Capitulo 9
LAS VIDAS DE LOS DEMÁS ESTÁN EN JUEGO
- ¿De qué va todo esto? –Stephanie no se atrevía a salir después de ver los oscuros y tenebrosos pasillos y permanentemente hablaba con Brian porque su voz la tranquilizaba o quizá lo hacía el simple hecho de hablar con alguien-. ¿Dónde estoy? ¿Dónde están los demás?
Brian veía todos los movimientos de Stephanie a través de la pantalla del televisor.
- Escúchame Stephanie, estás dentro de un nuevo juego en el cuál alguien va a morir, lo único que sé seguro es que no serás tú. Me han hecho elegir a uno de vosotros para llevar a cabo el juego y te elegí a ti. En cuanto a dónde estás, no lo sé, lo único que sé es que estás en alguna parte de esta casa, pero desconozco exactamente dónde.
- He leído que tú tienes instrucciones que darme –Stephanie notaba como su voz se entrecortaba debido al miedo y como la temblaba, lo único que realmente la reconfortaba era saber que su vida estaba segura de momento.
- Sí, recibí un mensaje en el cuál explicaba el objetivo del juego, y si llego a saber antes de qué iba todo esto quizá no te hubiese elegido a ti, pues tienes una gran responsabilidad sobre tus hombros, que los demás salgan con vida depende de ti. Lo que tienes que hacer es encontrar los lugares en los cuales están encerrados los demás y sacarlos, para ello deberás encontrar primero las llaves. Aquel al que no encuentres al final de la partida…-a Brian le costó enormemente decir lo siguiente y más al ver las caras que estaba poniendo Stephanie de sufrimiento y desesperación-, morirá. A partir de ahora todo esta en tus manos, yo desde aquí veré todos tus movimientos, pero no podré volver a comunicarme contigo. Debes ser valiente y hacer todo lo posible por salvar a los demás, desde aquí te mando toda mi energía.
En ese justo momento, la comunicación se cortó y Stephanie volvió a quedarse sola sumida en aquel horrible y siniestro silencio. Todo lo que Brian le había contado no se lo podía creer, y solo de pensar que de alguna forma ella tendría la culpa de que uno de sus amigos muriera deseaba hacerlo ella. Cerró un momento los ojos y trató de apartar el miedo de su mente y armarse de valor para emprender el camino, una vez que los abrió, salió de la celda y entró en los pasillos.
Ante ella se extendían tres pasillos iluminados tenuemente a través de unas cuántas luces de neón de color azul que estaban pegadas a las paredes y que de vez en cuando se apagaban para volverse a encender a los pocos segundos, los suelos estaban llenos de charcos en los que sonaban las gotas que caían de las goteras del techo y en alguna ocasión se oían los ruidos producidos por ratas y ratones que vagaban por el suelo alrededor de Stephanie. Ella trató de no pensar en ellos y decidió entrar por el pasillo del centro. Todo aquello parecía una casa del terror y el ambiente era totalmente hostil y húmedo, típico de las películas de miedo. No sabía que se encontraría por aquel pasillo, pero prefería no saberlo. Trató de no pegarse mucho a las paredes y seguir por el centro del pasillo hasta el final para evitar así el contacto con aquellos pequeños roedores. Entonces se acordó de su horrible colgante y lo agarró con sus manos al mismo tiempo que se acordaba de Tom y esperaba no encontrarlo el último…
En una de las paredes de aquel túnel, vio un corazón, el mismo que Troy encontró en su collar y en su taquilla. Siguió caminando y encontró una puerta de hierro como la que había en la celda en la que había estado anteriormente. Había encontrado a alguien aunque no sabía a quién, pero desconocía cómo abrir aquella puerta.
- ¡Hola, soy Stephanie! ¿Quién hay ahí dentro? –preguntó con la cara pegada a la puerta y en voz alta para que quienquiera que allí estuviese la oyera.
- Vaya, vaya. Parece que la monjita ha aprendido a hablar alto.
