotear. Troy notaba miles de picaduras por toda su mano mientras tanteaba la superficie buscando la maldita llave. Cuando por fin la tuvo en su mano, la agarró con firmeza y sacó la más rápidamente posible la mano de aquel maldito enjambre. Notó un gran escozor en ella y sintió el veneno de las abejas correr por su sangre, pero a pesar del dolor, se sobrepuso y metió la llave en la hendidura. Regina estaba a salvo…


Después de haber contado a Regina la situación en la que se encontraban y todo lo que había pasado, habían decidido dividirse para buscar a los demás mucho más rápido. Regina, después de salir de su celda, no pudo evitar un grito ahogado al ver el brazo de sus dos compañeros y creía que era horrible lo que les estaban obligando a hacer. En esos momentos deseaba haber estado en el internado, al fin y al cabo, allí habría estado a salvo. Estaba pensando en todo ello cuando en una pared vio, a pesar de la oscuridad de aquellos túneles de los que creía que nunca saldría debido a los múltiples caminos sin salida, un dibujo pintado con pintura roja, era un ojo. Siguió caminando ahora más atenta que antes hasta que descubrió, como se imaginaba, el lugar donde estaba encerrada Stella. En cambio, no encontró ningún hueco en la pared donde estuviera la llave ni ninguna señal de que ésta estuviese por algún lado. Después de investigar un poco más a fondo el lugar, se dio cuenta de que la puerta no tenía cerradura, sino un pequeño panel negro en su lugar. En ese momento supo lo que era, se trataba de un identificador de retinas y para que la puerta se abriera debía colocar enfrente de aquel panel uno de sus ojos. Mientras se agachaba para hacerlo, pensó que había tenido suerte al no tener que sufrir dolor para conseguir abrir la puerta, pero se equivocaba. Al apoyar el ojo derecho sobre la placa, un láser empezó a quemar todo su ojo a la vez que lo identificaba. Regina soltó un grito escalofriante que se oyó en todos aquellos túneles y pensó en apartar la cara de aquella cosa, pero debía liberar a Stella a pesar de su mala relación. El láser seguía de un lado al otro del ojo quemando toda la retina y de él comenzó a salir humo y despedir calor. Después todo pasó y la puerta se abrió a la vez que Stella salía al exterior y fue corriendo a averiguar que le había sucedido a Regina que estaba tirada en el suelo de dolor con la mano tapándose el ojo derecho. Se había quedado sin visión en dicho ojo…


A Stephanie ya se le había pasado un poco el dolor de las quemaduras y de vez en cuando se mojaba el brazo con los charcos que había en aquellos túneles para aliviarse el escozor a pesar de que aquella agua daba verdadera repugnancia. Después de haber pasado por caminos sin salida y de recorrer los mismos túneles en círculos, se metió por el único que le quedaba y tras dar unos cuántos pasos supo que iba por el camino correcto. En la pared de la izquierda, vislumbró un dibujo que la hizo volver a sentirse bien y le subió mucho el ánimo, era una jeringuilla, el dibujo de Tom, por fin le había encontrado. Sin poder evitarlo, cuando llegó frente a la puerta de la celda, gritó el nombre de Tom.
- ¿Stephanie? ¿Qué haces aquí? ¿Qué está pasando?
- Tú tranquilo, ahora te lo explicaré, pero antes voy a sacarte de aquí.
Buscó el mismo hueco que en las ocasiones anteriores pero lo único que encontró fue una pasillo contiguo a la puerta de la celda que estaba más iluminado que el resto. Lo recorrió con cierto temor en su cuerpo hasta que llegó al final y se encontró con un gran hoyo del tamaño de una piscina en el suelo. En uno de los laterales encontró una escalera y comenzó a descender. Poco a poco pudo ver que aquella piscina no contenía agua, sino jeringuillas, miles y miles de jeringuillas. En el centro pudo ver una urna y en su interior una llave. Sabía que aquello dolería, pero debía salvar a su novio y no importaba lo que sucediera. Apoyó uno de sus pies con cuidado en el suelo para evitar el contacto con aquellas agujas pero era imposible, comenzaron a clavarse en sus talones, tobillos y plantas de los pies y Stephanie tenía la misma sensación de andar sobre cristales. A pesar del dolor que aquellas agujas la infundían en los pies, llegó hasta la urna y sacó la llave. Por fin sacaría de allí a Tom. Volvió a la escalera dando pasos muy largos para pisar lo menos posible aquel suelo lleno de jeringuillas y salió al exterior. Corriendo fue directa a la celda de Tom y metiendo la llave, la puerta se abrió y Tom salió corriendo a abrazar y besar a su novia.
- Lo conseguiste cariño, ahora explícame lo que está ocurriendo.


Troy aún no había encontrado a nadie y se preguntaba si Anna ya estaría a salvo. La respuesta se presentó antes de lo que esperaba ya que vio una guadaña en la pared que quedaba frente a él. Se dirigió corriendo hacia allí y al doblar la esquina se encontró con una puerta al final y la llave ya puesta en la cerradura, pero entre la puerta y él, había un suelo lleno de objetos punzantes que sobresalían. Tenía que atravesar todo aquello para llegar a Anna. Pero, ¿debía hacerlo?, y lo más importante, ¿quería hacerlo?. Después de todo Anna se había enfadado terriblemente con él y había dañado su orgullo, nada le motivaba a salvarla y menos sabiendo que tenía que acuchillarse la planta de los pies para ello.
Pasaron dos minutos hasta que volvió en sí y sacó esos pensamientos de su cabeza. Anna era su novia, debía salvarla. Realmente no sabía que le había pasado para pensar así. Aún con el escozor de las picaduras de las abejas, comenzó a avanzar por aquel campo punzante. Notó como en las plantas de sus pies se clavaban aquellas puntas y la sangre salía a borbotones de ellas dejando un gran rastro tras él. Apoyó cada una de sus manos en cada lado de la pared para hacer fuerza contra ella y así poder restar peso a su cuerpo y que los objetos punzantes se clavaran lo menos posible. Todo aquel camino se le hizo eterno y cada paso que daba era una terrible pesadilla cuando las puntas se clavaban en heridas ya abiertas o abrían otras nuevas. Finalmente llegó al final y se tiró al suelo, no podía andar, tenía los pies llenos de profundas heridas y llenos de sangre. Se arrastró por el suelo con grandes esfuerzos hasta llegar a la cerradura y alzando el brazo logró girar la llave. Del interior salió una preocupada y asustada Anna debido a los gritos y alaridos de Troy, y fue corriendo a auxiliarle y a limpiarle las heridas con el agua del suelo. Se sintió realmente arrepentida por la pelea que habían tenido en la cocina y agarrándole la cabeza le dio un beso. Ya solo quedaban tres personas encerradas, y sólo dos se salvarían…


- Ese cabrón se va a enterar cuando demos con él, mira lo que ha hecho a tu brazo y tus pies –Tom estaba realmente enfadado por todo el daño que había recibido su novia y a la vez estaba enormemente agradecido por haberle salvado.
- Primero tenemos que encontrar a los que faltan Tom, el tiempo se acaba…
Tom, ahora que estaba en libertad, no dudo ni un momento en proteger a su novia y junto a ella, emprendieron el camino por aquellos húmedos y oscuros pasillos. Agudizaron los oídos para escuchar hasta el más mínimo ruido que señalara la posición de alguno de sus amigos. Después de doblar por varios pasillos, vieron aquel símbolo oriental que tanto le gustaba a Catherine en la pared de la izquierda y pronto vislumbraron una nueva puerta.
- Aquí debe de estar Catherine –Stephanie fue corriendo a la puerta para confirmar su teoría que resultó ser cierta.
Después de buscar y tantear todos los muros, no vieron ni rastro de ninguna llave. Tom volvió a sacar de su bolsillo el famoso mechero y fue alumbrando poco a poco cada milímetro de la estancia y finalmente descubrió una urna a unos cuántos pasos de ellos.
- Yo iré Stephanie, tú quédate aquí con Catherine…
- Ten cuidado.
Tom fue acercándose con el mechero en la mano y notando su calor y cuando llegó a la urna la alumbró y descubrió la llave en el fondo, pero no solo había una llave, la urna estaba llena de todo tipo de insectos y otros bichos, además de algunas serpientes y tarántulas… Cerrando los ojos para evitar ver a aquellos seres y despacio para no enfurecer a aquellas bestias metió el brazo. De vez en cuando abría un poco los ojos para comprobar que la mano se dirigía a la llave o en cambio lo hacía hacia alguna serpiente. Después de asegurarse de la dirección, siguió bajando el brazo hasta que sus dedos tocaron la llave, pero también tocaron una piel húmeda y resbaladiza y notaba como unas cuantas patas peludas trepaban por su mano. Dio un fuerte tirón a la llave y sacó el brazo a la vez que caían todo tipo de bichos de ella. Afortunadamente no había sentido ninguna mordedura ni ningún otro tipo de ataque. Respiró aliviado y se dirigió a la puerta donde estaba esperando Stephanie. Introdujo la llave en la celda y la giró haciendo que la puerta se abriera. Entonces vieron a Catherine sentada en el suelo y apoyada en una pared, cuando ésta se dio cuenta de la presencia de los demás, se levantó y corriendo fue a abrazarles. Después de preguntar sobre que le había pasado en el brazo y pies a Stephanie, la contaron todo lo sucedido y pensó en su hermana preguntándose si ya habría logrado salir de su celda. Pero eso solo lo podía saber una persona…


Brian estaba realmente asustado viendo a sus compañeros y a pesar de que se alegraba de todos aquellos que lograban salir de las celdas, se sentía horrorizado y dolido por todo lo que tenían que soportar para liberarlos. Él podía ver quién quedaba encerrado y los caminos que llevaban a ellos, así como el trayecto que seguían sus amigos. Aún quedaban dos celdas por abrir, aunque una de ellas no lo haría y en su interior estaban Amy y Evelyn, la vida de una de las dos llegaba a su fin y no podían hacer nada por evitarlo. Estaba sentado frente al televisor cuando la pantalla de éste quedó totalmente en negro y apareció un mensaje en la pantalla que decía:

“Las reglas del juego no han sido respetadas, sólo tu elegida podía buscar al resto y nadie la debía ayudar. Como consecuencia, deberás entrar en juego. Lo que tienes que hacer es encontrar la entrada que lleva a todos esos pasillos y así sacar a los compañeros que estén libres, si no lo logras, la puerta se cerrará y todos ellos quedarán encerrados… para siempre. Ah, se me olvidaba, tienes para ello solamente diez minutos, si el tiempo se agota…morirán”.


