UN EXTRAÑO SUCESO
Catherine, a sus 16 años, era una de las chicas más maduras de todo su pequeño y aislado pueblecito donde todo el mundo se conocía entre sí y donde había pasado toda su infancia con sus padres y su incontrolable hermana Amy, de 13 años. Aquella mañana de lunes, su despertador no había sonado y ya habían pasado 15 minutos desde que habían comenzado sus clases en el instituto. Por si fuera poco, aquel día no estaban en casa sus padres puesto que se habían ido en un viaje de trabajo y Amy ni siquiera se había preocupado de poner alguna alarma para despertarse. Comenzó a llamarla a gritos mientras sacaba su uniforme del armario y lo único que obtuvo por respuesta fue un desagradable gruñido que provenía de la habitación de al lado.
-¡Amy, llegamos tarde, son ya las 9:15! Si no te das prisa ni siquiera nos dejarán entrar en clase.
- Eso sería una gran mancha negra en tu impecable expediente académico ¿verdad? –respondió Amy entre risitas y con cierto rencor porque ella nunca había obtenido las mismas calificaciones que su hermana Catherine y sus padres siempre se lo habían recriminado llegando a ejercer una gran presión sobre ella- no te preocupes, los profesores te seguirán queriendo igual, créeme.
Catherine no hizo caso a esos comentarios que ya estaba acostumbrada a escuchar y siguió arreglándose, una vez se hubo vestido con el uniforme del colegio que consistía en una horrible falda gris y su jersey de lana del mismo color, se recogió sus oscuros cabellos que le llegaban por debajo de los hombros y se colocó el collar en forma de corazón que tiempo atrás le regaló su querida y adorable abuela que falleció dos años atrás y del que nunca se separaba. Cuando pasó al lado de la habitación de Amy pudo ver, a parte de los pósteres de sus grupos favoritos y otros decorados un poco peculiares, a su hermana aún en la cama con su pelo negro alborotado y su siniestro pijama sin ninguna gana de levantarse.
- ¡¡¡Amy!!! Levántate ya o…
- O qué, ¿vas a llamar a papá y a mamá y les vas a decir que no me da la gana ir al instituto? No me hagas reír todavía por favor, es demasiado pronto.
- Uffff, en estos momentos me gustaría desaparecer –dijo bajando las escaleras Catherine en busca de algo para comer.
Amy siempre había sido una niña problemática, pero fue en los últimos 2 años cuando más se había notado su rebeldía. Ella era todo lo contrario a Catherine, era irresponsable, inmadura, alocada, desobediente, independiente… y le gustaba mucho el heavy. Siempre se vestía con ropas oscuras y se maquillaba principalmente de negro, acostumbraba a ponerse pendientes en forma de calaveras o estacas y collares y pulseras que simulaban cadenas de perros salvajes. Catherine estaba harta de tener que preocuparse siempre por su hermana y por lo que hacía o dejaba de hacer, llevaba así toda su vida y decidió que aquel día se daría un descanso. Cogió una manzana de la cocina y se dirigió a la puerta para salir y dirigirse al instituto. Pero antes se miró en el espejo de la entrada para ver si iba bien arreglada o había cometido algún error debido a las prisas. Descubrió sus dulces facciones de la cara y sus ojos azules que miraban con expresión cansada; sus lisos cabellos estaban recogidos en una coleta haciendo destacar sus perfectas y bellas líneas que definían su cara.
- Haz lo que quieras hermanita, yo me voy, la amonestación será para ti, es tu problema.
Dicho eso, cerró la puerta cuando salió a la calle y en el dormitorio de Amy se escuchó:
- Pues eso.
Cuando Catherine salió al exterior, se encontró con un cielo nublado apuntando a posibles lluvias como las que últimamente habían tenido lugar y que a ella particularmente le encantaban. Se dirigió corriendo a la parada de autobús sin perder ni un segundo de su tiempo porque no quería defraudar a sus padres cuando regresaran y vieran que su hija no había sido capaz de estar unos días sin ellos. Aceleró el paso para alcanzar el bus que ya había llegado a la parada.