Stephanie ya sabía quién había allí, era Troy. No pudo evitar sentir una gran desilusión al comprobar que no era Tom pero aún así haría lo posible por sacar a Troy de allí. Al lado de la puerta encontró en la pared un hueco en cuyo interior, al fondo, había colgada una pequeña llave. Se agachó y alargó el brazo para llegar hasta ella, aunque la costó un poco, finalmente logró agarrarla y al tirar de ella para sacarla, accionó un mecanismo que hizo que por todo el hueco donde ella había metido el brazo, salieran llamas que comenzaron a quemar su piel. Sentía como el fuego quemaba todos sus músculos y no pudo evitar un gran grito de dolor. Sacó el brazo lo más rápido posible y observó que tenía quemaduras y su piel estaba resquebrajada en diversos puntos debido al calor. Había sido horrible y no quería ni imaginarse lo que tendría que hacer para lograr las demás llaves. Introdujo la que tenía en la celda y Troy salió de ella verdaderamente agradecido y preocupado, a pesar de todo, por Stephanie.
- ¿Estás bien? Muchas gracias por haberme sacado de ahí dentro -Troy comenzó a arrepentirse por el trato que había tenido con ella unas horas atrás-. Siento todo lo que te he dicho hasta ahora y me gustaría hacer algo para que me perdones…
- Tranquilo, no pasa nada –Stephanie estaba agarrando su brazo magullado y se lo miraba mientras de sus ojos caían lágrimas de dolor-. Tenía que hacerlo.
Ambos reemprendieron el camino por aquellos pasillos sin hablarse entre ellos aunque alguna vez se lanzaban una mirada que reflejaba tremendo terror. Giraron a la derecha y llegaron a un callejón sin salida lleno de ratas, entonces deshicieron el camino y giraron por el camino de la izquierda. Fue entonces cuando vieron otro dibujo en la pared, esta vez era una abeja, y oyeron unos golpes cerca de ellos. Siguieron caminando y descubrieron que el ruido provenía de una nueva celda en la cual Regina estaba dando patadas a la puerta desesperadamente.
- Parece ser que los dibujos en las paredes señalan quién está encerrado en cada celda…
- Más que eso –puntualizó Troy mirando hacia la pared-, también marcan el lugar en el que están las llaves.
Stephanie siguió la mirada de Troy y encontró el mismo hueco en el muro que había en la celda de Troy, pero esta vez, en el interior había un panel de abejas en cuyo centro estaba la llave…
- ¡¿Qué hacéis ahí fuera?! Sacadme de aquí –gritó Regina que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Troy sentía que le debía su vida a Stephanie y por lo tanto se decidió a ser él el que metiera la mano para sacar la llave, además Stephanie ya tenía suficiente con su mano quemada y sus dolores. Intentó hacerlo lo más sigilosamente posible evitando tocar el panel de abejas hasta que fuera inevitable. Cuando su mano estuvo a la altura del panel, con los ojos cerrados, le asestó un buen puñetazo y todas las abejas comenzaron a revolotear. Troy notaba miles de picaduras por toda su mano mientras tanteaba la superficie buscando la maldita llave. Cuando por fin la tuvo en su mano, la agarró con firmeza y sacó la más rápidamente posible la mano de aquel maldito enjambre. Notó un gran escozor en ella y sintió el veneno de las abejas correr por su sangre, pero a pesar del dolor, se sobrepuso y metió la llave en la hendidura. Regina estaba a salvo…
Después de haber contado a Regina la situación en la que se encontraban y todo lo que había pasado, habían decidido dividirse para buscar a los demás mucho más rápido. Regina, después de salir de su celda, no pudo evitar un grito ahogado al ver el brazo de sus dos compañeros y creía que era horrible lo que les estaban obligando a hacer. En esos momentos deseaba haber estado en el internado, al fin y al cabo, allí habría estado a salvo. Estaba pensando en todo ello cuando en una pared vio, a pesar de la oscuridad de aquellos túneles de los que creía que nunca saldría debido a los múltiples caminos sin salida, un dibujo pintado con pintura roja, era un ojo. Siguió caminando ahora más atenta que antes hasta que descubrió, como se imaginaba, el lugar donde estaba encerrada Stella. En cambio, no encontró ningún hueco en la pared donde estuviera la llave ni ninguna señal de que ésta estuviese por algún lado. Después de investigar un poco más a fondo el lugar, se dio cuenta de que la puerta no tenía cerradura, sino un pequeño panel negro en su lugar. En ese momento supo lo que era, se trataba de un identificador de retinas y para que la puerta se abriera debía colocar enfrente de aquel panel uno de sus ojos. Mientras se agachaba para hacerlo, pensó que había tenido suerte al no tener que sufrir dolor para conseguir abrir la puerta, pero se equivocaba. Al apoyar el ojo derecho sobre la placa, un láser empezó a quemar todo su ojo a la vez que lo identificaba. Regina soltó un grito escalofriante que se oyó en todos aquellos túneles y pensó en apartar la cara de aquella cosa, pero debía liberar a Stella a pesar de su mala relación. El láser seguía de un lado al otro del ojo quemando toda la retina y de él comenzó a salir humo y despedir calor. Después todo pasó y la puerta se abrió a la vez que Stella salía al exterior y fue corriendo a averiguar que le había sucedido a Regina que estaba tirada en el suelo de dolor con la mano tapándose el ojo derecho. Se había quedado sin visión en dicho ojo…
A Stephanie ya se le había pasado un poco el dolor de las quemaduras y de vez en cuando se mojaba el brazo con los charcos que había en aquellos túneles para aliviarse el escozor a pesar de que aquella agua daba verdadera repugnancia. Después de haber pasado por caminos sin salida y de recorrer los mismos túneles en círculos, se metió por el único que le quedaba y tras dar unos cuántos pasos supo que iba por el camino correcto. En la pared de la izquierda, vislumbró un dibujo que la hizo volver a sentirse bien y le subió mucho el ánimo, era una jeringuilla, el dibujo de Tom, por fin le había encontrado. Sin poder evitarlo, cuando llegó frente a la puerta de la celda, gritó el nombre de Tom.