jueves, 23 de julio de 2009

Octavo capitulo


Capitulo 8
EL JUEGO HA COMENZADO


La mansión estaba totalmente enterrada en la oscuridad y después de lo que había ocurrido nadie tenía el ánimo o el valor suficiente de moverse de donde estaba. Desde los ahogados gritos de Jenny no se había vuelto a oír absolutamente nada. Estaban todos realmente asustados y dolidos por su muerte. Pasaron unos cuantos minutos hasta que volvió la luz, pero la tormenta no había terminado y a través de las ventanas se podían ver unos tremendos rayos en el horizonte. Catherine aún estaba en el suelo al lado de su amiga y no se podía creer que pudiera haber pasado eso. Miró a su alrededor y vio a sus compañeros acurrucados en el suelo y repartidos por todo el salón. Se fueron levantando poco a poco y acercándose a ella.
- ¡¡¡Está muerta!!! ¡¡¡Muerta!!! –gritó Evelyn que estaba realmente histérica y no se podía controlar-. ¡¡¡Vamos a morir todos!!!
- Eh, eh, tranquila –Tom se acercó rápidamente a ella y la abrazó por la espalda sujetándola los brazos para evitar que soltara más puñetazos al aire.
Mientras, Brian fue a conversar con Catherine porque al igual que ella, había escuchado algo a Jenny antes de morir.
- No sé, no entendí nada, no podía articular palabra prácticamente.
- Está bien Catherine, yo tampoco entendí mucho… dijo algo como langrara…
- ¡Claro! ¡Lámpara! –Exclamó exultante Catherine por haber dado con la solución-. Se refería a algo que vio en la lámpara mientras estaba muriendo y mirando hacia arriba…-a Catherine le costó trabajo decir esas palabras y tragó saliva.
Brian pidió rápidamente a sus compañeros que le acercaran una silla y cuando la tuvo enfrente, se quitó los zapatos y se subió en ella. Solo Stephanie y él alcanzaban la lámpara, pero Stephanie estaba demasiado afectada por la muerte de Jenny, así que fue Brian quien, encima de la silla sujetada por Regina y Catherine para que no se cayera, investigó a fondo la gran lámpara que alumbraba todo el salón. Después de unos segundos encontró algo con forma rectangular de color rojo y cuando alargó su brazo para cogerlo y lo tuvo entre sus manos, se dio cuenta de que era un sobre.
- ¿Qué es Brian? –preguntó Stephanie intentando ver lo que tenía entre sus manos.
- ¡Es un sobre! –Dijo Brian dándose la vuelta para bajarse de la silla-. Parece que a esto se refería el primer mensaje cuando decía que las respuestas volaban alto.
- Exacto, y fue Jenny quien al mirar hacia arriba cuando echó su cuello hacia atrás para poder respirar lo vio e intentó decírnoslo –concluyó Stella que ya todo aquello se lo tomaba mucho más en serio.
Brian abrió el sobre y se encontró con una carta que leyó en voz alta:

“Buenas noches, espero que os guste la casa porque permaneceréis aquí unos cuántos días… Os preguntaréis qué es lo que hacéis aquí, pues bien, sois los elegidos para jugar a un juego de supervivencia. Vosotros seréis las fichas diferenciadas por los collares que os he regalado y que espero que os gusten… y el tablero será esta bonita mansión. El objetivo de este juego es sobrevivir a una serie de pruebas, aquel que no lo consiga habrá perdido y como perdedor deberá morir –en esta parte de la carta a Brian comenzó a temblarle seriamente la voz, pero aún así continuó-. Seguramente uno de vosotros ya lo habrá hecho en una pequeña demostración de lo que queda por venir… lo ocurrido en la cena simplemente es un adelanto. Sólo uno de vosotros será el ganador y podrá salir de aquí con vida, los demás…moriréis. Lo único que me queda por decir es que tengáis muchas suerte porque el juego… ha comenzado.”

Cuando Brian terminó de leer aquel mensaje y levantó la vista del papel aún con las manos temblorosas, vio como sus compañeros no podían reaccionar, se habían quedado mudos de espanto ante la idea de que todos menos uno de ellos iban a morir…
- ¡Todo esto es una locura! –Intervino Regina-. ¿Este tío nos está queriendo decir que Jenny ha muerto por ser la última en terminar de cenar?
- Sí, creo que a eso se refiere –contestó Amy mientras se tocaba el colgante que llevaba puesto y que según el mensaje la diferenciaba de las demás piezas-. Para él todo esto es un juego y Jenny ha perdido…
- En ese caso…-comenzó a decir Evelyn muy asustada y con la mirada perdida- la que tendría que haber muerto era yo. Si Jenny no me hubiera imitado haciendo esa apuesta tan tonta, seguiría viva y yo ocuparía su lugar… la culpa es mía…
- Ey, no, no es tu culpa, el responsable de todo esto es aquel que nos ha traído aquí y nos ha escrito la carta y juro por mi vida que le encontraré y acabaré con él antes de que él acabe con nosotros…-Regina estaba realmente enfurecida y no quería que por culpa de alguien que no quería dar la cara, su amiga se sintiera culpable.
- Claro, claro, como no lo había pensado, aquí está la heroína entre nosotros y no me había dado cuenta –ironizó Troy mientras se acercaba a Regina y se ponía de rodillas frente a ella-. Por favor, sálvame reina mía, sálvame…
Su risa y la de Stella se oyeron en todo el salón después de aquel espectáculo tan ridículo para sus demás compañeros, en cambio Anna había dejado de reírles las gracias desde la pelea entre Brian y Troy en la cocina.
- ¿Y ahora qué hacemos? –preguntó Stephanie que estaba abrazada en Tom-. Yo no quiero morir…
- Pues parece ser que para eso debes ganar este juego y yo no pienso dejarte. Si tiene que haber un ganador, esa seré yo –Stella no estaba por la labor de dejar que alguno de ellos ganase aquel juego y haría lo imposible por conseguirlo, tenía muy claro que prefería que muriesen los demás a hacerlo ella a pesar de las miradas de desprecio de sus compañeros que se posaban sobre su espalda.
Por su parte, Tom no sabía que hacer, toda aquella situación lo superaba y sentía no tener la misma energía de siempre para animar a sus compañeros porque todo aquello había sido aterrador y su ánimo estaba por los suelos. Entonces se le ocurrió que lo mejor sería subir a Jenny a la planta de arriba y dejarla en su habitación para así evitar seguir viendo aquel rostro amoratado de su amiga. Todos estuvieron de acuerdo y, menos Evelyn, Regina y Amy, subieron las escaleras hacia la planta superior.
Regina y Amy habían decidido quedarse allí para ir a observar los postres de los cuales uno había matado a Jenny. Evelyn tampoco quería irse de allí puesto que de alguna forma se sentía en deuda con su amiga y quería saber que era lo que la había matado. Después de mirar el interior de los mousses de cada uno de ellos, llegaron al de Jenny y en su interior, fundido con el chocolate, vieron unos polvillos de color pardo que casi eran imperceptibles al ojo humano.
- ¿Qué es? –preguntó Amy mientras se acercaba a Regina que ya estaba metiendo uno de sus dedos en el postre para intentar identificar la sustancia.
- Creo que es… algún tipo de veneno.
Evelyn que estaba escuchando todo aquello se quedó blanca de repente y volvió a pensar que si hubiese elegido el postre de chocolate, en esos momentos estaría muerta. Pero no comprendía que eso no era cierto, puesto que no había sido la última en terminar de cenar y aunque hubiese cogido el de chocolate Jenny no seguiría viva. Era como si alguien que estuviese cerca de ellos en la velada hubiese echado el veneno sabiendo que Jenny cogería el de chocolate al ser el único que quedaba. En su cabeza, la teoría propuesta por Anna sobre que alguno de ellos, no necesariamente Catherine, estuviese detrás de aquellos mensajes y del asesinato cobraba más y más fuerza. Pero rápidamente sacó esos pensamientos de su interior al no poder creer que eso fuera posible. Aunque quizá Troy, Stella o Anna…
En ese mismo instante, todo comenzó a ponerse oscuro y borroso y empezó a sentirse mareada. Antes de poder pedir ayuda, cayó al suelo inconsciente, pero antes de hacerlo vio como Regina y Amy también caían al suelo. Después todo quedó en silencio…


En la planta superior, los tres chicos que habían subido a Jenny en sus brazos, la depositaron en la amplia cama de su habitación color esperanza, cosa que faltaba en los sentimientos de todos ellos.
- Esto es increíble, esta habitación tiene balcón –Troy se acababa de dar cuenta de ello puesto que antes nadie había visto las habitaciones de los demás y creían que todas eran iguales.
- No te quejes que la mía tampoco tiene…-contestó Tom cortando de una vez la envidiaba que sentía Troy en esos momentos.
- Está bien, dejaremos ese tema tan suculento e interesante para luego, tenemos mejores cosas que hacer…-Brian quería salir de allí lo antes posible y reunirse con los compañeros que se habían quedado en el pasillo, pero cuando salió, nada estaba como él esperaba ni mucho menos. Todos los que habían decidido esperar fuera estaban ahora tirados en el suelo, inconscientes. No sabía que había ocurrido y cuando se giro para decírselo a Troy y Tom se dio cuenta de que también habían caído a sus espaldas. Antes de que pudiera reaccionar, notó como sus párpados le pesaban, sus rodillas se doblaban y el suelo cada vez se acercaba más a él…


Cuando Brian se despertó, se encontraba en una habitación oscura en la cual solo penetraba una débil luz de la luna. Cuando fue recuperando la razón, poco a poco pudo ver dónde estaba, y al parecer, por la descripción de Amy, se encontraba en la misma sala en la cual ella había permanecido encerrada unas horas antes, ahora se acercaba el amanecer. Logró ponerse en pie y al darse la vuelta buscando la puerta, vio en el centro de la sala algo que antes no había estado allí: una televisión. Temblando y con un gran miedo en el cuerpo pensando que podía ser él el siguiente en morir, se acercó al televisor y vio un sobre encima del aparato. Una vez que lo tuvo en sus manos, y ya era el segundo que cogía ese día, se dispuso a sacar la carta y comenzó a leerla para sí. El mensaje decía:

“Enhorabuena Brian, en la cena fuiste el primero en terminar y por tanto fuiste el ganador. Como recompensa te proporciono la seguridad de que aún no vas a morir, al menos en este juego en el que, a pesar de tener un importante papel en él, no vas a participar, serán tus compañeros los que lo hagan y uno de ellos…morirá. En el televisor podrás ver un botón en rojo, lo que tienes que hacer es pulsarlo y verás unas bonitas imágenes. Suerte”.