- Buenos días señorita.
- No tan buenos para mí –dijo Catherine a la vez que sacaba de su mochila el bono y se dirigía al final del pasillo para tomar asiento.
Una vez que lo hizo, sacó su mp3 y se puso a escuchar la música japonesa que tanto le encantaba. Era una de sus pasiones y podía estar horas viendo series mangas o leyendo tebeos japoneses; sabía mucho sobre esa cultura y dibujaba fantásticos muñecos anime. Eso hacía que la gente la pudiera mirar con expresión extraña y tener la sensación de que era un poco rara, pero eso a ella le daba igual, era lo que le gustaba y no pensaba dejar de hacerlo por lo que pensara otra gente. El autobús comenzó a arrancar pero entonces se oyeron unos gritos en la carretera y volvió a frenar.
- ¡Espere por favor! ¡No se vaya! ¡Llego tarde! –se oyó una voz desde la calle. Se trataba de una joven pelirroja, de la misma edad que Catherine, que vestía también de una forma peculiar. Sus zapatillas eran de cuadros negros y blancos simulando un tablero de ajedrez y su mochila estaba cubierta de chapas y llaveros de su muñeco de Disney favorito: Jack Skellington. Catherine no se había percatado de todo ello puesto que estaba ensimismada con su música. Cuando levantó la vista extrañada de que aquel autobús no acelerara vio a la joven que había conseguido subir y ya estaba pagando para poder montar.
- ¡Jenny! –Gritó sorprendida a aquella joven, que resultó ser una de sus mejores amigas del instituto.
- ¡¿Catherine?! ¿Tú también llegas tarde?
- Sí, ven siéntate. El caso es que mi despertador no ha sonado y como no están mis padres no me han podido avisar.
- Que curioso, a mí me ha pasado lo mismo, exceptuando que mis padres si que estaban en casa pero a ellos tampoco les sonó el despertador. Esto es muy extraño…
- Jenny, es simplemente una coincidencia, no le des más vueltas. Espero que no lleguemos demasiado tarde y nos permitan entrar.
- Lo dudo –respondió su amiga que siempre había sido un poco pesimista.
Llegaron a las puertas del instituto a las 9:45 y Catherine y Jenny echaron a correr atravesando todo el establecimiento para llegar a su clase donde estarían todos sus buenos y malos compañeros, además de sus amigos. Subieron las escaleras casi volando hasta llegar al último piso y por fin se encontraron llamando a la puerta del aula.
- Pasen –se oyó decir a la profesora de historia desde dentro, una mujer de avanzada edad, muy recta y con un gran carácter. No dudaba nunca en lo que hacía y para ella los alumnos no eran más que unos cuantos mocosos que no tenían respeto hacia nadie.
- Genial, encima está la profesora de historia –dijo Jenny casi en susurros a Catherine antes de entrar.
Cuando giraron el picaporte y se adentraron en la clase, se encontraron con las curiosas miradas de los alumnos que deseaban siempre que alguien llamara a la puerta para salir un poco de la rutina de las asignaturas y también con la mirada, esta vez de enfado, de la profesora. Fue Catherine la primera en hablar:
- Buenos días, sentimos la tardanza pero es que nuestros despertadores…
- ¡No sigas! –Gritó- ¡No merece la pena!
- Pero es que…-comenzó Jenny.
- Pero es que nada, ¿quién se va a creer la historia de que dos despertadores justo en la misma mañana y justo el de dos amigas no han sonado? –preguntó la maestra con cierto tono de superioridad sin esperar ninguna respuesta.
- Pues es la pura verdad –contestó Jenny harta de que la trataran como una niña pequeña- si lo quiere creer estupendo y si no, me da absolutamente igual.
Todos sus compañeros se sorprendieron de aquella respuesta ya que Jenny había sido en ese momento la única que se había enfrentado de esa manera a aquella profesora. Ésta, se dirigió hacia donde estaban Catherine y Jenny a la velocidad del rayo e irradiando rabia por todos los poros de su piel.