- ¿Stephanie? ¿Qué haces aquí? ¿Qué está pasando?
- Tú tranquilo, ahora te lo explicaré, pero antes voy a sacarte de aquí.
Buscó el mismo hueco que en las ocasiones anteriores pero lo único que encontró fue una pasillo contiguo a la puerta de la celda que estaba más iluminado que el resto. Lo recorrió con cierto temor en su cuerpo hasta que llegó al final y se encontró con un gran hoyo del tamaño de una piscina en el suelo. En uno de los laterales encontró una escalera y comenzó a descender. Poco a poco pudo ver que aquella piscina no contenía agua, sino jeringuillas, miles y miles de jeringuillas. En el centro pudo ver una urna y en su interior una llave. Sabía que aquello dolería, pero debía salvar a su novio y no importaba lo que sucediera. Apoyó uno de sus pies con cuidado en el suelo para evitar el contacto con aquellas agujas pero era imposible, comenzaron a clavarse en sus talones, tobillos y plantas de los pies y Stephanie tenía la misma sensación de andar sobre cristales. A pesar del dolor que aquellas agujas la infundían en los pies, llegó hasta la urna y sacó la llave. Por fin sacaría de allí a Tom. Volvió a la escalera dando pasos muy largos para pisar lo menos posible aquel suelo lleno de jeringuillas y salió al exterior. Corriendo fue directa a la celda de Tom y metiendo la llave, la puerta se abrió y Tom salió corriendo a abrazar y besar a su novia.
- Lo conseguiste cariño, ahora explícame lo que está ocurriendo.
Troy aún no había encontrado a nadie y se preguntaba si Anna ya estaría a salvo. La respuesta se presentó antes de lo que esperaba ya que vio una guadaña en la pared que quedaba frente a él. Se dirigió corriendo hacia allí y al doblar la esquina se encontró con una puerta al final y la llave ya puesta en la cerradura, pero entre la puerta y él, había un suelo lleno de objetos punzantes que sobresalían. Tenía que atravesar todo aquello para llegar a Anna. Pero, ¿debía hacerlo?, y lo más importante, ¿quería hacerlo?. Después de todo Anna se había enfadado terriblemente con él y había dañado su orgullo, nada le motivaba a salvarla y menos sabiendo que tenía que acuchillarse la planta de los pies para ello.
Pasaron dos minutos hasta que volvió en sí y sacó esos pensamientos de su cabeza. Anna era su novia, debía salvarla. Realmente no sabía que le había pasado para pensar así. Aún con el escozor de las picaduras de las abejas, comenzó a avanzar por aquel campo punzante. Notó como en las plantas de sus pies se clavaban aquellas puntas y la sangre salía a borbotones de ellas dejando un gran rastro tras él. Apoyó cada una de sus manos en cada lado de la pared para hacer fuerza contra ella y así poder restar peso a su cuerpo y que los objetos punzantes se clavaran lo menos posible. Todo aquel camino se le hizo eterno y cada paso que daba era una terrible pesadilla cuando las puntas se clavaban en heridas ya abiertas o abrían otras nuevas. Finalmente llegó al final y se tiró al suelo, no podía andar, tenía los pies llenos de profundas heridas y llenos de sangre. Se arrastró por el suelo con grandes esfuerzos hasta llegar a la cerradura y alzando el brazo logró girar la llave. Del interior salió una preocupada y asustada Anna debido a los gritos y alaridos de Troy, y fue corriendo a auxiliarle y a limpiarle las heridas con el agua del suelo. Se sintió realmente arrepentida por la pelea que habían tenido en la cocina y agarrándole la cabeza le dio un beso. Ya solo quedaban tres personas encerradas, y sólo dos se salvarían…
- Ese cabrón se va a enterar cuando demos con él, mira lo que ha hecho a tu brazo y tus pies –Tom estaba realmente enfadado por todo el daño que había recibido su novia y a la vez estaba enormemente agradecido por haberle salvado.