Sin perder ni un solo minuto, se acercó a la televisión y después de buscar unos segundos el botón rojo, lo encontró en la parte inferior del aparato. Antes de pulsarlo, se lo estuvo pensando dos veces pues tenía miedo de que fuera una trampa. Finalmente, armado de valor, y pensando que la realidad superaba a la ficción tan conocida por él, presionó el botón. Sonó un ruido parecido a las interferencias que se producen a veces cuando hablas por teléfono y después la pantalla se dividió en nueve recuadros exactamente iguales que enfocaban distintas celdas, pero lo que impresionó a Brian fue encontrar a sus amigos en cada una de ellas. Pudo ver, entre otras cosas, como Troy estaba levantándose con la mano apoyada en la cabeza como si le doliera, a Regina investigando la celda sin saber dónde se encontraba, a Stephanie en un rincón sentada con las manos alrededor de las piernas y la cabeza sobre las rodillas llorando y balanceándose, a Evelyn aún en el suelo inconsciente…
Fue entonces cuando en la parte inferior de la pantalla apareció una flecha roja que apuntaba hacia abajo, al suelo. Brian bajó la mirada y vio sobresalir de debajo del televisor el pico de un nuevo sobre en cuya solapa ponía: ¿juegas?
En su interior había otro mensaje y Brian lo leyó sin dejar de echar unas cuantas miradas al televisor para ver que hacían sus amigos:

“Sabía que te gustarían las imágenes pero lo divertido no ha empezado aún. Supongo que no sabrás qué es todo esto, pues bien, lo que tienes enfrente es el escenario del segundo juego de esta gran aventura de supervivencia en la cual, como te he dicho antes, no participarás de forma directa. Tus amigos están encerrados en distintas celdas en algún lugar de esta casa y lo que tendrán que hacer es encontrar la salida. Te aseguro que no es nada fácil puesto que en el lugar donde se hallan hay muchos caminos sin salida que hacen que aquello parezca un laberinto, la diferencia es que en este se juegan su propia vida. Aquel que salga el último de aquel lugar… bueno ya sabes. Pero solo tú puedes empezar el juego y te diré cómo. Tienes la posibilidad de que uno de tus compañeros, aquel que tú elijas, se convierta en la “ficha” guía para los demás y por lo tanto se salve de su muerte. Debes elegir ahora, y quiero que sepas que te estoy vigilando y si haces algo que se salte las reglas del juego…morirás. Tienes diez segundos para decidir a quién salvas, una vez que lo sepas, esa persona recibirá instrucciones. Todo está en tus manos…”

Brian no se podía creer que tuviera que elegir solo a uno de sus amigos para que se salvara, simplemente no podía hacerlo, pero tenía diez segundos para decidirlo. Había nueve monitores en los cuáles se veía a nueve chicos asustados e inseguros.
“Nueve”…”Ocho”…
Para Brian, aunque sintiéndolo mucho porque la muerte no se la merecía nadie y menos si era arrebatada, la lista se reducía a seis personas puesto que Troy, Stella e incluso Anna aunque ya se mostraba más amable con los demás, no eran sus amigos y prefería salvar a alguien allegado a él antes que a ellos tres que lo único que hacían era meterse con los demás. Realmente lo sentía por Anna, pero no le queda otra opción.
“Siete”…”Seis”…
A Amy tampoco la conocía mucho después de todo ya que era la hermana de una de sus amigas. Pero no se podía ni imaginar como se sentiría Catherine si su hermana muriese después de haber perdido también a Jenny.
“Cinco”…”Cuatro”…
También pasó su mirada por el monitor que enfocaba a Regina que estaba aporreando la puerta a patadas con su habitual carácter y, aunque por supuesto no quería que ella muriera, la veía con la actitud y el ánimo necesario para afrontar aquella prueba. En el monitor de al lado observó a Evelyn, quizá la más débil de los que allí se encontraban, que por fin había despertado y estaba poniéndose en pie apoyándose en la pared.
“Tres”…”Dos”…
Le quedaban dos segundos y todos los nombres de sus amigos entrechocaban en su cabeza y oía sus voces de suplica para que les salvaran. A Tom, a pesar de haber entablado con él una gran amistad, solo llevaba junto a él un año, y pensó que aún no le conocía lo suficientemente bien como para ser amigos íntimos. Después vio a Stephanie que no se había movido desde la última vez que la vio y seguía llorando y balanceándose de adelante hacia atrás. La palabra muerte seguía en su cabeza pero se hizo más visible cuando se dio cuenta de que le quedaba un segundo, un único segundo que si pasaba traería su muerte consigo…
“Uno”…
- ¡Stephanie! ¡Elijo a Stephanie! –Brian dijo esto desesperado por la presión del tiempo y ni si quiera se dio cuenta de lo que había dicho. Era el primer nombre que le había venido a la cabeza y lo dijo prácticamente sin pensar. Las lágrimas asomaban a sus ojos debido al dolor que sentía al no haber podido salvar a los demás, tendrían que hacer ellos el trabajo. Por otra parte, estaba contento de haber salvado a uno, aunque este sentimiento casi no se manifestaba debido a la gravedad de los hechos. En su interior pesaba más la tristeza que la felicidad. Stephanie se había salvado…


Cuando se había despertado no sabía dónde estaba ni como había ido a parar allí. De lo único que Stephanie se acordaba era de que le había entrado un sueño enorme y sus ojos se fueron cerrando hasta caer al suelo…entonces se despertó allí. Después de haber intentado abrir la puerta de todas las formas que había podido, se había sentado a esperar y se acordó de Jenny, tenía mucho miedo de que a ella le pasara lo mismo y sin darse cuenta comenzó a llorar acurrucada en una esquina. Pasaron unos cuantos minutos hasta que una de las piedras de aquella celda se desplazó a un lado y de ella salió una carta junto con un pequeño aparato parecido a un auricular. Se levantó temblando y fue hacia el sobre. Su bello rostro estaba ahora totalmente distinto, se había transformado en una cara que reflejaba el miedo y desesperación que recorrían su cuerpo. Sacó el mensaje del sobre y comenzó a leer:
“Enhorabuena Stephanie, el ganador del juego anterior te ha elegido para que seas la ficha clave en este nuevo juego y además te ha otorgado el gran regalo de salvarte de la muerte esta vez. Debes estar realmente agradecida. Si quieres saber quién ha sido, coge ese auricular y te pondrás en contacto con él. La persona que está al otro lado te dará instrucciones sobre lo que debes hacer ahora. La suerte de los demás depende de ti.”
Stephanie cogió el auricular y se lo puso en la oreja. Una voz la habló desde el otro lado y la reconoció al instante.
- ¡¿Brian!?
Entonces la puerta que impedía la salida de aquella sala, se abrió y ante Stephanie se levantaban un montón de siniestros y oscuros pasillos formando un gran laberinto y, que sin ella saberlo, conducían a sus amigos, o más bien a sus vidas…

domingo, 19 de julio de 2009

Séptimo capítulo


Capitulo 7
CON LA COMIDA NO SE JUEGA… ¿O SÍ?


Después de haber investigado un poco sus habitaciones, bajaron a la planta baja, y por el camino, se contaron unos a otros como eran sus cuartos y todo lo que había en ellos y llegaron a la misma conclusión que Jenny: alguien sabía perfectamente los gustos de cada uno. A pesar de eso, estaban más animados después de haber estado en los dormitorios puesto que les recordaba a sus casas y eso les hacía sentirse bien. Cuando llegaron al vestíbulo, dieron la luz y Evelyn miró su reloj: eran ya las once y media y con tanto misterio se habían olvidado completamente de cenar.
- ¡Ey chicos! –Gritó para que la oyeran bien-. Son las once y media, no hemos cenado y la nevera está llena…
- Pues manos a la obra –dijo desde el lado contrario Troy que se moría de hambre.
Regina, Evelyn, Anna, Jenny y Catherine fueron a la cocina a preparar la comida. Sacaron varias cosas de la nevera, entre ellas unas cuantas patatas, carne, pescado, lechuga y otras verduras. Regina y Jenny se encargaron de la ensalada, lo primero que hicieron fue buscar un recipiente donde poder echarla y finalmente lo encontraron en el mueble de la pared donde también se encontraban los cubiertos y demás utensilios. A Regina todo aquello no se la daba mal puesto que su madre tenía un restaurante debajo de su casa y de vez en cuando la obligaba a bajar a echar una mano, y como de todo se aprende… En cambio Jenny no tenía mucha idea, así que Regina la ayudaba y enseñaba todo lo que podía.
Catherine estaba preparando la carne para más adelante echarla al fuego y junto a ella estaba Evelyn pelando las patatas y metiéndolas en agua.
- De aquí va a salir un estupendo manjar, se van a chupar hasta los dedos de los pies –rió Evelyn mirando a su compañera de cocina.
Por el contrario, Anna estaba en la parte más alejada de la cocina, preparando los postres, estaba haciendo unos cuantos mousses de chocolate y de limón, ajena a todo lo demás y sin prestar atención a sus compañeras. Brian llegó a la puerta de la cocina para ver como iba la cena y vio a Anna inmersa en lo suyo. En cierta manera sentía compasión por ella después de todo, y en el fondo sabía que Anna no era como aparentaba ser. Despacio se acercó a ella.
- ¿Necesitas ayuda?
- Puedo yo sola gracias, además el chocolate no se compone ni de números ni de problemas que puedas resolver –dijo Anna sin ganas, como si no sintiera eso hacia él en realidad.
- Bueno, pero lo puedo intentar, además hay cosas de mí que no sabes y que te sorprenderían, y una de ellas es que me encanta la cocina…

Desde el salón, Troy pudo ver como su novia estaba junto al idiota de Brian ayudándola en los postres y eso no le hizo ninguna gracia, pero se contuvo y siguió con lo suyo. Estaba buscando junto a Stella lo necesario para poner la mesa y después de unos cuantos minutos encontraron un precioso mantel con bordados de oro dentro de uno de los armarios del salón. Cuando lo tuvieron se lo pasaron a Amy, Tom y Stephanie para que lo extendieran por la mesa. Después se acercaron a la cocina para buscar los cubiertos, copas, bebidas y demás y cuando pasó al lado de su novia, observó que se estaba riendo con Brian y parecía sentirse bien con él.
- ¡Tú imbécil, deja en paz a mi novia! –Troy se había lanzado contra él y le había empujado hasta arrinconarle contra la pared.
Todos los que allí estaban dejaron lo que estaba haciendo y fueron corriendo a separarles.
- Solo la estoy ayudando con los postres, es lo que tenemos las enciclopedias, que sabemos hacer de todo y dejamos en ridículo a los ignorantes como tú –desafió Brian devolviéndole el comentario que Troy lanzó en el instituto.
Evelyn fue directa a separar a Troy agarrándole de los brazos sintiendo de nuevo un cosquilleo. Con la ayuda de Anna consiguió separarlo de Brian. Troy lanzó a Evelyn una mirada llena de rabia y maldad y con un tirón de su brazo logró zafarse de ella sin importarle el golpe que la dio para conseguirlo. Después éste se dirigió al armario de la cocina y sacó los cubiertos llevándolos al salón seguido de Anna para que no se enfadara, pero antes ésta lanzo una mirada de agradecimiento a Brian.
- ¿Estás bien? –preguntó preocupada Regina mientras las demás esperaban la respuesta.
- Sí, todo bien, sigamos con lo nuestro.