- Esta bien, vosotras lo habéis querido, bajad ahora mismo a la biblioteca, hoy no entráis en mi clase.
Dicho esto, las dos jóvenes abandonaron el aula pudiendo ver como en Troy, uno de los alumnos, se dibujaba una malévola sonrisa, y tras ellas se cerró la puerta produciendo un gran estruendo.
- Genial, hoy no es mi día -comentó Catherine pensando en qué les diría a sus padres cuando llegaran.
- Lo siento mucho, ha sido culpa mía, voy a volver a entrar y se lo voy a explicar para que a ti te deje estar en sus aburridas clases.
- No Jenny, tranquila, no quiero que por mi culpa todo esto acabe peor, lo mejor será que bajemos a la biblioteca y esperemos allí.
Las dos compañeras bajaron todos aquellos escalones que antes habían subido corriendo con la esperanza de llegar lo antes posible y que les dejaran entrar, pero ahora lo hacían con gran resignación. A Jenny no le importaba tanto que no la hubiesen dejado entrar, lo que sí la importaba es que su mejor amiga estuviera ahí con ella sin tener ninguna culpa. Cuando bajaron el último escalón, doblaron hacia la derecha y se adentraron en el pasillo que llevaba a la biblioteca y en el cual se encontraban colgadas las orlas con las fotos de todos los alumnos que habían pasado por ese colegio, desde los más antiguos hasta lo que estaban dando clase en ese momento.
Por fin llegaron a las puertas acristaladas de la biblioteca y entraron al interior, no había absolutamente nadie y reinaba un silencio sepulcral que daba escalofríos.
- Esto está muy solitario hoy –dijo Catherine extrañada porque siempre había algún profesor ultimando sus exámenes o las pautas para dar clase.
- Deben de estar todos dando el temario a aquellos que no han llegado tarde como nosotras.
- Está bien, ¿y ahora que hacemos? –preguntó Catherine a su amiga porque nunca había estado allí castigada.
- Pues sentarnos a esperar, aquí no se ve a nadie a quien poder preguntar.
- Espérame un segundo, voy a mi taquilla a coger unos apuntes para estudiar un rato aunque sea.
Catherine dejo sola a su amiga mientras se acercaba a su taquilla que estaba a muy pocos pasos saliendo de la biblioteca. Recordó a su hermana Amy y se preguntaba si habría asistido a clase, seguramente seguiría durmiendo escuchando uno de esos grupos de música heavy.
Cuando llegó a su taquilla pudo ver en la puerta una marca pintada en rojo, era el símbolo oriental favorito de Catherine, el yin yang, hecho con pintura roja que aún escurría por la puerta, por lo que había sido reciente. Catherine pensó que había sido uno de los graciosos compañeros que por desgracia le había tocado tener, hasta que abrió la taquilla y se encontró con un papel en el que también a rojo estaba escrito: killedin 542 P.D: tengo algo que te pertenece. Catherine cuando salió del asombro llamó a gritos a Jenny.
- ¿Qué ocurre, por qué gritas así?
- Mira lo que había en mi taquilla.
Cuando Jenny lo leyó no le dio importancia porque pensó que era una broma de muy mal gusto. Cuando convenció a su amiga, que estaba muy nerviosa, de que no pasaba nada, decidieron volver a la biblioteca, pero al girarse descubrieron que 9 taquillas más estaban marcadas pero con otros símbolos también en rojo y una de ellas era la de Jenny. Fue corriendo a abrir la suya, en la cual, en su caso, había una calavera, y cuando lo hizo se encontró con el mismo papel y el mismo mensaje pero sin la posdata.
- Esto ya no me gusta, parece ser que aquel que ha pintado estos dibujos sabe cosas acerca de nosotras porque a mí me gustan las calaveras y a ti el yin yang –dijo Jenny pensando en lo que podía significar aquel papel-, esto debe de ser una calle y el número de una casa. Alguien quiere que vayamos allí y ese alguien tiene algo que te pertenece.
