domingo, 5 de julio de 2009

Segundo capitulo


Capitulo 2
ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR


Tom llevaba toda la mañana escuchando las aburridas clases de historia y estaba esperando que sonara el timbre para poder salir al exterior con su tímida novia Stephanie, pero aún quedaban 15 minutos. Cuando estaba a punto de caer dormido, un golpe en la puerta le sobresaltó y cuando levantó la cabeza pudo ver a dos de sus compañeras, Catherine y Jenny, que habían llegado tarde y pusieron la excusa de un despertador o algo parecido, aún estaba somnoliento. Pudo oír como la profesora las mandaba a la biblioteca y cerraba la puerta dando un portazo. Tom era un chico muy alegre y en ocasiones alocado, con una tremenda energía que hacía que aquellos que estuvieran bajos de moral lograran estar un poco más felices. En realidad era mexicano y hacía casi un año que había llegado a ese pueblecito, donde conoció a Stephanie de la que se enamoró, pero le quedaba muy poco tiempo por estar allí, exactamente dos meses. Había ido allí porque a su madre le habían concedido una beca de diseño gráfico y ya había acabado el curso, por lo que regresarían a su país con su familia. Comenzó a llamar a Stephanie en voz baja que se encontraba tres pupitres más alejada de él, pero ella le pudo oír.
- Te quiero –dijo Tom entre susurros viendo como su novia se ruborizaba y agachaba la cabeza.
- Yo también a ti, y mucho –contestó Stephanie, una chica muy reservada y responsable, muy buena amiga. Se caracterizaba por su altura ya que comparándola con las demás de la clase, era la más alta de todas; su largo cabello negro estaba agarrado con unas pinzas y caía por su espalda dibujando unas bonitas formas, sus ojos marrones eran muy expresivos y sus labios eran pequeños y finos, sin ninguna duda, para Tom era la chica más guapa del planeta. Lo único que tendría que cambiar sería su confianza y dejar la timidez a un lado, porque cada vez que la hablaba alguien, bajaba la cabeza y contestaba con voz apagada, pareciendo que tenía miedo, por lo demás era perfecta.
- Stephanie, ¿puede decirme en que año se produjo la crisis del petróleo? –preguntó la profesora sabiendo que su alumna no había prestado atención.
Stephanie se llevó un gran susto porque había estado hablando con Tom y no había estado escuchando.
- Eh, la crisis del petróleo… pues, tuvo lugar en…- no tenía ni idea de cuando había sido, estaba empezando a ponerse nerviosa y ya casi no le salía la voz, estaba muy asustada.
- Comenzó en 1973 –dijo su compañero de modo que solo lo oyera Stephanie. Su compañero se llamaba Brian, era un chico muy trabajador, respetuoso, inteligente, que tenía muy claro cuales eran sus obligaciones y sus objetivos en la vida. En un futuro se convertiría en un gran arquitecto o eso esperaba él, y se llevaba muy bien con todos sus compañeros. Era alto, moreno, con ojos marrones y muy atractivo. Llevaba a cabo una vida muy tradicional y lo que más le gustaba era la lectura, la música, las series de televisión y todo lo relacionado con lo sobrenatural, la magia… Aunque también era alguien misterioso para sus compañeros porque nunca hablaba de su vida privada y pensaba que lo mejor que se podía hacer era ver, oír y callar, él lo había comprobado y pensaba que se aprendía mucho más poniendo en práctica esa simple teoría.
- La crisis del petróleo comenzó en 1973 señorita –contestó triunfante Stephanie sabiendo que se había librado de un buen castigo gracias a Brian. Justo en ese momento sonó el timbre y todo el mundo comenzó a levantarse y dirigirse hacía la puerta que les devolvería la libertad.
- Brian muchas gracias, si no llega a ser por ti…
- Tranquila, no ha sido nada, para que estamos los amigos…
- ¿Qué pasa aquí? –dijo Tom con su acento mexicano que había abandonado su pupitre para dirigirse hacia ellos- ¡pero que lista es mi niña! –terminó diciendo mientras le daba un beso a Stephanie.
- En realidad fue Brian el que me lo dijo –corrigió ella, lanzando a Brian una gran sonrisa de agradecimiento.
En ese momento se acercaron tres compañeros que se creían superiores que los demás y se quedaron mirando a Brian, Stephanie y Tom.