- Primero tenemos que encontrar a los que faltan Tom, el tiempo se acaba…
Tom, ahora que estaba en libertad, no dudo ni un momento en proteger a su novia y junto a ella, emprendieron el camino por aquellos húmedos y oscuros pasillos. Agudizaron los oídos para escuchar hasta el más mínimo ruido que señalara la posición de alguno de sus amigos. Después de doblar por varios pasillos, vieron aquel símbolo oriental que tanto le gustaba a Catherine en la pared de la izquierda y pronto vislumbraron una nueva puerta.
- Aquí debe de estar Catherine –Stephanie fue corriendo a la puerta para confirmar su teoría que resultó ser cierta.
Después de buscar y tantear todos los muros, no vieron ni rastro de ninguna llave. Tom volvió a sacar de su bolsillo el famoso mechero y fue alumbrando poco a poco cada milímetro de la estancia y finalmente descubrió una urna a unos cuántos pasos de ellos.
- Yo iré Stephanie, tú quédate aquí con Catherine…
- Ten cuidado.
Tom fue acercándose con el mechero en la mano y notando su calor y cuando llegó a la urna la alumbró y descubrió la llave en el fondo, pero no solo había una llave, la urna estaba llena de todo tipo de insectos y otros bichos, además de algunas serpientes y tarántulas… Cerrando los ojos para evitar ver a aquellos seres y despacio para no enfurecer a aquellas bestias metió el brazo. De vez en cuando abría un poco los ojos para comprobar que la mano se dirigía a la llave o en cambio lo hacía hacia alguna serpiente. Después de asegurarse de la dirección, siguió bajando el brazo hasta que sus dedos tocaron la llave, pero también tocaron una piel húmeda y resbaladiza y notaba como unas cuantas patas peludas trepaban por su mano. Dio un fuerte tirón a la llave y sacó el brazo a la vez que caían todo tipo de bichos de ella. Afortunadamente no había sentido ninguna mordedura ni ningún otro tipo de ataque. Respiró aliviado y se dirigió a la puerta donde estaba esperando Stephanie. Introdujo la llave en la celda y la giró haciendo que la puerta se abriera. Entonces vieron a Catherine sentada en el suelo y apoyada en una pared, cuando ésta se dio cuenta de la presencia de los demás, se levantó y corriendo fue a abrazarles. Después de preguntar sobre que le había pasado en el brazo y pies a Stephanie, la contaron todo lo sucedido y pensó en su hermana preguntándose si ya habría logrado salir de su celda. Pero eso solo lo podía saber una persona…
Brian estaba realmente asustado viendo a sus compañeros y a pesar de que se alegraba de todos aquellos que lograban salir de las celdas, se sentía horrorizado y dolido por todo lo que tenían que soportar para liberarlos. Él podía ver quién quedaba encerrado y los caminos que llevaban a ellos, así como el trayecto que seguían sus amigos. Aún quedaban dos celdas por abrir, aunque una de ellas no lo haría y en su interior estaban Amy y Evelyn, la vida de una de las dos llegaba a su fin y no podían hacer nada por evitarlo. Estaba sentado frente al televisor cuando la pantalla de éste quedó totalmente en negro y apareció un mensaje en la pantalla que decía:
“Las reglas del juego no han sido respetadas, sólo tu elegida podía buscar al resto y nadie la debía ayudar. Como consecuencia, deberás entrar en juego. Lo que tienes que hacer es encontrar la entrada que lleva a todos esos pasillos y así sacar a los compañeros que estén libres, si no lo logras, la puerta se cerrará y todos ellos quedarán encerrados… para siempre. Ah, se me olvidaba, tienes para ello solamente diez minutos, si el tiempo se agota…morirán”.