- No se hable más, coge tus cosas, nos vamos a donde sea que nos lleve este maldito mensaje. Pienso recuperar lo que es mío.
- Así se habla –dijo Jenny por fin contenta de que su amiga se arriesgara por una vez en su vida, además no pensaba que las pudiera pasar algo solo por mirar un poco en aquella casa. Estaba muy equivocada.
Catherine, a sus 16 años, era una de las chicas más maduras de todo su pequeño y aislado pueblecito donde todo el mundo se conocía entre sí y donde había pasado toda su infancia con sus padres y su incontrolable hermana Amy, de 13 años. Aquella mañana de lunes, su despertador no había sonado y ya habían pasado 15 minutos desde que habían comenzado sus clases en el instituto. Por si fuera poco, aquel día no estaban en casa sus padres puesto que se habían ido en un viaje de trabajo y Amy ni siquiera se había preocupado de poner alguna alarma para despertarse. Comenzó a llamarla a gritos mientras sacaba su uniforme del armario y lo único que obtuvo por respuesta fue un desagradable gruñido que provenía de la habitación de al lado.
-¡Amy, llegamos tarde, son ya las 9:15! Si no te das prisa ni siquiera nos dejarán entrar en clase.
- Eso sería una gran mancha negra en tu impecable expediente académico ¿verdad? –respondió Amy entre risitas y con cierto rencor porque ella nunca había obtenido las mismas calificaciones que su hermana Catherine y sus padres siempre se lo habían recriminado llegando a ejercer una gran presión sobre ella- no te preocupes, los profesores te seguirán queriendo igual, créeme.
Catherine no hizo caso a esos comentarios que ya estaba acostumbrada a escuchar y siguió arreglándose, una vez se hubo vestido con el uniforme del colegio que consistía en una horrible falda gris y su jersey de lana del mismo color, se recogió sus oscuros cabellos que le llegaban por debajo de los hombros y se colocó el collar en forma de corazón que tiempo atrás le regaló su querida y adorable abuela que falleció dos años atrás y del que nunca se separaba. Cuando pasó al lado de la habitación de Amy pudo ver, a parte de los pósteres de sus grupos favoritos y otros decorados un poco peculiares, a su hermana aún en la cama con su pelo negro alborotado y su siniestro pijama sin ninguna gana de levantarse.
- ¡¡¡Amy!!! Levántate ya o…
- O qué, ¿vas a llamar a papá y a mamá y les vas a decir que no me da la gana ir al instituto? No me hagas reír todavía por favor, es demasiado pronto.
- Uffff, en estos momentos me gustaría desaparecer –dijo bajando las escaleras Catherine en busca de algo para comer.
Amy siempre había sido una niña problemática, pero fue en los últimos 2 años cuando más se había notado su rebeldía. Ella era todo lo contrario a Catherine, era irresponsable, inmadura, alocada, desobediente, independiente… y le gustaba mucho el heavy. Siempre se vestía con ropas oscuras y se maquillaba principalmente de negro, acostumbraba a ponerse pendientes en forma de calaveras o estacas y collares y pulseras que simulaban cadenas de perros salvajes. Catherine estaba harta de tener que preocuparse siempre por su hermana y por lo que hacía o dejaba de hacer, llevaba así toda su vida y decidió que aquel día se daría un descanso. Cogió una manzana de la cocina y se dirigió a la puerta para salir y dirigirse al instituto. Pero antes se miró en el espejo de la entrada para ver si iba bien arreglada o había cometido algún error debido a las prisas. Descubrió sus dulces facciones de la cara y sus ojos azules que miraban con expresión cansada; sus lisos cabellos estaban recogidos en una coleta haciendo destacar sus perfectas y bellas líneas que definían su cara.
- Haz lo que quieras hermanita, yo me voy, la amonestación será para ti, es tu problema.
Dicho eso, cerró la puerta cuando salió a la calle y en el dormitorio de Amy se escuchó:
- Pues eso.