- Claro, Brian es una enciclopedia humana, acordaos luego de devolverla a la biblioteca. –dijo antes de irse uno de esos chicos produciendo una gran risa en los otros dos. Tom se adelantó para alcanzarles pero notó un brazo que lo retenía.
- Tom, no merece la pena –dijo Brian que no le afectaban ese tipo de comentarios.
Bajaron las escaleras para dirigirse hacía sus taquillas y poder depositar todos esos libros pesados que habían usado durante el día y que ahora mismo llevaban entre los brazos. Por fin había acabado un día más en aquel terrible instituto y podían irse a casa a disfrutar del resto de la tarde. Cada uno de ellos se dirigió a su correspondiente taquilla. Stephanie sacó sus llaves y al introducirlas en la cerradura no puedo evitar un grito ahogado. En su taquilla, pintado de rojo había una araña, ella tenía pánico a las arañas y alguien le había gastado esa horrible broma. Lo que no sabía era que su novio y su amigo habían encontrado algo parecido. Tom se encontró con otro dibujo en rojo que representaba una jeringuilla a las que también tenía miedo y Brian con algo menos tétrico, en su taquilla habían dibujado un fenómeno que a él personalmente le encantaba, un eclipse. En el interior de sus taquillas encontraron la misma nota que decía: Killedin 542, allí os esperan unas compañeras vuestras.
- Debe de tratarse de una broma –dijo Stephanie.
- Sí, y muy pesada –respondió pensativo Tom pensando que probablemente la broma se la habían gastado los tres compañeros tan “mayores y estúpidos” que él tenía.
- Yo no estoy tan seguro, en este pasillo hay más taquillas pintadas y seguramente contengan la misma nota. Esto parece una dirección y voy a ir a investigar que ocurre. ¿Tenéis algo que hacer esta tarde? –preguntó Brian con una pequeña sonrisa en su cara esperando que sus amigos le acompañaran.
- Absolutamente nada –dijo Tom mirando a Stephanie que también negaba con la cabeza- además, parece que alguien nos está esperando allí


El comentario que Troy acababa de lanzar sobre Brian resultó muy gracioso para sus dos amigas. Sus nombres eran Anna, actual novia de Troy, y Stella que tenía una actitud un poco peculiar. Anna había llegado hace dos años de Honduras y provocaba una gran excitación entre los chicos, era morena de piel y sus cabellos eran oscuros, aunque solía teñirse el pelo cuando le apetecía, tenía un cuerpo perfecto y vestía de forma que la mayor parte de él quedara al descubierto; cuando llegó al instituto se fijó en aquel chico de complexión atlética, moreno aunque no muy alto, que al parecer era el más popular de todos y el más atrevido. A medida que lo fue conociendo se dio cuenta de que los comentarios que hacían sobre él eran ciertos. Se decía que era un traidor y era capaz de engañar a sus amigos por conseguir sus propósitos, pero eso a ella no le importaba mientras siguiera siendo la novia del chico más popular. En cuanto a Stella, era una chica a la cual le gustaba mucho el deporte y siempre dejaba impresionados a los demás cuando realizaba alguno de sus trucos con el balón. Normalmente se rodeaba de chicos y tenía una característica común a Troy, también era un poco traidora, durante su estancia en aquel centro, había ido de grupo en grupo de amigos sin encontrar su sitio y es que nada de lo que los demás hacían le parecía bien, ella creía que siempre tenía razón y llegaba a ser, en ocasiones, egocéntrica. En esos momentos se encontraba bien con el grupo de Troy, principalmente porque le gustaba meterse con los demás y que cada vez que pasaran al lado de los alumnos, éstos bajasen la mirada por temor a que les hicieran algo. Claro que siempre había alguno que se atrevía a enfrentarse a ellos tres, como Tom o Regina, una de las chicas con más carácter del instituto que había tenido ya varios enfrentamientos principalmente con Troy por meterse con su mejor amiga Evelyn. Hacía un rato que había sonado la campana que señalaba el fin de las clases y Anna, Troy y Stella bajaron las escaleras que llevaban al piso inferior no sin insultar a todos aquellos que se encontraban por el camino.
- Aparta de ahí mocoso, me entorpeces el camino –dijo despectivamente Troy a un niño que no tendría más de diez años.
- Dejadnos pasar si no queréis pagarlo caro –continuó Stella mirando a Anna a la vez que se reían al unísono y de forma estruendosa.