- ¡¿Pero qué diablos te pasa?! Solo me estaba ayudando con los postres, si tanto te molesta haber ido tú.
- ¿Ayudarte? ¿Te crees que no he visto las sonrisillas que os lanzabais? –Troy estaba realmente enfurecido y estaba haciendo un gran esfuerzo por controlarse.
- ¡¡¡Troy, no estás tú solo en el mundo, y ya me he cansado de seguirte el juego y meterme siempre con los demás!!! –Le gritó Anna que en cuanto sacaba su carácter se podía armar una muy gorda-. Si estamos aquí encerrados, lo mejor es que nos intentemos llevar bien entre todos. Ahora, si me permites como si no, voy a seguir con los postres.
Después de esto, Anna se marchó y Troy se quedó allí solo, lleno de rabia. Stella que había visto lo que había pasado, se acercó a él y apoyo una de sus manos en su brazo.
- Déjala Troy, es una maldita traidora.


Después de una media hora, todo estaba listo. La mesa parecía propia de personas de clase muy alta, estaba todo perfectamente colocado y la vajilla y las copas daban un aspecto señorial a la mesa. Ésta estaba llena de fuentes de comida deliciosa que habían preparado con sumo cuidado y, con la gran lámpara encendida encima de sus cabezas, estaban seguros de que disfrutarían de un gran banquete.
Anna estaba lo más alejada que podía de Troy y, casualmente, a su lado estaba sentado Brian quien la había apoyado mucho después de la bronca que habían tenido. Cada uno de ellos escogió lo que más le gustaba y comenzaron a comer en silencio. La situación era algo incómoda puesto que no todos se llevaban bien con todos, excepto Jenny, como siempre.
- Voy a ver que se siente comiendo un trozo de carne por minuto como hace Evelyn –este comentario de Jenny produjo una leve sonrisa en los demás y es que todos sabían que Evelyn era la más lenta de todos comiendo. Podía tomarse todo el tiempo del mundo para comerse un helado o cualquier otra cosa debido a que en vez de comer, estaba continuamente hablando.
- Te apuesto lo que quieras a que te aburres comiendo así y no lo consigues –desafió amistosamente Evelyn que estaba justo en la silla de enfrente.


Cuando todos terminaron sus respectivos platos, se dieron cuenta de que Evelyn y Jenny, que lo estaba consiguiendo, seguían comiendo el segundo plato. Ninguno de los que allí estaban se podía creer que tardara tanto en comerse un simple filete.
- ¡Vamos hombre! Que quiero probar ya el postre –dijo con una mueca de cansancio Stella que era la que antes había terminado después de Brian quien, al contrario de Evelyn, comía muy deprisa.
- No hace falta que me esperéis, de verdad –contestó Evelyn de forma muy educada porque sabía que tener que esperarla hasta que terminara de comer era una tortura para sus compañeros.
- A mí tampoco –Jenny aún seguía imitando a Evelyn para no perder la apuesta aunque ya comenzaba a aburrirse.
Dicho y hecho, por la puerta del salón apareció Anna trayendo la bandeja de los mousses que ella misma había preparado.
- Espero que os gusten, que los he hecho yo…
- Pues como estarán…-dijo bromeando Stephanie desde su sitio-, no sé si arriesgarme a comerlos…
Uno a uno fueron cogiendo los postres y no hubo ninguno que dijera que estaban malos, fueran de limón o de chocolate, a todos les encantó. Después de que hubieron terminado los postres, aún quedaban dos en la bandeja, el de Jenny y el de Evelyn. La primera en terminar de ellas dos fue Evelyn que escogió el mousse de limón y Jenny el de chocolate y comenzaron a comérselos.
- Mira, al final he acabado incluso más tarde que tú –dijo Jenny con una cucharada de chocolate aún en la boca-. Creo que me merezco un prem…
Fue entonces cuando comenzó a toser de forma descomunal y a hacer gestos extraños con la cara. Después se llevó las manos a la garganta como si se estuviera ahogando y su cuerpo daba grandes espasmos. Rápidamente todos sus compañeros se levantaron de sus asientos e intentaron ayudarla, pero estaban tan asustados que no sabían ni qué hacer. Catherine, su mejor amiga, se fue a su lado y llorando y gritando pidió a alguien que trajera un vaso de agua o algo que sirviera para calmarla, pero no dio tiempo. Jenny empezó a ponerse morada y a dar unas cuantas arcadas cada vez más estridentes. Catherine que aún permanecía a su lado, vio como su amiga que estaba con la cabeza para atrás para intentar respirar y mirando para arriba intentaba articular una palabra.
- Lam... lamga…langrara –dijo entre arcadas y toses provocando una gran angustia entre los demás que veían como los ojos de su amiga comenzaban a hincharse y salirse de sus órbitas.
Entonces se apagó la luz a causa de un gran trueno de la tormenta que se había levantado y todo quedó sumido en un horrible y desesperante silencio en el cual solo se oía el repiquetear de las gotas en las ventanas. Jenny había muerto…envenenada.



viernes, 17 de julio de 2009

Sexto capitulo


Capitulo 6
SERVICIO DE HABITACIONES


Tom, en lo alto de la escalera, decidió torcer a la izquierda acompañado de Brian y Regina mientras que su novia seguía por la derecha con Amy. Como había caído la noche, el pasillo únicamente estaba iluminado por la luz que provenía de la luna llena dando un aspecto fantasmal a la casa. El pasillo por el que se internaron, era más ancho de lo que suelen ser y por el discurría una bonita alfombra roja decorada con diversos motivos y formas abstractas. Igual que el pasillo de la derecha, estaba lleno de cuadros y retratos de personas con poses imponentes, pero esta vez, también había muchas puertas por el camino.
- Estas puertas deben de dar a los dormitorios –comentó Brian a la vez que intentaba abrir una de ellas-, pero están cerradas.
- ¿Es que piensas quedarte aquí a dormir? –preguntó confusa Regina que no había pensado en eso.
- Regina, estamos aquí atrapados y es de noche, ¿qué esperas que haga? Yo propongo que hoy pasemos aquí la noche y mañana, cuando nuestros padres se den cuenta de que no hemos aparecido por casa, comenzarán a buscarnos.
- Dudo que mi madre lo haga…
- Venga Regina, anima esa cara, Brian tiene razón, después de lo que ha pasado estamos cansados y debemos descansar –explicó Tom con su acento mexicano, hacía rato que no intervenía y cuando lo hizo parecía un poco sofocado, pero ninguno le dio importancia- además güey, mira que lujos nos rodean, esto hay que aprovecharlo.
- Sí, si tienes razón, pero lo que a mí me preocupa es que a parte de lujos también nos rodee alguien más.
A eso ninguno de los chicos supo que responder porque sabían que Regina podía tener razón, pero qué más podían hacer…
- Si tuviéramos algo para iluminar las puertas, quizá descubriésemos algo más…-pensó Brian que seguía analizando las cerraduras de las puertas y, pasando la mano por ellas, se dio cuenta de que no eran huecos para una llave, al menos no una corriente, tenían formas muy extrañas pero no sabía de que podían ser.
- Espera, yo tengo algo –dijo Tom metiendo la mano en uno de los bolsillos de sus vaqueros para buscar algo que pudiera iluminar-. Aquí está, un mechero, toma.
- ¿Es que tú fumas? –preguntó extrañado Brian a su amigo al que nunca había visto fumar.
- No, pero nunca se sabe cuándo una tía buena va a pedirte fuego –este comentario produjo una gran carcajada en los tres amigos y pensaron que Tom se las arreglaba muy bien para ligar, aunque ya tenía novia.
Brian cogió el mechero e iluminó las cerraduras y, como él sospechaba, descubrió que en ellas no entraría una llave, tendría que ser otro objeto más pequeño, pero no sabía el qué. Miraron en las demás puertas y salvo la forma, todas las cerraduras eran iguales.
- Aquí no hay nada, parece que al final no podremos dormir aquí –dijo Brian mirando hacia Regina con una sonrisa picarona.
Comenzaron a dirigirse otra vez hacia las escaleras para reunirse con los demás cuando entre toda aquella oscuridad escucharon un ruido a sus espaldas. Los tres se quedaron totalmente quietos y despacio se giraron para ver que había producido aquel ruido. Entonces comenzaron a oír pisadas y una lenta respiración…
- ¿Quién anda ahí? –Preguntó muy asustada Regina a la que toda aquella situación comenzaba a sobrepasarla pero aún así sacó su carácter-. Sal valiente, que en cuanto lo hagas te voy a arrancar los…
Entonces el ruido y las pisadas se oyeron en el lado contrario. Pasaron unos pocos minutos en los que no se atrevieron a moverse hasta que finalmente una mano agarró a Regina del pie y tirando de ella la tiró al suelo. Fue entonces cuando oyó la estúpida risa de Stella y sus amigos.
- Te la debía, ahora ya estamos en paz –dijo ésta recordando su caída en el instituto.
- ¡¡¿Pero qué te pasa?!! –gritó Regina a la vez que se levantaba para dar un empujón a Stella y su grupito cuando vio al fondo del pasillo a Catherine, Jenny y Evelyn correr hacia donde ella estaba para evitar la pelea.
- ¡Eh, Regina tranquila! –exclamó Evelyn al tiempo que cogía del brazo a su amiga y Brian y los demás intentaban apaciguar el ambiente.
Cuando todos se tranquilizaron, comentaron todo aquello que habían descubierto en esos pocos minutos en los que habían investigado la mansión. Brian les contó lo de las cerraduras pero nadie sabía qué podría abrir la puerta. Cuando terminaron de hablarlo, decidieron ir a buscar a Stephanie y Amy esperando que no les hubiera pasado nada, pero cuando comenzaron a andar, Anna se quedó un momento quieta mirando hacia una de las puertas en la que creía haber visto algo cuando el reflejo de la luna dio en ella. Se acercó con un paso inseguro y pidió algo con que iluminar la puerta. Tom volvió a sacar el mechero y se lo pasó a Anna que lo accionó y se acercó con la pequeña llama alumbrando a la parte superior de la puerta.
- ¡Oh no! ¡Chicos, venid a ver esto!
- ¿Qué ocurre Anna? –preguntó extrañado Troy por la reacción de su novia.
- ¡¡Mirad!! –contestó ésta acercando la llama a la madera.
Allí, en la parte superior de la puerta de madera, estaba pintado a rojo el mismo símbolo que había aparecido en la taquilla de Regina, una abeja. Regina se quedó totalmente en blanco al volver a ver aquel dibujo, pero sospechaba que no sería la única. Cogió el mechero de manos de Anna y fue acercándose a todas las puertas, una por una, dejando al descubierto los dibujos de las taquillas de todos ellos: el corazón, la calavera, el eclipse, la jeringuilla, la araña, la flor… Todos se quedaron de piedra al ver todo aquello y la primera en decir algo fue Catherine.
- Tenemos que encontrar lo necesario para abrir las puertas. Lo que está claro, es que alguien quiere que durmamos aquí y cada símbolo señala cuál es la habitación de cada uno…