LAS VIDAS DE LOS DEMÁS ESTÁN EN JUEGO
- ¿De qué va todo esto? –Stephanie no se atrevía a salir después de ver los oscuros y tenebrosos pasillos y permanentemente hablaba con Brian porque su voz la tranquilizaba o quizá lo hacía el simple hecho de hablar con alguien-. ¿Dónde estoy? ¿Dónde están los demás?
Brian veía todos los movimientos de Stephanie a través de la pantalla del televisor.
- Escúchame Stephanie, estás dentro de un nuevo juego en el cuál alguien va a morir, lo único que sé seguro es que no serás tú. Me han hecho elegir a uno de vosotros para llevar a cabo el juego y te elegí a ti. En cuanto a dónde estás, no lo sé, lo único que sé es que estás en alguna parte de esta casa, pero desconozco exactamente dónde.
- He leído que tú tienes instrucciones que darme –Stephanie notaba como su voz se entrecortaba debido al miedo y como la temblaba, lo único que realmente la reconfortaba era saber que su vida estaba segura de momento.
- Sí, recibí un mensaje en el cuál explicaba el objetivo del juego, y si llego a saber antes de qué iba todo esto quizá no te hubiese elegido a ti, pues tienes una gran responsabilidad sobre tus hombros, que los demás salgan con vida depende de ti. Lo que tienes que hacer es encontrar los lugares en los cuales están encerrados los demás y sacarlos, para ello deberás encontrar primero las llaves. Aquel al que no encuentres al final de la partida…-a Brian le costó enormemente decir lo siguiente y más al ver las caras que estaba poniendo Stephanie de sufrimiento y desesperación-, morirá. A partir de ahora todo esta en tus manos, yo desde aquí veré todos tus movimientos, pero no podré volver a comunicarme contigo. Debes ser valiente y hacer todo lo posible por salvar a los demás, desde aquí te mando toda mi energía.
En ese justo momento, la comunicación se cortó y Stephanie volvió a quedarse sola sumida en aquel horrible y siniestro silencio. Todo lo que Brian le había contado no se lo podía creer, y solo de pensar que de alguna forma ella tendría la culpa de que uno de sus amigos muriera deseaba hacerlo ella. Cerró un momento los ojos y trató de apartar el miedo de su mente y armarse de valor para emprender el camino, una vez que los abrió, salió de la celda y entró en los pasillos.
Ante ella se extendían tres pasillos iluminados tenuemente a través de unas cuántas luces de neón de color azul que estaban pegadas a las paredes y que de vez en cuando se apagaban para volverse a encender a los pocos segundos, los suelos estaban llenos de charcos en los que sonaban las gotas que caían de las goteras del techo y en alguna ocasión se oían los ruidos producidos por ratas y ratones que vagaban por el suelo alrededor de Stephanie. Ella trató de no pensar en ellos y decidió entrar por el pasillo del centro. Todo aquello parecía una casa del terror y el ambiente era totalmente hostil y húmedo, típico de las películas de miedo. No sabía que se encontraría por aquel pasillo, pero prefería no saberlo. Trató de no pegarse mucho a las paredes y seguir por el centro del pasillo hasta el final para evitar así el contacto con aquellos pequeños roedores. Entonces se acordó de su horrible colgante y lo agarró con sus manos al mismo tiempo que se acordaba de Tom y esperaba no encontrarlo el último…
En una de las paredes de aquel túnel, vio un corazón, el mismo que Troy encontró en su collar y en su taquilla. Siguió caminando y encontró una puerta de hierro como la que había en la celda en la que había estado anteriormente. Había encontrado a alguien aunque no sabía a quién, pero desconocía cómo abrir aquella puerta.
- ¡Hola, soy Stephanie! ¿Quién hay ahí dentro? –preguntó con la cara pegada a la puerta y en voz alta para que quienquiera que allí estuviese la oyera.
- Vaya, vaya. Parece que la monjita ha aprendido a hablar alto.