Por el pasillo de la derecha apareció Regina acompañada de su amiga Evelyn, la cual lanzó una mirada de desprecio a Troy a la vez que sentía un escalofrío por su cuerpo. Tenía que tratar de olvidarlo, hacía más de dos años que lo habían dejado y aún así era incapaz de evitar sentirse a gusto a su lado a pesar de los continuos insultos que Troy le dedicaba.
- Cuidado chicos, que se acercan los dioses de la estupidez –dijo sarcásticamente Regina acercándose hacia Stella. Los niños de alrededor estaban realmente asustados por la reacción que aquellos tres horribles jóvenes pudieran tener- claro que hay algo que se os olvida.
- ¿Ah sí? ¡Ya sé, que cuando tienes una cucaracha delante lo normal es pisarla! ¿no? –contestó esta vez Stella desafiando a Regina, un craso error.
- Pues no mira, lo que se os olvida, y no me extraña con la mierda de cerebro que tienes –contestó Regina a la vez que daba unos golpecitos con el dedo en la cabeza de Stella-, es que los dioses en ocasiones se tropiezan y caen del Olimpo.
En ese instante Regina puso su pie derecho por detrás de la pierna de Stella y con un pequeño empujón la tiró al suelo. Esto produjo una leve risa en Evelyn que no comprendía de donde sacaba Regina el valor para enfrentarse a ellos.
- Vamos –dijo la gran heroína de los chavales que habían sufrido ese trato por parte de los “dioses de la estupidez” como ella los llamaba, alejándose otra vez por el pasillo del que había salido acompañada por Evelyn.
- ¡Maldita estúpida, lo va a pagar muy caro! –rugió Stella a la vez que se levantaba del suelo y se arreglaba el uniforme arrugado.
- Tranquila, nosotros te ayudaremos.
Siguieron descendiendo por la escalera hasta que llegaron al pasillo de las taquillas y vieron como Brian, Stephanie y Tom salían a toda prisa con un papel en la mano. Cada uno de ellos fue a abrir su taquilla pero fue Troy el primero en descubrir la marca y cuando lo hizo quedó encantado.
- Anna, que bonito, muchísimas gracias, yo también te quiero mucho –comenzó a decir Troy al ver pintado en su taquilla un corazón.
- No Troy, no he sido yo –contestó Anna extrañada y a la vez avergonzada por desengañar de esa forma a su novio.
- ¿Entonces hay alguien por ahí que está enamorada de mí? Eso me halaga.
- No, hay alguien por ahí que está jugando con nosotros –corrigió Stella- ¡mira!
Cuando Troy se giró observó un gran ojo que miraba penetrante desde la taquilla de Stella y aún más escalofriante era la guadaña dibujada en la puerta de la taquilla de Anna.
- ¡No me lo puedo creer, los voy a matar! –exclamó con los dientes apretados.
- No podemos estar más de acuerdo, seguro que ha sido la idiota de Regina para darse aires de valiente pero no sabe con quién ha ido a enfrentarse –dijo Stella enfadada y rabiosa.
Anna no sabía quien habría tenido la idea de hacerles aquello, no estaba tan segura de que hubiera sido Regina, había algo extraño en todo ello. Lo que aún desconocían era que dentro se encontraba el mismo papel que los demás y que killedin 542 les estaba esperando.


Regina, aquella joven de 16 años, rubia, con pelo ondulado, ojos azules y el mismo carácter que su madre, no estaba ese día para bromas, le acababan de comunicar que le habían quedado cuatro asignaturas y ella creyó que era totalmente injusto y no dudó ni un segundo en pedir los exámenes a los profesores. Ahora se encontraba con su amiga Evelyn, una joven de pelo negro con mechas rojas, de la misma altura que Regina -que no era mucha- y que ofrecía un gran apoyo en aquellos momentos porque si algo tenía Evelyn que la caracterizaba era su facilidad para hablar por los codos haciéndote olvidar todo lo demás. Iban en dirección de la tutoría para encontrarse a los profesores con los exámenes preparados para restregárselos a Regina cuando se encontró por las escaleras con los más idiotas de su clase: Troy, Stella y Anna. Vio que se estaban metiendo con unos niños más pequeños y eso le molestó tanto que se dirigió hasta ellos. Mientras, Evelyn no podía apartar la mirada de Troy. Habían estado saliendo hasta hacía más de dos años, pero ella no podía evitar sentir un cosquilleo cuando le veía a pesar de las puñaladas traperas que había cometido contra ella y que aún seguía haciendo, cada vez que pasaba por su lado no podía evitar insultarla y meterse con ella. Regina estaba tan harta que en cuanto tuvo la oportunidad de tirar a Stella, lo hizo. Evelyn soltó una carcajada y los niños de alrededor tenían cara de satisfacción por haber parado los pies a ese grupo indeseable. Regina volvió con cara seria y cogió a su amiga del brazo.