Stephanie y Amy estaban agotadas, habían bajado las escaleras del desván corriendo para salir lo antes posible de allí. Amy aún tenía aquel cofre en la mano porque creía que era importante y más después de tener una foto suya pegada en la base. Habían decidido ir a mirar el cuadro con más atención para ver si descubrían algo relacionado con el cofre. Deshicieron el camino por el pasillo hasta que finalmente llegaron al retrato del bebé y la niña y pararon en seco. Allí estaba, en las manos de aquel bebé, jugueteando con él.
- Vale, ¿y ahora que hacemos? –preguntó Stephanie mientras veía a Amy mirar con muchísima atención el cuadro.
- Un momento, mira la mano izquierda de la niña.
Stephanie obedeció y se acercó un poco más para poder verlo. De la pequeña mano izquierda de la niña, sobresalía el diente de una pequeña llave que probablemente abriría aquel cofre.
- ¡Es increíble! Esa llave tiene que estar por algún lado…
Después de observar un rato más el cuadro, Amy dijo con énfasis:
- ¡Sí, y creo que sé dónde está!
Después de eso, no muy convencida de lo que iba a hacer porque solo era una simple teoría, se puso de puntillas para poder bajar aquel cuadro, y lo consiguió con la ayuda de Stephanie.
- ¿Qué estás haciendo Amy?
Ésta estaba tan concentrada en la parte posterior del cuadro que ni siquiera la oyó. Después de palparla con sus manos, se quitó uno de sus pendientes en forma de estaca y con él se ayudó para rajar de lado a lado la parte trasera del retrato. Fue entonces cuando su cara se iluminó por la emoción y enseñaba a Stephanie lo que había encontrado: la llave.
- ¿Cómo sabías que estaba ahí? –Stephanie no salía de su asombro y esperaba una explicación por parte de Amy que dio la vuelta al cuadro para comenzar la explicación.
- Lo supuse aunque no estaba segura –comenzó dándose aires de importancia después de su descubrimiento-. En la mano izquierda sobresale la llave, pero mira la mano derecha.
Cuando lo hizo se dio cuenta de que dicha mano de la niña apuntaba hacia atrás, hacia el reverso del cuadro. Ahora lo entendía todo y Amy con la llave en la mano se acercó al cofre que había pasado a Stephanie e introdujo la llave en la cerradura.
- Entra perfectamente…-susurró asustada por lo que se pudiera encontrar ahí dentro.
Cuando lo abrieron se quedaron impactadas con lo que encontraron. La caja estaba llena de colgantes, exactamente once, el mismo número de personas que había en la casa. Pero lo más extraño, es que no eran colgantes normales, si no que cada uno de ellos representaba uno de los dibujos de las taquillas, aunque esta vez eran de plata y mucho más pequeños.
-Vamos a enseñárselo a los demás, parece que hay uno para cada uno de nosotros…


Cuando llegaron junto a ellos les explicaron todo lo que habían descubierto incluida la historia del cofre y cómo habían encontrado la llave así como lo que había en su interior. Anna se acercó a ver los colgantes y mientras cogía el suyo que se correspondía con la guadaña y se lo ponía, dijo a los demás:
- Parece que alguien quiere jugar con nosotros.
Acto seguido, no muy seguros, se fueron acercando también para poder coger los collares que les correspondían a cada uno de ellos. Stephanie se negaba a ponerse aquella horrible araña colgada de su cuello, la daba un asco terrible. Regina también dudó al ponerse la abeja, pero aceptó que sólo era un collar, no podía hacerla daño. Y con esa misma reflexión, convenció a Stephanie para que se pusiera el suyo. Cuando todos cogieron el suyo, en el interior del cofre todavía sobraba uno, era una figura con forma de muñeca, pero no pertenecía a nadie.
- ¿De quién es el que sobra? –preguntó Troy mirando a sus compañeros.
Después de un silencio atronador, Amy se acercó al cofre y lo cogió con las manos.
- Es el mío, al parecer no soy sólo un cebo –dijo asustada Amy que fue interrumpida por un alarido de Jenny.
- ¡Eh, eh! Esperad, mirad las formas de los collares – Jenny ya estaba mucho más tranquila que al principio a pesar de los últimos acontecimientos.
- ¿Qué les pasa? –preguntó extrañada Evelyn que hasta ese momento había preferido no intervenir.
- ¿No lo ves? Son del mismo tamaño que el hueco de las cerraduras de las puertas.
- ¿Qué puertas? –interrumpió Stephanie que al no haber estado allí, al igual que Amy, no sabía de que estaban hablando hasta que Brian les contó todo.
Jenny, sin perder un solo minuto, se acercó a la puerta que tenía pintada la calavera e introdujo su colgante en la cerradura. Después todo quedó en silencio, no se oyó ningún ruido. Jenny sacó el collar y se lo volvió a colgar en el cuello.
- ¿Y bien? –Tom no estaba seguro de si la teoría de Jenny se cumpliría.
Jenny giró el picaporte y ejerciendo una pequeña fuerza sobre la puerta, esta cedió y se abrió. Cuando entró, pudo ver una amplia habitación pintada de verde (su color favorito), unas cuantas estanterías llenas de discos de sus cantantes favoritos y libros históricos y de intriga, una mesa de estudio y una gran cama en la que cabían cuatro personas como ella. La pared que estaba frente a la cama no estaba hecha con ladrillos ni nada parecido, sino que se componía de dos puertas de cristal que daban a un balcón y desde la cama se podía ver todo el paisaje del exterior. Por un segundo tuvo la idea de escaparse por el balcón, que daba a uno de los laterales de la casa, pero al salir a él, se dio cuenta de que estaba cubierto de rejas, haciendo que Jenny se sintiera totalmente como en el interior de una jaula. No había escapatoria y al parecer nadie había descubierto la forma de abrir la puerta y la verja del jardín. Tendrían que permanecer allí hasta que alguien los encontrara. La brisa nocturna dio de golpe en su cara y estaba mirando la luna cuando oyó una voz en el balcón de la derecha.
- ¡Eh Jenny! Estuviste genial con lo de los collares, a mí no se me habría ocurrido –era Stella que como el resto de compañeros había usado el collar para entrar.
- Eso no es nada nuevo, normalmente a las cabezas vacías no se les ocurre nada –dijo Regina desde el balcón de la izquierda.
- Así que vosotras sois mi vecinas ¿eh? –Intervino Jenny mirando a ambas y aliviada de estar entre las dos porque si estuvieran en balcones contiguos estarían todo el día peleándose, y menos mal que el balcón tenía barrotes porque si no una de las dos habría acabado en el suelo de la planta inferior-. Genial, por cierto, ¿cómo es tu habitación Stella?
- Está repleta de cosas que me fascinan. Tiene unas cuantas pelotas, libros de deportes, y muchos peluches. Además es de color morado, mi preferido.
- Di que sí, tú tan femenina como siempre –soltó Regina mirando con desprecio a Stella.
- Igual que tú.
- Vale chicas, parad ya ¿queréis? Entre vuestras peleas no os habéis dado cuenta de una cosa. Las habitaciones se parecen a las de nuestras casas, con todas las cosas que nos fascinan, como si estuviésemos dentro de un sueño.
- Sí, la mía es de color rojo, y las estanterías están llenas de las películas de mis actores favoritos (y no por sus talentos sino que lo eran por sus cuerpos…), además la cama es enorme. Parece que ese tipo nos conoce bastante bien, más de lo que creemos…


Cuando Brian entró en su habitación, parecía que había entrado en el cielo ya que estaba pintada de un azul precioso. Del techo, además de una lámpara del mismo color que las paredes, colgaba un atrapasueños, es decir, un símbolo que se cuelga cerca de la cama y según la leyenda hace que los sueños buenos queden atrapados en él y los malos desaparezcan. A parte de eso, la decoración era espectacular. Había unas cuantas plantas por toda la habitación y diversas figuras de duendes, gnomos, hadas, brujas y otros objetos relacionados con la fantasía descansaban sobre las repisas de las estanterías. Era el mundo con el que siempre había soñado y en aquella sala se respiraba una gran calma, hasta que un grito que provenía de uno de los balcones le sacó de su corto letargo.
- “Ya están peleándose otra vez, y por las voces se de quién se trata. Sin duda mis vecinas son Regina, Jenny y Stella. Pero a mi otro lado tiene que haber alguien más, porque en esta parte del pasillo eran seis habitaciones” –dijo para sí Brian a la vez que cogía unos cuantas películas de temas sobrenaturales.


Brian estaba en lo cierto, en la habitación de su derecha, sumida en la oscuridad estaba Amy. Su cuarto era el más peculiar en el cual las paredes estaban pintadas de negro y por todas partes había calaveras, máscaras terroríficas y otros objetos siniestros colgados de las paredes. Hasta su cama era negra como acababa de descubrir. Allí, como los demás, se sentía en su mundo, rodeada de todo aquello que le hacía sentirse a gusto. Además en las estanterías reposaban discos de algunos de sus grupos heavys que más le gustaban. Estaba totalmente encantada, si no fuera por los gritos que había en el exterior. Pero pasó de ellos, únicamente se acercó al balcón para ver quienes eran y cuando las vio, volvió a la estantería a seguir mirando los discos.