Stephanie ya sabía quién había allí, era Troy. No pudo evitar sentir una gran desilusión al comprobar que no era Tom pero aún así haría lo posible por sacar a Troy de allí. Al lado de la puerta encontró en la pared un hueco en cuyo interior, al fondo, había colgada una pequeña llave. Se agachó y alargó el brazo para llegar hasta ella, aunque la costó un poco, finalmente logró agarrarla y al tirar de ella para sacarla, accionó un mecanismo que hizo que por todo el hueco donde ella había metido el brazo, salieran llamas que comenzaron a quemar su piel. Sentía como el fuego quemaba todos sus músculos y no pudo evitar un gran grito de dolor. Sacó el brazo lo más rápido posible y observó que tenía quemaduras y su piel estaba resquebrajada en diversos puntos debido al calor. Había sido horrible y no quería ni imaginarse lo que tendría que hacer para lograr las demás llaves. Introdujo la que tenía en la celda y Troy salió de ella verdaderamente agradecido y preocupado, a pesar de todo, por Stephanie.
- ¿Estás bien? Muchas gracias por haberme sacado de ahí dentro -Troy comenzó a arrepentirse por el trato que había tenido con ella unas horas atrás-. Siento todo lo que te he dicho hasta ahora y me gustaría hacer algo para que me perdones…
- Tranquilo, no pasa nada –Stephanie estaba agarrando su brazo magullado y se lo miraba mientras de sus ojos caían lágrimas de dolor-. Tenía que hacerlo.
Ambos reemprendieron el camino por aquellos pasillos sin hablarse entre ellos aunque alguna vez se lanzaban una mirada que reflejaba tremendo terror. Giraron a la derecha y llegaron a un callejón sin salida lleno de ratas, entonces deshicieron el camino y giraron por el camino de la izquierda. Fue entonces cuando vieron otro dibujo en la pared, esta vez era una abeja, y oyeron unos golpes cerca de ellos. Siguieron caminando y descubrieron que el ruido provenía de una nueva celda en la cual Regina estaba dando patadas a la puerta desesperadamente.
- Parece ser que los dibujos en las paredes señalan quién está encerrado en cada celda…
- Más que eso –puntualizó Troy mirando hacia la pared-, también marcan el lugar en el que están las llaves.
Stephanie siguió la mirada de Troy y encontró el mismo hueco en el muro que había en la celda de Troy, pero esta vez, en el interior había un panel de abejas en cuyo centro estaba la llave…
- ¡¿Qué hacéis ahí fuera?! Sacadme de aquí –gritó Regina que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
Troy sentía que le debía su vida a Stephanie y por lo tanto se decidió a ser él el que metiera la mano para sacar la llave, además Stephanie ya tenía suficiente con su mano quemada y sus dolores. Intentó hacerlo lo más sigilosamente posible evitando tocar el panel de abejas hasta que fuera inevitable. Cuando su mano estuvo a la altura del panel, con los ojos cerrados, le asestó un buen puñetazo y todas las abejas comenzaron a revolotear. Troy notaba miles de picaduras por toda su mano mientras tanteaba la superficie buscando la maldita llave. Cuando por fin la tuvo en su mano, la agarró con firmeza y sacó la más rápidamente posible la mano de aquel maldito enjambre. Notó un gran escozor en ella y sintió el veneno de las abejas correr por su sangre, pero a pesar del dolor, se sobrepuso y metió la llave en la hendidura. Regina estaba a salvo…
Después de haber contado a Regina la situación en la que se encontraban y todo lo que había pasado, habían decidido dividirse para buscar a los demás mucho más rápido. Regina, después de salir de su celda, no pudo evitar un grito ahogado al ver el brazo de sus dos compañeros y creía que era horrible lo que les estaban obligando a hacer. En esos momentos deseaba haber estado en el internado, al fin y al cabo, allí habría estado a salvo. Estaba pensando en todo ello cuando en una pared vio, a pesar de la oscuridad de aquellos túneles de los que creía que nunca saldría debido a los múltiples caminos sin salida, un dibujo pintado con pintura roja, era un ojo. Siguió caminando ahora más atenta que antes hasta que descubrió, como se imaginaba, el lugar donde estaba encerrada Stella. En cambio, no encontró ningún hueco en la pared donde estuviera la llave ni ninguna señal de que ésta estuviese por algún lado. Después de investigar un poco más a fondo el lugar, se dio cuenta de que la puerta no tenía cerradura, sino un pequeño panel negro en su lugar. En ese momento supo lo que era, se trataba de un identificador de retinas y para que la puerta se abriera debía colocar enfrente de aquel panel uno de sus ojos. Mientras se agachaba para hacerlo, pensó que había tenido suerte al no tener que sufrir dolor para conseguir abrir la puerta, pero se equivocaba. Al apoyar el ojo derecho sobre la placa, un láser empezó a quemar todo su ojo a la vez que lo identificaba. Regina soltó un grito escalofriante que se oyó en todos aquellos túneles y pensó en apartar la cara de aquella cosa, pero debía liberar a Stella a pesar de su mala relación. El láser seguía de un lado al otro del ojo quemando toda la retina y de él comenzó a salir humo y despedir calor. Después todo pasó y la puerta se abrió a la vez que Stella salía al exterior y fue corriendo a averiguar que le había sucedido a Regina que estaba tirada en el suelo de dolor con la mano tapándose el ojo derecho. Se había quedado sin visión en dicho ojo…
A Stephanie ya se le había pasado un poco el dolor de las quemaduras y de vez en cuando se mojaba el brazo con los charcos que había en aquellos túneles para aliviarse el escozor a pesar de que aquella agua daba verdadera repugnancia. Después de haber pasado por caminos sin salida y de recorrer los mismos túneles en círculos, se metió por el único que le quedaba y tras dar unos cuántos pasos supo que iba por el camino correcto. En la pared de la izquierda, vislumbró un dibujo que la hizo volver a sentirse bien y le subió mucho el ánimo, era una jeringuilla, el dibujo de Tom, por fin le había encontrado. Sin poder evitarlo, cuando llegó frente a la puerta de la celda, gritó el nombre de Tom.