Cuando Catherine salió al exterior, se encontró con un cielo nublado apuntando a posibles lluvias como las que últimamente habían tenido lugar y que a ella particularmente le encantaban. Se dirigió corriendo a la parada de autobús sin perder ni un segundo de su tiempo porque no quería defraudar a sus padres cuando regresaran y vieran que su hija no había sido capaz de estar unos días sin ellos. Aceleró el paso para alcanzar el bus que ya había llegado a la parada.
- Buenos días señorita.
- No tan buenos para mí –dijo Catherine a la vez que sacaba de su mochila el bono y se dirigía al final del pasillo para tomar asiento.
Una vez que lo hizo, sacó su mp3 y se puso a escuchar la música japonesa que tanto le encantaba. Era una de sus pasiones y podía estar horas viendo series mangas o leyendo tebeos japoneses; sabía mucho sobre esa cultura y dibujaba fantásticos muñecos anime. Eso hacía que la gente la pudiera mirar con expresión extraña y tener la sensación de que era un poco rara, pero eso a ella le daba igual, era lo que le gustaba y no pensaba dejar de hacerlo por lo que pensara otra gente. El autobús comenzó a arrancar pero entonces se oyeron unos gritos en la carretera y volvió a frenar.
- ¡Espere por favor! ¡No se vaya! ¡Llego tarde! –se oyó una voz desde la calle. Se trataba de una joven pelirroja, de la misma edad que Catherine, que vestía también de una forma peculiar. Sus zapatillas eran de cuadros negros y blancos simulando un tablero de ajedrez y su mochila estaba cubierta de chapas y llaveros de su muñeco de Disney favorito: Jack Skellington. Catherine no se había percatado de todo ello puesto que estaba ensimismada con su música. Cuando levantó la vista extrañada de que aquel autobús no acelerara vio a la joven que había conseguido subir y ya estaba pagando para poder montar.
- ¡Jenny! –Gritó sorprendida a aquella joven, que resultó ser una de sus mejores amigas del instituto.
- ¡¿Catherine?! ¿Tú también llegas tarde?
- Sí, ven siéntate. El caso es que mi despertador no ha sonado y como no están mis padres no me han podido avisar.
- Que curioso, a mí me ha pasado lo mismo, exceptuando que mis padres si que estaban en casa pero a ellos tampoco les sonó el despertador. Esto es muy extraño…
- Jenny, es simplemente una coincidencia, no le des más vueltas. Espero que no lleguemos demasiado tarde y nos permitan entrar.
- Lo dudo –respondió su amiga que siempre había sido un poco pesimista.
Llegaron a las puertas del instituto a las 9:45 y Catherine y Jenny echaron a correr atravesando todo el establecimiento para llegar a su clase donde estarían todos sus buenos y malos compañeros, además de sus amigos. Subieron las escaleras casi volando hasta llegar al último piso y por fin se encontraron llamando a la puerta del aula.
- Pasen –se oyó decir a la profesora de historia desde dentro, una mujer de avanzada edad, muy recta y con un gran carácter. No dudaba nunca en lo que hacía y para ella los alumnos no eran más que unos cuantos mocosos que no tenían respeto hacia nadie.
- Genial, encima está la profesora de historia –dijo Jenny casi en susurros a Catherine antes de entrar.
Cuando giraron el picaporte y se adentraron en la clase, se encontraron con las curiosas miradas de los alumnos que deseaban siempre que alguien llamara a la puerta para salir un poco de la rutina de las asignaturas y también con la mirada, esta vez de enfado, de la profesora. Fue Catherine la primera en hablar:
- Buenos días, sentimos la tardanza pero es que nuestros despertadores…
- ¡No sigas! –Gritó- ¡No merece la pena!
- Pero es que…-comenzó Jenny.
- Pero es que nada, ¿quién se va a creer la historia de que dos despertadores justo en la misma mañana y justo el de dos amigas no han sonado? –preguntó la maestra con cierto tono de superioridad sin esperar ninguna respuesta.
- Pues es la pura verdad –contestó Jenny harta de que la trataran como una niña pequeña- si lo quiere creer estupendo y si no, me da absolutamente igual.