Justo en la habitación contigua estaba su hermana Catherine, disfrutando como una niña de todos los comics, dibujos, películas y personajes mangas de sus series favoritas en medio de aquel paisaje pintado en celeste, uno de sus colores preferidos. No se podía creer que estuviese rodeada de tanta cultura japonesa, era genial. Nunca se lo habría imaginado. Estaba pensando en qué estarían haciendo sus compañeros cuando se oyó un golpe en la habitación de enfrente. Salió al pasillo y vio que la puerta de dicha habitación estaba entreabierta. Empujó un poco la puerta y casi se murió de vergüenza cuando vio abrazados a Anna y Troy, besándose desaforadamente pegados a la pared.
- ¡¿Qué pasa?!! ¡¡Siempre estás en medio estúpida!! –gritó Anna muy enfadada logrando que después de un “lo siento”, Catherine volviera a su habitación.
- Ya estamos solos de nuevo…
Estaban en la habitación de Anna que era de un color amarillo que hacía que siendo de noche pareciese que estaba dando el sol. Por todas las paredes había pegados pósteres de sus grupos de música favoritos de Honduras y que nadie de sus amigos conocía. La habitación de Troy, que era la contigua, se complementaba muy bien con el amarillo, y es que era de color naranja. En cuanto a la decoración, todo estaba relacionado con el skate y las bicicletas. Siempre que tenía ocasión se iba con sus amigos a montar en ellas. En cuanto hubo revisado su habitación, se fue a la de su novia para, de alguna forma, celebrarlo…


Evelyn que estaba en la habitación de al lado, oyó como aquellos dos indeseables daban esos gritos a Catherine, pero ella estaba sumida en su paraíso. Todas las paredes eran de un color rosa precioso y estaba todo decorado con flores, corazones y otras muchas cosas típicas de los cuentos de princesitas y es que Evelyn era muy presumida y le encantaban todo ese tipo de objetos floreados y llenos de purpurina. Parecía encontrarse en medio de un mundo de fantasía. Se tumbó en su cama y desde ella se dio cuenta de que las habitaciones que quedaban a ese lado del pasillo no tenían ventanas porque daban a la parte interna de la casa, ese era el inconveniente, pero al menos llegaba algo de luz desde la ventana del pasillo…

Stephanie abrió su puerta con la araña pintada en ella acompañada de Tom. Cuando ambos entraron en la habitación, la luz de la luna que provenía del pasillo, se reflejaba en las paredes totalmente blancas, era como un paisaje completamente nevado. Eso a Stephanie la encantó, pero Tom tenía otra percepción de todo aquello.
- Es precioso –dijo maravillada Stephanie mirando su habitación.
- Pues más que una habitación parece que estás en un psiquiátrico con todo este color blanco.
Ambos se echaron a reír y Stephanie se acercó a las estanterías donde reposaban un montón de libros, películas, documentales… relacionados con todo tipo de perros. Eso la recordó a sus dos perros que había dejado en su casa y se preguntó si volvería a verlos. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas y antes de que fuese a más, Tom apareció por detrás y le dio ánimos.
- Venga nena, vamos a ver mi habitación…
Cuando llegaron a la suya que era la única que quedaba y estaba al lado de la de su novia, Tom entró decidido y por un momento creyó que estaba en su país. Sus ojos se iluminaron y es que la habitación estaba llena de banderas de México, dulces típicos de allí, fotos de su país, sombreros mexicanos colgaban de las paredes… y el color de las paredes era marrón clarito, uno de sus colores favoritos. La viveza de esa habitación hizo que el ánimo de Stephanie se levantara y una tremenda alegría le recorrió el cuerpo.
- Mira cariño, ahora estamos en mi país…- se acercó a su novia y lentamente la besó. Lo que aún no se imaginaban era que pronto acabaría toda aquella felicidad…

Quinto capítulo


Capitulo 5
LAS RESPUESTAS VUELAN ALTO

Después de unos cuantos segundos de confusión, Amy pudo tomar asiento en la única silla que quedaba por ocupar, justo al lado de Catherine. Ésta última pudo comprobar que su hermana pequeña estaba temblando de pies a cabeza probablemente a causa del miedo. Se acerco a ella y le tendió su jersey gris que aún no se había quitado y se dio de cuenta de que, a parte de ella y Jenny, nadie más lo llevaba, todos se habían cambiado antes de ir allí.
- Está bien Amy, cuéntanos cómo has llegado hasta aquí, dónde has estado mientras nosotros inspeccionábamos esta planta y sobre todo, qué has querido decir con eso de que tienes todas las respuestas –apremió Catherine que ahora comprendía que lo que aquella casa tenía de ella era su propia hermana-. Tú tranquila y con calma cuéntanos todo los que sepas.
Antes de empezar a hablar, Amy pudo notar como todos los amigos de la clase de su hermana estaban mirando hacia ella y echados hacia adelante para poder oír mejor lo que tuviera que decir y no perderse ni una palabra, sobre todo aquellos que estaban en el otro lado de la mesa como era el caso de Tom, Anna y Stephanie. No sabía como empezar, y la verdad es que no recordaba mucho, lo único que sentía en esos momentos era un terrible dolor de cabeza.
- Yo…eh… estaba en casa. Recuerdo que Catherine ya se había ido al instituto, pero yo… no quería ir. Después de un rato, oí un ruido en la planta baja… al principio creí que se trataba de un ratón o simplemente del viento. Aún así bajé las escaleras dispuesta a averiguarlo. Entré en la cocina que fue donde oí aquel ruido y… sí, ahora recuerdo… lo único que vi allí fue una palabra escrita con pintura roja.
- ¿Qué decía esa palabra? –preguntó Evelyn esperándose cualquier cosa.
- Ponía…cebo –continuó Amy con la mirada perdida y esforzándose todo lo posible por recordar algo más-. En ese momento me asuste mucho y fui a coger el teléfono para avisar a Catherine, pero antes de que pudiera marcar los números, recibí un duro golpe en la cabeza y…
-¿Y…? –preguntó desesperado Troy que aún no se creía que estuviese rodeado de aquellos estúpidos en lugar de estar con sus amigos haciendo piruetas para impresionar a los demás o montando en el skate.
- Pues lo siguiente que pasó fue que me desperté en una habitación pequeña y fría. Estaba totalmente oscuro y no sabía que hacía allí. Me levanté con muchos esfuerzos ya que la cabeza me dolía muchísimo. A tientas me puse a buscar la puerta y la encontré, pero no había forma de abrirla ya que no tenía ningún picaporte. Pensé que a lo mejor podría haber una ventana que estuviese tapada con algo y comencé a tantear todas las paredes hasta que por fin toqué un tablón de madera pegado en la pared. Tiré de él hasta que finalmente se abrió y entraron los rayos de luz a través de los gruesos barrotes que la custodiaban. Entonces pude ver mejor la habitación pero no había nada en ella, estaba completamente vacía. Pedí auxilio pero nadie contestaba, así que finalmente me senté a esperar pensando que nunca más volvería a salir de allí –Amy comenzó a sollozar recordando el miedo que había pasado-. Lo siento Catherine, debí haberte hecho caso, soy una estúpida.
- Tranquila, no pasa nada. Quienquiera que te haya hecho esto te habría encontrado igual en el instituto. No es culpa tuya.
- Pero… entonces, ¿cómo lograste salir de ahí? –preguntó Brian que no soportaba ver a su amiga tan preocupada como lo estaba ahora por su hermana. Se prometió así mismo que aquella persona que hubiera hecho esto lo pagaría.
- A partir de ese momento es cuando ocurrió lo más extraño. Yo estaba sentada como ya os he dicho cuando por debajo de la puerta vi aparecer un sobre. Había alguien al otro lado de la puerta pero no pude ver quién era. Me abalancé a por el sobre y pude ver un mensaje en su interior.
- ¿Qué había escrito? –intervino Jenny ansiosamente.
- Léelo tú misma, lo tengo aquí.
Amy se irguió para poder meter la mano en el bolsillo y sacar aquel sobre y la carta que había dentro. Temblorosa se lo tendió a Jenny y ésta comenzó a leer en alto.
- “Hola Amy, espero que te guste la sala, no tienes los pósteres de tu habitación pero es muy acogedora ¿no? Supongo que tendrás muchas preguntas en la cabeza pero aún no las voy a responder. Lo único que quiero que hagas ahora es que bajes a la planta de abajo cuando esta puerta se abra. Abajo estará esperando tu hermana con unos compañeritos suyos. Lo que tienes que hacer es enseñarles esta carta y decirles que las respuestas vuelan alto”.
- ¿Las respuestas vuelan alto? –Preguntó Stephanie- ¿qué quiere decir eso?
- No tengo ni idea –contestó Tom-, pero lo que más me preocupa es que alguien está jugando con nosotros y no sabemos quién es.
- Espera un momento –dijo pensativa Evelyn-, si alguien metió por debajo de la puerta esa carta, es posible que esa persona siga en esta casa.
- ¡¿Qué?! –Jenny estaba realmente asustada y no quería ni pensar en que hubiera alguien en la casa con ellos-. No aguanto más, voy a salir de este lugar, me da igual que la verja esté cerrada, no quiero quedarme más tiempo entre estas paredes. Catherine, dame la llave por favor, me voy de aquí –Jenny, una vez que tuvo la llave entre sus manos, se levantó y corriendo se fue al vestíbulo para salir por la puerta.
Los demás se quedaron en el salón pensando en el mensaje de Amy pero no sabían a que se refería con lo de que las respuestas volaban alto. Pensaban en ello cuando oyeron unos golpes en el vestíbulo y corriendo fueron a ver que pasaba. Cuando llegaron se encontraron a Jenny tirada en el suelo con las manos tapando su cara.
- ¿Qué ocurre Jenny? –preguntó Catherine preocupada por su amiga a la que aquello la estaba afectando más que a ninguno.
- ¡¡La llave no entra en la cerradura!! ¡¡No es la misma que la de fuera!! ¡¡Estamos encerrados, no podemos salir!! –gritó fuera de sí Jenny mientras se balanceaba en el suelo y notaba como algunos de sus compañero fueron a recogerla y a abrazarla y como otros probaban sin ningún resultado la llave en la cerradura
- Jenny tranquila, si quieres te ayudamos a salir por una ventana. La puerta no es la única salida –dijo Regina para tranquilizar a su amiga.
- Pues lo lleváis claro –rió Stella a la que aquella situación le parecía desmesurada-, están todas enrejadas…
- Espera yo tengo un móvil –Brian se metió las manos en un bolsillo y sacó el móvil pero al marcar un número vio que no había cobertura-. Me parece que ni siquiera podemos llamar a nadie.
- Vale a ver, vamos a tranquilizarnos –dijo Troy que por primera vez fue sensato-. De momento estamos aquí encerrados hasta que encontremos el modo de salir de aquí, y Jenny, te aseguro que lo encontraremos. Por ahora solo tenemos un mensaje y hasta que no sepamos lo que significa, lo mejor que podemos hacer es seguir investigando la casa.
- Yo estoy de acuerdo, aunque me duela –contestó Regina mientras echaba una mirada de asco a Troy.