- Vamos, no tenemos más que hacer aquí.
- Has estado genial, pero ahora ellos irán contra ti.
- Uy que miedo –contestó burlonamente Regina-, el principal arma contra ellos es mi inteligencia.
- Sí, sobre todo quedándote cuatro –rió Evelyn a la vez que arrancaba una sonrisa de la boca de su mejor amiga.
- Anda vamos, que nos estarán esperando.
Cuando llegaron a la sala de profesores, se encontraron de frente con el maestro de historia, francés, lengua y química, las asignaturas que la habían quedado. Uno a uno fueron enseñándole los exámenes y todas las notas giraban en torno al tres.
- Espero que se haya concienciado y haya visto bien los errores que ha cometido. Supongo que ahora ya se creerá sus suspensos.
- Pues sí, pero siguen siendo injustos profesor –contestó muy seria a la vez que notaba como su amiga le daba un golpecito en los pies.
Evelyn observaba la situación y sabía que tendría que frenar alguna vez más a su amiga que no se podía controlar ante situaciones que estuviesen en contra de sus ideales.
- Aún así, vamos a darte una sorpresa por tu esmero en las materias –dijo la profesora de historia irónicamente.
- ¿Ah sí? Pues espero que sean unas vacaciones, o mejor aún, tu jubilación.
- Pues no señorita, la sorpresa soy yo –dijo la madre que apareció de la puerta que comunicaba con la biblioteca. Evelyn sabía que cuando se juntaban madre e hija en una situación así podían saltar chispas. Por un momento tuvo mucho miedo.
- Supongo que ya sabrás que el resto del curso lo vas a pasar en un internado lejos de tus amigos ¿no? –preguntó furiosa la madre que era igual que ella en todo. Sus padres estaban separados y su padre en concreto vivía en Inglaterra con su nueva novia y sus dos hijos mayores que Regina.
- No te lo crees ni tú mamá, todas estas notas no son posibles, yo hice los exámenes mejor que otras veces, sabía que iba a suspender historia y química, pero nunca pensé que me quedarían otras dos. Esto es muy injusto y si no quieres creerlo me da igual. Lo que no voy a permitir es que me mandes a un internado porque estos cuatro palos siesos me hayan suspendido.
- Tú harás lo que yo te diga, así que ya te puedes ir despidiendo de tu amiguita porque no la verás hasta dentro de 3 meses. Vas a pasarte todos los días estudiando hasta que anochezca. Así aprenderás a ser más trabajadora y respetuosa con los demás. Ves a coger todos tus libros porque te vas esta misma tarde.
Evelyn y Regina abandonaron la sala. Evelyn no quería que su amiga se fuera, ella misma podría ayudarla a estudiar, pero no se atrevía a decírselo a aquella madre enfurecida. Acompañó a Regina a las taquillas para que cogiera el resto de libros, Evelyn en cambio iba a guardarlos.
Regina se acercó a su taquilla y vio una marca pintada en rojo, cuando se acercó observó que no se trataba de una marca si no de un dibujo, era una abeja, algo a lo que Regina tenía verdadero pavor.
- Lo que me faltaba, que algún estúpido me pinte esto en la taquilla – dijo rabiosa Regina con lágrimas en los ojos. No se podía creer todo lo que la estaba pasando ese día, como su vida se había estropeado por completo en unas pocas horas y como su mal relación con su madre se había terminado por completo. Si no fuera por Evelyn se sentiría muy sola, pero solo podría estar con ella unas horas más antes de irse. Evelyn también tenía algo dibujado con pintura roja, en este caso era una flor, pero no una cualquiera, si no la flor de lis.
“Al menos mi dibujo me gusta más” –pensó Evelyn.
Cuando abrieron las taquillas se encontraron con una nota que decía: Killedin 542.
- ¿Qué es esto? –preguntó muy extrañada Evelyn esperando una respuesta esclarecedora por parte de su amiga.
- Mi billete hacia la libertad –contestó sonriendo maliciosamente.

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