Todos sus compañeros se sorprendieron de aquella respuesta ya que Jenny había sido en ese momento la única que se había enfrentado de esa manera a aquella profesora. Ésta, se dirigió hacia donde estaban Catherine y Jenny a la velocidad del rayo e irradiando rabia por todos los poros de su piel.
- Esta bien, vosotras lo habéis querido, bajad ahora mismo a la biblioteca, hoy no entráis en mi clase.
Dicho esto, las dos jóvenes abandonaron el aula pudiendo ver como en Troy, uno de los alumnos, se dibujaba una malévola sonrisa, y tras ellas se cerró la puerta produciendo un gran estruendo.
- Genial, hoy no es mi día -comentó Catherine pensando en qué les diría a sus padres cuando llegaran.
- Lo siento mucho, ha sido culpa mía, voy a volver a entrar y se lo voy a explicar para que a ti te deje estar en sus aburridas clases.
- No Jenny, tranquila, no quiero que por mi culpa todo esto acabe peor, lo mejor será que bajemos a la biblioteca y esperemos allí.
Las dos compañeras bajaron todos aquellos escalones que antes habían subido corriendo con la esperanza de llegar lo antes posible y que les dejaran entrar, pero ahora lo hacían con gran resignación. A Jenny no le importaba tanto que no la hubiesen dejado entrar, lo que sí la importaba es que su mejor amiga estuviera ahí con ella sin tener ninguna culpa. Cuando bajaron el último escalón, doblaron hacia la derecha y se adentraron en el pasillo que llevaba a la biblioteca y en el cual se encontraban colgadas las orlas con las fotos de todos los alumnos que habían pasado por ese colegio, desde los más antiguos hasta lo que estaban dando clase en ese momento.
Por fin llegaron a las puertas acristaladas de la biblioteca y entraron al interior, no había absolutamente nadie y reinaba un silencio sepulcral que daba escalofríos.
- Esto está muy solitario hoy –dijo Catherine extrañada porque siempre había algún profesor ultimando sus exámenes o las pautas para dar clase.
- Deben de estar todos dando el temario a aquellos que no han llegado tarde como nosotras.
- Está bien, ¿y ahora que hacemos? –preguntó Catherine a su amiga porque nunca había estado allí castigada.
- Pues sentarnos a esperar, aquí no se ve a nadie a quien poder preguntar.
- Espérame un segundo, voy a mi taquilla a coger unos apuntes para estudiar un rato aunque sea.
Catherine dejo sola a su amiga mientras se acercaba a su taquilla que estaba a muy pocos pasos saliendo de la biblioteca. Recordó a su hermana Amy y se preguntaba si habría asistido a clase, seguramente seguiría durmiendo escuchando uno de esos grupos de música heavy.
Cuando llegó a su taquilla pudo ver en la puerta una marca pintada en rojo, era el símbolo oriental favorito de Catherine, el yin yang, hecho con pintura roja que aún escurría por la puerta, por lo que había sido reciente. Catherine pensó que había sido uno de los graciosos compañeros que por desgracia le había tocado tener, hasta que abrió la taquilla y se encontró con un papel en el que también a rojo estaba escrito: killedin 542 P.D: tengo algo que te pertenece. Catherine cuando salió del asombro llamó a gritos a Jenny.
- ¿Qué ocurre, por qué gritas así?
- Mira lo que había en mi taquilla.
Cuando Jenny lo leyó no le dio importancia porque pensó que era una broma de muy mal gusto. Cuando convenció a su amiga, que estaba muy nerviosa, de que no pasaba nada, decidieron volver a la biblioteca, pero al girarse descubrieron que 9 taquillas más estaban marcadas pero con otros símbolos también en rojo y una de ellas era la de Jenny. Fue corriendo a abrir la suya, en la cual, en su caso, había una calavera, y cuando lo hizo se encontró con el mismo papel y el mismo mensaje pero sin la posdata.