Dicho esto, el grupo se dividió y cada uno fue a una zona de la casa. Catherine y Evelyn ayudaron a Jenny a ponerse en pie y descubrieron que detrás de la imponente escalera había más habitaciones. Llegaron a la primera puerta a la derecha y entraron. Alrededor de ellas se levantaban unas enormes estanterías que llegaban hasta la parte más alta de la habitación y forraban todas las paredes. La habitación tenía forma circular y una mesa de madera en el centro en la cual había unos cuántos libros tirados de forma desordenada. Mientras Jenny y Catherine miraban con asombro a su alrededor, Evelyn se acercó a la mesa y leyó algunos de los títulos: “El paraíso incierto”, “Destino trágico”, “La identidad de la muerte”…y muchos otros. Después de leer esto, Evelyn pensó que quienquiera que viviese allí, tenía unos gustos muy peculiares.
- Esto es asombroso, nunca había visto una biblioteca así –Catherine se encontraba muy a gusto allí dentro puesto que a ella le encantaba leer y estar allí era como estar en un sueño-. Es precioso.
- Sí que lo es, pero como todos los libros que haya en las estanterías sean como los que están en la mesa…
- ¿Por qué dices eso Evelyn? –preguntó extrañada Jenny que ya se había recuperado un poco de aquel ataque de nervios.
- Porque todos hablan de cosas extrañas como el destino, la muerte, aquello que está sin descubrir… es un poco macabro.
- Pues a mí me gustan ese tipo de libros –replicó Jenny con mirada seria.
- Y a mí, y a mí –corrigió rápidamente Evelyn a la vez que miraba de reojo a Catherine y descubría que se estaba riendo por lo bajo ante aquella situación-. Lo mejor será que salgamos de aquí y vayamos a buscar a los demás.
- Sí, será lo mejor.
Evelyn se alejó rápidamente del lado de Jenny a la que había llamado indirectamente macabra y salió al vestíbulo seguida de sus dos compañeras, pero allí no había nadie.


Troy, Anna y Stella entraron en la puerta contigua a la sala en la que habían entrado Jenny, Catherine y Evelyn. Cuando lo hicieron, fueron envueltos en una gran humedad y oscuridad. Después de tantear un tiempo por las paredes, dieron con el interruptor y cuando lo presionaron, de las paredes salieron luces azules que daban un aspecto marino a la habitación.
- Esto es lo más bonito que he visto en mi vida –dijo Anna.
Y es que en frente de ellos, había una piscina casi tan grande como la que había en el exterior pero esta era cubierta y de ella emanaban vapores que evidenciaban que aquella piscina era climatizada. Las paredes estaban llenas de dibujos marinos pintados en pequeños azulejos blancos y azules. Se distinguían sirenas, caracolas, olas, cangrejos… simulando que estaban en medio del océano. Stella no se lo podía creer, había estado yendo a natación toda su vida y era algo que le fascinaba, y ahora se encontraba en frente de aquella maravilla pensando que se daría en ella más de un baño y haría unos cuántos largos. También al fondo, en la parte izquierda, había una bonita sauna de color marrón que por su tamaño se podía suponer que era muy espaciosa.
- ¡Genial! Esto es como un hotel de lujo, si os soy sincera no me molesta en absoluto quedarme encerrada aquí unos cuantos días –exclamó Stella mientras se acercaba a la piscina para tocar el agua. Cuando lo hizo descubrió que estaba a una alta temperatura ideal para relajarse.
- Te aseguro que a mí tampoco me importa, y seguro que a Troy tampoco ¿verdad?
- Como me conoces cariño –dijo este mientras se acercaba a Anna y entre toda aquella humedad y esos vapores le daba un beso en la boca.
- Vale, vale, eh, estoy aquí, parad un poco ¿no? –Rió Stella a la vez que les salpicaba con el agua caliente de la piscina-. Anda, mejor que salgamos de aquí, me estoy asfixiando.
Los tres amigos salieron de aquella habitación y al salir al vestíbulo agradecieron el cambio de temperatura puesto que en la sala de la que salía comenzaba a hacer demasiado calor. Cuando bordearon la escalera se tropezaron en el camino con Jenny, Catherine y Evelyn que se disponían a subir las escaleras.
- Ni rastro de ningún interruptor –dijo Stella asustándolas ya que aún no les habían visto.
- Vaya, vaya, ¿qué os ha ocurrido? ¿Os habéis dado todos una ducha? –Preguntó Evelyn mirando sus ropas-. Nosotras tampoco hemos encontrado nada.
Troy, que hasta el momento no se había dado cuenta, notó como sus ropas estaban empapadas debido a la gran humedad de la piscina y de los vapores. Anna se dispuso a dar las explicaciones y todos ellos se intercambiaron información acerca de lo que habían descubierto.


-Amy, ¿puedes llevarme hasta dónde estabas encerrada? –preguntó Stephanie que había decidido acompañar a Amy hasta el cuarto donde había permanecido momentos antes para ver si podía descubrir algo sobre la persona que los había llevado allí o sobre el motivo de que estuvieran todos reunidos en aquella mansión.
- Sí, pero no se si me voy a acordar, nunca he estado aquí y sólo he recorrido el camino una vez.
- Tú tranquila, al menos lo vamos a intentar.
Ambas subieron las escaleras que llevaban a la planta superior viendo como algunos de sus compañeros se quedaban a investigar la planta baja. Cuando subían las escaleras, iban acompañadas de Tom, Brian y Regina, pero al llegar a arriba, tomaron caminos distintos. Amy condujo a Stephanie por el pasillo de la derecha, mientras que los demás torcían a la izquierda.
- Creo que hay que seguir todo recto, pero no estoy segura.
Stephanie miraba a los lados mientras seguía a Amy, y observó unos cuántos retratos de personas que probablemente habían vivido en aquella mansión y a juzgar por la apariencia de los cuadros y su antigüedad, se diría que ya no estaban vivos. Había algunos retratos de hombres y mujeres que parecía que seguían con la mirada a aquellas dos jóvenes asustadas. En todo aquel pasillo solo habían visto dos puertas, a parte de la que conducía al baño, y ambas, cuando Stephanie intentó abrirlas para ver que había en su interior, estaban cerradas.
- Sí, estoy segura de que es por aquí.
-¿Por qué estás tan segura? –preguntó extrañada Stephanie al recordar que Amy, tan solo unos minutos antes, no recordaba muy bien el camino.
- Lo sé por el cuadro –contestó a la vez que señalaba aquel retrato al que se refería.
Stephanie levantó la vista y vio a un bebé pintado con una niña un poco más mayor abrazado a él. El retrato estaba pintado de tal manera que parecía una foto real y, según explicó Amy, lo recordaba porque cuando lo vio por primera antes de bajar al piso inferior, había llamado su atención, pero no sabía el porqué. Siguieron caminando todo recto por el pasillo hasta que llegaron a otras dos puertas completamente distintas ya que una era de madera y la otra de acero.
- Es esta, la de acero –señaló Amy asustada al volver a ver aquel agujero del que momentos antes creyó que no saldría.
- Está bien, entraré yo, tú quédate aquí fuera, creo que es lo mejor para ti.
- ¡Ni hablar! Yo entraré contigo. Quiero ayudarte a buscar algo que identifique al cabrón que me metió aquí. Me las pagará. No sabe con quién se ha ido a meter –con un acto de valentía empujó la puerta para que se abriera ya que no había picaporte y se adentró en la habitación seguida de Stephanie que aún estaba anonada con las “bonitas” y sinceras palabras de Amy.
En el interior de la habitación, no había absolutamente ningún mueble ni ningún tipo de decoración como momentos antes había dicho Amy. El tablón que tapaba la ventana estaba en el suelo permitiendo así la entrada del reflejo de la luna. Aquella habitación era muy fría y sus paredes de piedra guardaban las bajas temperaturas haciendo de la sala un lugar hostil. Durante unos cuantos minutos se dedicaron a buscar cualquier cosa por el suelo, paredes y techos que evidenciara la presencia de alguien más en la casa, pero no encontraron nada a pesar de que estuvieron tanteando y rastreando cada rincón de la habitación.
- Aquí no hay nada, no hay rastro de nadie más –dijo Stephanie a la vez que se pasaba las manos por su ropa para limpiarse el polvo procedente del suelo.
- Vayámonos de aquí, comienzo a tener frío. Busquemos a los demás a ver si han encontrado algo.
Salieron de aquel lugar agradeciendo la temperatura del resto de la casa pero antes de deshacer el camino para ir en busca de los demás, Stephanie se dispuso a abrir la puerta de madera y, para su asombro, la puerta cedió. Cuando lo hizo, Stephanie y Amy vieron unas escaleras que llevaban a un piso más alto, pero la oscuridad dificultaba la visión y no se podía ver lo que había allá arriba.
- Subamos, a lo mejor ahí arriba haya algo –dijo Amy para incitar a Stephanie a que hiciera lo mismo porque sabía que ella no era tan valiente como aparentaba ser.
Las dos comenzaron a subir despacio los escalones a oscuras porque no habían encontrado ningún interruptor. Después de contar veinte empinados escalones, llegaron a otra puerta que con un ligero empujón se abrió produciendo un chirrido debido a su antigüedad. Estaban en un amplio desván lleno de objetos inservibles envueltos en telarañas. Encontraron de todo, desde una casa de muñecas en mal estado hasta una estatua griega. La mayoría de las cosas estaban colocadas en viejas estanterías que formaban diversos pasillos, pero lo demás estaba tirado por el suelo. Cada una de ellas tomó un pasillo distinto e investigaron y observaron todo lo que había a su paso. Amy cada vez estaba más asombrada y se preguntaba qué estaría haciendo en esos momentos su hermana mientras ella pasaba sus manos por todos aquellos objetos llenos de polvo. Entonces fue cuando lo vio. Allí, en la última estantería del pasillo, vislumbró un pequeño destello. Se acercó con unos pasos muy lentos y cuando llegó, vio lo que había producido aquel destello. Se trataba de un bonito cofre de oro que a diferencia del resto, estaba perfectamente limpio y cuidado. Parecía una cajita de música muy delicada. Amy recordaba haber visto algo parecido en alguna parte pero no recordaba dónde. Empezó a dar vueltas al pequeño cofre y vio una cerradura también tallada en oro en la cual cabría una llave prácticamente diminuta.
- ¡¡Stephanie!! ¡¡Mira lo que he encontrado!! –dijo a gritos Amy para que su compañera que estaba dos pasillos más lejos la oyera bien. En poco segundos Stephanie llegó a su lado para ver aquel descubrimiento. Cuando vio de qué se trataba quedó maravillada por la belleza de aquel cofre.
- Ábrelo para ver que hay en el interior…
- No puedo, se necesita una llave, ¿ves? –Dijo Amy a la vez que enseñaba la pequeña cerradura a Stephanie-. El caso es que este objeto me suena de algo.
- El cuadro…
- ¿Cómo dices?
- ¡Sí, el cuadro del bebé y la niña, allí estaba este cofre, en las manos de aquel bebé!
- ¡Claro! Por eso creí haberlo visto ya. Stephanie eres un genio.
- Una genia mejor dicho –corrigió Stephanie dando un toque de humor a toda esa situación.
Pero las expresiones de alegría de aquellas dos jóvenes duraron muy poco, porque al minuto, Amy comenzó a ponerse pálida.
- ¡¡Amy!! ¿Qué ocurre?
- Mira…-dijo casi entre susurros Amy dando la vuelta al cofre para que Stephanie pudiera ver la parte inferior. Cuando lo hizo se llevó las manos a la boca para evitar un pequeño grito. Allí, bajo aquel cofre, había pegada una foto de ellas dos, en la cual salían investigando la habitación en la que Amy había estado encerrada. Alguien les había hecho aquella foto sin que ellas se dieran cuenta. Pero lo peor es que ambas tenían la cara marcada con una cruz hecha con pintura roja…