- ¿Stephanie? ¿Qué haces aquí? ¿Qué está pasando?
- Tú tranquilo, ahora te lo explicaré, pero antes voy a sacarte de aquí.
Buscó el mismo hueco que en las ocasiones anteriores pero lo único que encontró fue una pasillo contiguo a la puerta de la celda que estaba más iluminado que el resto. Lo recorrió con cierto temor en su cuerpo hasta que llegó al final y se encontró con un gran hoyo del tamaño de una piscina en el suelo. En uno de los laterales encontró una escalera y comenzó a descender. Poco a poco pudo ver que aquella piscina no contenía agua, sino jeringuillas, miles y miles de jeringuillas. En el centro pudo ver una urna y en su interior una llave. Sabía que aquello dolería, pero debía salvar a su novio y no importaba lo que sucediera. Apoyó uno de sus pies con cuidado en el suelo para evitar el contacto con aquellas agujas pero era imposible, comenzaron a clavarse en sus talones, tobillos y plantas de los pies y Stephanie tenía la misma sensación de andar sobre cristales. A pesar del dolor que aquellas agujas la infundían en los pies, llegó hasta la urna y sacó la llave. Por fin sacaría de allí a Tom. Volvió a la escalera dando pasos muy largos para pisar lo menos posible aquel suelo lleno de jeringuillas y salió al exterior. Corriendo fue directa a la celda de Tom y metiendo la llave, la puerta se abrió y Tom salió corriendo a abrazar y besar a su novia.
- Lo conseguiste cariño, ahora explícame lo que está ocurriendo.
Troy aún no había encontrado a nadie y se preguntaba si Anna ya estaría a salvo. La respuesta se presentó antes de lo que esperaba ya que vio una guadaña en la pared que quedaba frente a él. Se dirigió corriendo hacia allí y al doblar la esquina se encontró con una puerta al final y la llave ya puesta en la cerradura, pero entre la puerta y él, había un suelo lleno de objetos punzantes que sobresalían. Tenía que atravesar todo aquello para llegar a Anna. Pero, ¿debía hacerlo?, y lo más importante, ¿quería hacerlo?. Después de todo Anna se había enfadado terriblemente con él y había dañado su orgullo, nada le motivaba a salvarla y menos sabiendo que tenía que acuchillarse la planta de los pies para ello.
Pasaron dos minutos hasta que volvió en sí y sacó esos pensamientos de su cabeza. Anna era su novia, debía salvarla. Realmente no sabía que le había pasado para pensar así. Aún con el escozor de las picaduras de las abejas, comenzó a avanzar por aquel campo punzante. Notó como en las plantas de sus pies se clavaban aquellas puntas y la sangre salía a borbotones de ellas dejando un gran rastro tras él. Apoyó cada una de sus manos en cada lado de la pared para hacer fuerza contra ella y así poder restar peso a su cuerpo y que los objetos punzantes se clavaran lo menos posible. Todo aquel camino se le hizo eterno y cada paso que daba era una terrible pesadilla cuando las puntas se clavaban en heridas ya abiertas o abrían otras nuevas. Finalmente llegó al final y se tiró al suelo, no podía andar, tenía los pies llenos de profundas heridas y llenos de sangre. Se arrastró por el suelo con grandes esfuerzos hasta llegar a la cerradura y alzando el brazo logró girar la llave. Del interior salió una preocupada y asustada Anna debido a los gritos y alaridos de Troy, y fue corriendo a auxiliarle y a limpiarle las heridas con el agua del suelo. Se sintió realmente arrepentida por la pelea que habían tenido en la cocina y agarrándole la cabeza le dio un beso. Ya solo quedaban tres personas encerradas, y sólo dos se salvarían…
- Ese cabrón se va a enterar cuando demos con él, mira lo que ha hecho a tu brazo y tus pies –Tom estaba realmente enfadado por todo el daño que había recibido su novia y a la vez estaba enormemente agradecido por haberle salvado.