- Esto ya no me gusta, parece ser que aquel que ha pintado estos dibujos sabe cosas acerca de nosotras porque a mí me gustan las calaveras y a ti el yin yang –dijo Jenny pensando en lo que podía significar aquel papel-, esto debe de ser una calle y el número de una casa. Alguien quiere que vayamos allí y ese alguien tiene algo que te pertenece.
- No se hable más, coge tus cosas, nos vamos a donde sea que nos lleve este maldito mensaje. Pienso recuperar lo que es mío.
- Así se habla –dijo Jenny por fin contenta de que su amiga se arriesgara por una vez en su vida, además no pensaba que las pudiera pasar algo solo por mirar un poco en aquella casa. Estaba muy equivocada.
Wahahahaha!! Me encanta, y lo sabes.
ResponderEliminarAmy es una cabrona....XD Y Catherine mola un "cacho largo" (me pregunto por que....XD).
Y Jenny claro! ^^
Jaja... hay que ver lo felices que estan todos ahora... ya veremos luego XD
Fer! Sigue subiendo!
P.D. Te has dado cuenta? No he dicho lo de que soy yo...
Kyaa!! Soy yo! Soy yo! XDD
Jajaja quien eres? fijate que no se nota aunque la alusion a Catherine me sono sospechosa...jajaj
ResponderEliminarYa veremos a ver si mola cacho como tu dices porque cuando lleve unos cuantos capitulos hare una encuesta preguntando quién es el personaje favorito de todo aquel que lo haya leido. Ahí nos veremos las caras señora...anonima jaja
Y sí, ahora son muy felices...pobre inocentes lo que les espera jaja
Gracias por hacerte seguidora marta!! uy se me escapó tu nombre.
Ya me irás explicando como se hace todo eso que tu tienes en tu blog porque me he qdao flipao...está genial. Lo iré viendo poco a poco aunque no me enteraré de nada.
Besos!!
Un dato: No creo que entre mucha gente... porque no lo tienes indexado!! Asi como quieres que entren?? La gente no te va a encontrar ni en Google, ni en Yahoo, ni en nada! Como mucho entrara algun perdidillo desde Blogger... Asi que indexalo ya! XD
ResponderEliminarA otra cosa, mariposa: Si algun gadget de mi blog te gusta dimelo y te digo como se pone ^^
Podrias poner un Traductor, para que puedan leerlo personas de otros paises...
Si en mi blog, bajas hasta el final, veras una lista con los paises de los ultimos visitantes, y si te fijas tres cuartos no son españoles (eso ahora mismo, a lo mejor cuando lo mires te salen todos de España... XD).
Que mal presagio eso, eh? Lo que les espera... yo que la gente lo seguiria leyendo, que aqui hay tomate...XDD (ju... que bueno soy metiendo publi XDDD).
Besos!!
Jajaja a este paso te voy a pagar y todo. Escucha que yo indexalaría lo que tu quisieras si supiese como se hace pero no tngo ni idea jaja explicamelo anda. Y lo que me gustó de tu blog es eso de las secciones porque tengo pensado poner tantas cosas (a lo mejor te subo a ti y pongo que eres Catherine pa q vean lo wapa que eres jaja) que no me quiero liar. Asi que cuando tengas un rato, explicame xD
ResponderEliminarbsss
Te lo esplico por el Tuenti, va?
ResponderEliminarLo de las secciones es un poco mas dificil que el resto de gadgets, porque tienes que cambiar varias cosillas....
A mi no me subas, eh... que te pego! XD
Voy a hacer publicidad tambien en mi blog!
jaja..."esplico"??!! Como he puesto yo eso??! XDD
ResponderEliminarBah! No pasa nada... yo venia para preguntarte: cada cuanto vas a sacar cada capitulo?? Sabes que mi madre a lo mejor te lee y todo?^^
Pues pensaba poner dos cada semana, es decir, cada tres o cuatro días. Aunque como estamos de estreno voy a subir el segundo ahora mismo.
ResponderEliminarEso eso tu consigueme fans jaja que luego t lo recompensare.
Mamá de marta! la abuela de fer dice que lo leas!! jaja
bsss