domingo, 12 de julio de 2009

Cuarto capitulo


Capitulo 4
ANALIZANDO LOS HECHOS


Lo primero que vieron al entrar en aquel lugar fue un amplio recibidor en cuyo centro se encontraba una mesa enorme con un bonito jarrón lleno de flores en el centro. Justo detrás de ella se alzaban hacia el piso superior unas escaleras de madera con unas barandillas del mismo material y estaban recubiertas de una alfombra roja con unos detalles bordados en ella. Hacia la derecha había otra puerta que conducía al salón, que como el resto de habitaciones, era espectacular. Había una mesa mucho más grande que la del recibidor y en ella una serie de candelabros de oro que en ese momento estaban vacíos. En las paredes se situaban grandes estanterías en las cuales había libros antiguos, documentos desgastados y otros objetos de lujo que mejoraban aún más la decoración. Lo que más les sorprendió fue ver la gran lámpara de araña que colgaba del techo justo encima del centro de la mesa y el cuadro situado en la pared del fondo y que ocupaba todo el espacio en el cual habían dibujado un retrato de una mujer que parecía pertenecer a una alta clase social por el vestido tan imponente que llevaba puesto y todas las joyas que adornaban su cuerpo de mediana edad. Su nariz era un poco aguileña, tenía dibujada una ligera sonrisa y parecía que sus grandes ojos negros les estaban mirando continuamente Esto hizo que se olvidaran un poco del extraño acontecimiento de la llave, cosa que Catherine agradecía porque la costaba creer que su abuela metiera esa llave en el collar sabiendo que algún día la utilizaría. Brian, Regina y Evelyn, los más curiosos, decidieron echar un vistazo a la parte izquierda de la casa y tras abrir una puerta se encontraron con una amplia e impecable cocina. En la parte frontal estaba el fogón y un horno de piedra como los que existían en épocas anteriores. En la pared de la izquierda, colgados de la pared, se encontraron con todos aquellos utensilios que se pueden utilizar a la hora de cocinar y una pequeña mesa blanca con sus asientos del mismo color pegada a la pared. En la parte derecha se situaba un mueble lleno de cajones en los cuales, pensaban, se guardaría la cubertería y a su lado una nevera que al abrirla, para sorpresa de ellos, vieron que estaba llena de alimentos y bebidas.
- ¡Mirad! Está llena -exclamó Evelyn a la que todo aquello le parecía muy divertido. Nunca se había visto envuelta en un acontecimiento tan extraño y eso la motivaba para permanecer allí un rato más.
- Es como si alguien nos hubiera estado esperando aquí todo este tiempo… -pensó Regina que desde el acontecimiento de la llave no salía de su asombro.
- Sí, y posiblemente sea la misma persona que nos dejó los mensajes y las pinturas –Brian siempre había querido resolver un misterio, posiblemente a raíz de todas aquellas series policíacas de televisión que nunca se perdía. Ahora se encontraba en el interior de uno de ellos y no pensaba desaprovechar la ocasión-. Tenemos que avisar a los demás y reunirnos para aclarar todo lo que nos ha pasado hasta este momento, a lo mejor así sacamos algo en claro.
- Lo dudo –contestó Regina que por un lado se alegraba de estar allí ya que si no estaría interna en uno de esos colegios que parecen cuarteles militares lejos de sus amigos-, sobre todo porque hay gente a la que no le gusta mucho la colaboración.
- Regina, no empieces…


Cuando llegaron al salón, ninguno de sus compañeros se había movido. Cada uno de ellos estaba en una punta de la sala observando y tocando todo lo que se encontraban en su camino. Al fondo, frente al cuadro, estaba Stephanie junto a Tom que no quitaban ojo a aquella mujer que seguramente sería la dueña de la casa, si es que no había muerto.
- ¡Un momento, escuchadme todos! –Gritó Brian con el fin de que todo el mundo le oyera perfectamente-. A la vista está que todo lo que nos ha pasado en las últimas horas han sido un conjunto de sucesos muy extraños a los que no encontramos una explicación lógica. Lo mejor que podemos hacer ahora que estamos todos juntos es sentarnos alrededor de esta maravillosa mesa y analizar y aportar todas las ideas posibles para esclarecer el asunto.
Todos los que allí se encontraban hicieron caso y cada uno de ellos tomó asiento en aquellas sillas de caoba ocupando todos los asientos menos uno.
- Está bien, analicemos los hechos –comenzó a decir Regina sin tiempo a acabar porque esta vez fue Stella quien interrumpió.
- ¿Esto qué es? ¿Una rueda de prensa, un reconocimiento médico o estamos tomando declaración en una comisaría?. Por favor, parecemos niños pequeños con todo esto, aquí lo único que pasa es que alguien nos ha querido gastar una broma trayéndonos hacia aquí, nada más, estáis haciendo de esto una gran montaña.
- ¿Ah sí? Entonces si piensas eso quizá puedas explicarnos lo de la pintura en las taquillas, las notas, la verja, la llave de Catherine…-replicó Regina.
- Esperad, no os adelantéis. Todo esto comenzó esta mañana cuando recibimos las notas y las famosas pinturas rojas en el instituto. Había diez taquillas marcadas, justo las de las diez personas que ahora nos encontramos aquí sentadas, con esta dirección –manifestó Tom haciendo una pequeña retrospección sobre los hechos.
- Sí, y al parecer lo hizo una persona que nos conoce perfectamente ya que las pinturas se correspondían con los miedos o gustos de cada uno de nosotros. A mí por ejemplo me dibujaron una araña que particularmente me espanta –siguió explicando Stephanie subiendo el tono de voz para que no volviera a ocurrir lo mismo que anteriormente en la escalinata.
- Entonces, si eso es verdad, nos han estado vigilando todos estos días, estudiando nuestros movimientos y aficiones, nuestros miedos e inseguridades, incluso nuestras personalidades ya que yo vine porque en mi nota ponía que esta casa tenía algo que me pertenecía, cosa que por cierto no he encontrado; si no llega a poner eso, yo no habría venido, y la persona que nos escribió las notas lo sabía, por ese motivo utilizó una pertenencia mía como cebo –comentó Catherine que cada vez entendía menos lo que estaba pasando, sobre todo había una cosa que no se le iba de la cabeza: la llave.
- Otro hecho extraño fue lo de la verja. Yo estaba dispuesta a marcharme con Catherine pero a pocos pasos de la salida, alguien hizo que la verja se cerrara para que no pudiéramos salir ni nosotras ni nadie de los que aquí estamos –continuó analizando Jenny con una gran rabia porque ella no quería estar allí. La situación había dejado de gustarle hacía mucho tiempo.
- Después ocurrió lo de la llave –dijo Troy mirando de forma sospechosa a Catherine-. Si no recuerdo mal, el collar te lo regaló tu abuela antes de morir, ¿no es verdad?
- Sí, pero…
- Cuando estabas frente a la puerta, de repente abriste el colgante y de él cayó la llave que necesitábamos para abrirla –continuó Troy-. ¿Por qué había una llave dentro del colgante de tu abuela?
- No lo sé. Lo que pasó fue que recordé unas palabras que ella me dijo al regalármelo. Yo nunca supe hasta este momento lo que había en el interior, ni siquiera sabía que hubiese algo. Cuando lo abrí me llevé la misma sorpresa que todos vosotros. De verdad, ¡creedme! –suplicó Catherine al ver la cara de desconfianza que tenían todos sus compañeros.
- Está bien Catherine te creemos, tranquila –dijo Evelyn con un tono tranquilizador a la vez que alargaba las manos hacia ella para que se las cogiera.
- Yo no me creo nada de eso. Es muy extraño que tú precisamente tuvieras la llave. Yo tengo otra teoría: creo que el culpable de todo lo que ha pasado se encuentra entre nosotros, aquí y en este momento. Y el acontecimiento de la llave afirma mi teoría, creo que esa persona es Catherine –manifestó Anna contenta de su idea ya que pensaba que así era como había ocurrido todo y que detrás de esos sucesos se encontraba la mano de Catherine
- ¡No! ¡No! ¡Por favor no lo creáis! Yo no he hecho nada.
- Calma, calma. Es muy pronto para creer en eso. Anna, mejor que te quedes calladita durante un buen rato. No queremos oír más estupideces en estos momentos. Gracias –soltó en un tono grave Regina que no aguantaba el trato que estaban teniendo con Catherine y sabía que ella no era culpable de nada. Cualquiera pudo meter la llave en el colgante.
- Por último –continuó Evelyn-, quería comentar el hecho de que cuando hemos ido a la cocina Brian, Regina y yo y hemos abierto la nevera, estaba llena, como si alguien nos estuviese esperando y supiera que vendríamos. Parece que esa persona quiere que pasemos aquí unos días.
- Genial –ironizó Brian- lo único que hemos sacado en claro es que alguien nos ha estado vigilando y esa persona quería que viniésemos aquí, pero, ¿para qué?
En ese mismo instante, cuando ya estaba anocheciendo, se encendió la gran lámpara encima de sus cabezas. A sus espaldas, un ruido les hizo volverse a mirar y pudieron ver como la puerta del salón se abría poco a poco produciendo un pequeño chirrido. Sus corazones se aceleraron y les entró verdadero miedo. Se quedaron quietos hasta que la puerta se abrió del todo y se dibujo una pequeña silueta envuelta en sombra por el efecto de la luz. Entonces, aquella sombra habló:
- Creo que yo tengo todas las respuestas –dijo a la vez que andaba hacia delante para que todos pudieran ver quién era. Catherine se levantó rápidamente de la silla haciéndola caer y cuando hablo parecía que la voz nunca la saldría.
- ¡¡¡Amy!!!