- Primero tenemos que encontrar a los que faltan Tom, el tiempo se acaba…
Tom, ahora que estaba en libertad, no dudo ni un momento en proteger a su novia y junto a ella, emprendieron el camino por aquellos húmedos y oscuros pasillos. Agudizaron los oídos para escuchar hasta el más mínimo ruido que señalara la posición de alguno de sus amigos. Después de doblar por varios pasillos, vieron aquel símbolo oriental que tanto le gustaba a Catherine en la pared de la izquierda y pronto vislumbraron una nueva puerta.
- Aquí debe de estar Catherine –Stephanie fue corriendo a la puerta para confirmar su teoría que resultó ser cierta.
Después de buscar y tantear todos los muros, no vieron ni rastro de ninguna llave. Tom volvió a sacar de su bolsillo el famoso mechero y fue alumbrando poco a poco cada milímetro de la estancia y finalmente descubrió una urna a unos cuántos pasos de ellos.
- Yo iré Stephanie, tú quédate aquí con Catherine…
- Ten cuidado.
Tom fue acercándose con el mechero en la mano y notando su calor y cuando llegó a la urna la alumbró y descubrió la llave en el fondo, pero no solo había una llave, la urna estaba llena de todo tipo de insectos y otros bichos, además de algunas serpientes y tarántulas… Cerrando los ojos para evitar ver a aquellos seres y despacio para no enfurecer a aquellas bestias metió el brazo. De vez en cuando abría un poco los ojos para comprobar que la mano se dirigía a la llave o en cambio lo hacía hacia alguna serpiente. Después de asegurarse de la dirección, siguió bajando el brazo hasta que sus dedos tocaron la llave, pero también tocaron una piel húmeda y resbaladiza y notaba como unas cuantas patas peludas trepaban por su mano. Dio un fuerte tirón a la llave y sacó el brazo a la vez que caían todo tipo de bichos de ella. Afortunadamente no había sentido ninguna mordedura ni ningún otro tipo de ataque. Respiró aliviado y se dirigió a la puerta donde estaba esperando Stephanie. Introdujo la llave en la celda y la giró haciendo que la puerta se abriera. Entonces vieron a Catherine sentada en el suelo y apoyada en una pared, cuando ésta se dio cuenta de la presencia de los demás, se levantó y corriendo fue a abrazarles. Después de preguntar sobre que le había pasado en el brazo y pies a Stephanie, la contaron todo lo sucedido y pensó en su hermana preguntándose si ya habría logrado salir de su celda. Pero eso solo lo podía saber una persona…
Brian estaba realmente asustado viendo a sus compañeros y a pesar de que se alegraba de todos aquellos que lograban salir de las celdas, se sentía horrorizado y dolido por todo lo que tenían que soportar para liberarlos. Él podía ver quién quedaba encerrado y los caminos que llevaban a ellos, así como el trayecto que seguían sus amigos. Aún quedaban dos celdas por abrir, aunque una de ellas no lo haría y en su interior estaban Amy y Evelyn, la vida de una de las dos llegaba a su fin y no podían hacer nada por evitarlo. Estaba sentado frente al televisor cuando la pantalla de éste quedó totalmente en negro y apareció un mensaje en la pantalla que decía:
“Las reglas del juego no han sido respetadas, sólo tu elegida podía buscar al resto y nadie la debía ayudar. Como consecuencia, deberás entrar en juego. Lo que tienes que hacer es encontrar la entrada que lleva a todos esos pasillos y así sacar a los compañeros que estén libres, si no lo logras, la puerta se cerrará y todos ellos quedarán encerrados… para siempre. Ah, se me olvidaba, tienes para ello solamente diez minutos, si el tiempo se agota…morirán”.
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