Capitulo 10
DIEZ MINUTOS DECISIVOS
Stephanie y Tom, después de calmar a Catherine diciendo que harían todo lo posible por encontrar a su hermana Amy, continuaron caminando por los pasillos pasando cerca de algunas ratas curiosas que se acercaban a sus pies para investigar. No se veía absolutamente nada y no sabían si estaban yendo por el camino correcto, ya que en aquella penumbra todo parecía igual. Después de unos cuántos minutos, Tom se paró en seco.
- ¡Escuchad! ¿Oísteis eso? –preguntó agudizando su oído para volver a oír aquel lejano ruido.
- Yo no he oído nada – Catherine estaba tan preocupada por su hermana que no prestaba atención a todo lo demás.
- ¡Otra vez! ¡Silencio!
Entonces Stephanie y Catherine lo oyeron, se trataba de unos golpes reiterados y regulares contra el suelo o la pared, pero se hallaban muy lejos de ellos y el ruido era apenas audible. En el más absoluto silencio para escuchar mejor, siguieron el camino del cuál provenía el ruido y después de torcer muchas esquinas, llegaron a un túnel en el cuál se oía perfectamente bien. Stephanie tenía miedo de continuar por lo que pudiera pasar, pero Catherine se adelantó para comprobar si era Amy. Tom y Stephanie la siguieron y cuando doblaron la esquina, se encontraron con Anna que estaba dando golpes en el suelo con una gran piedra y Troy entre sus brazos tirado en el suelo con un gran charco de sangre bajo sus pies.
- ¡Gracias adiós que habéis venido! –Anna ya no tenía fuerzas y cuando creía que ya nadie oiría su señal vio a Stephanie, Tom y Catherine.
- ¡Dios mío Troy! ¿Qué te ha pasado?
- ¿Estás bien tío? –Tom a pesar de su rivalidad con Troy se acercó a ayudarlo y con ayuda de los demás consiguió levantarlo del suelo, pero debido a sus grandes cortes en los pies no podía andar, así que metieron sus brazos bajo sus hombros para poder llevarlo a cuestas y evitar que tocara aquel suelo de piedra. Anna también se levantó ayudada por Catherine y corriendo fue junto a Troy para saber que todo estaba controlado, entonces preguntó:
- ¿Y los demás?
- En alguno de estos túneles…
Regina estaba sentada en el suelo contra una pared y con una de sus manos en su ojo derecho. Grandes lágrimas rodaban por su cara y desde el incidente del láser no había dicho ni una palabra a pesar de la insistencia de Stella por seguir adelante. Era como si estuviese en estado de shock y para Stella era terriblemente abrumador ver así a Regina, la joven con más actitud y fuerza del mundo. Tendría que ser aterrador para ella perder la visión en un ojo.
- Regina, debemos seguir…
No obtuvo ninguna palabra por respuesta, ni siquiera logró que se moviera. Se acercó a ella y se agachó para quedar a su misma altura y para sorpresa de Regina, fue amable con ella.
- Sé que es duro, mi madre pasó por lo mismo. Se quedó ciega en un accidente de coche antes de yo nacer y me duele pensar que nunca pudo verme crecer, aunque sé que lo sentía. A pesar de su ceguera, ella podía llevar una vida normal y siempre que íbamos a cenar a algún restaurante miraba hacia el frente y me decía que estaba muy guapa –Stella no pudo evitar que las lágrimas asomaran por sus ojos recordando a su madre-. Al principio me sentí impotente al no poder ayudarla y me ponía a llorar cuando veía a compañeros míos del colegio ver películas junto a sus madres, yo nunca pude…Pero después fui comprendiendo que, a pesar de ser ciega, mi madre seguía teniendo la misma ilusión por la vida que cuando nació, y eso me daba fuerzas a mí. Tú no has perdido completamente la visión y por eso, si mi madre, que sí lo era totalmente, tenía ganas de vivir, tú también debes seguir adelante. Ahora debemos ayudar a los demás, no podemos dejar que alguien más muera…
- Tienes razón Stella y nunca pensé que te diría esto, pero gracias –Regina había escuchado la historia de Stella y se sintió realmente apenada, no tenía ni idea de todo aquello, pero la ayudó para recobrar su energía habitual y levantarse de aquel húmedo suelo-. No pienso dejar que el cabrón que nos trajo aquí se salga con la suya…
Respirando aliviada, Stella, seguida de Regina caminaron por los túneles mientras Regina le contaba todo lo sucedido hasta el incidente del láser. Esto las llevó unos cuantos minutos pero y cuando acabaron se dieron cuenta de que en frente de ellas había una puerta, y justo a su lado, una muñeca pintada con pintura roja.
- Debe ser Amy, rápido Regina, vamos a sacarla de ahí…
Brian miró más atentamente todos los recuadros del monitor donde se reflejaba la angustia y el terror que estaban sufriendo sus amigos, pero debía concentrarse en buscar cualquier indicio que indicara la situación de aquel laberinto de túneles. Miró su reloj y descubrió que únicamente le quedaban siete minutos y aún no había encontrado nada. Se levantó decidido a investigar toda la mansión aunque sabía que no le daría tiempo, pero no podía hacer otra cosa, y cuando fue a abrir la puerta, descubrió que estaba cerrada. ¿Cómo encontraría aquel sitio si no podía salir?
Se estaba poniendo muy nervioso, solo quedaban cinco minutos, había desperdiciado la mitad del tiempo y no había encontrado nada. Por un segundo, a la cabeza se le vino la idea de dejar pasar el tiempo y que todos menos él murieran, así sería el ganador y saldría victorioso de allí, pero esta idea se esfumó rápidamente, no podía abandonar a sus amigos de la infancia. Trató de tirar la puerta abajo aunque sin ningún resultado y con gotas de sudor en su frente, se dejó caer al suelo. Quedaban tres minutos…
- ¿Muñecas? ¿Qué significa todo esto?
Stella tenía ante sí una gran colección de muñecas iguales que únicamente se diferenciaban por el color de los vestidos. No comprendía que significado podía tener todo aquello así que espero a que a Regina se le ocurriera algo, y así fue.
- Creo que la llave está en el interior de alguna de ellas…
- ¿Y cómo sabremos en cuál?
- Cuestión de probar, fíjate en sus caras, las bocas son huecas y tienen el espacio suficiente para meter una mano y encontrar así la llave.
- En ese caso iré yo, tú ya has sufrido bastante.
Stella se acercó hasta todas aquellas muñecas que estaban colgadas de la pared y vio la expresión tan extraña que tenían sus caras, daban mucho miedo. Aún así, eligió primero una muñeca morada para ver si su color favorito la daba suerte y metió despacio la mano. Entonces tocó un líquido y lanzó un terrible grito, su mano se estaba quemando, aquel líquido era ácido. Notaba como su piel se iba desintegrando y como se quemaban sus músculos e incluso sus huesos. Después de comprobar que no había ni rastro de la llave, sacó el brazo y se tiró al suelo agarrándoselo con el izquierdo. Regina se acercó para ayudarla y vio como apenas quedaba piel en su brazo derecho y se llegaba a ver un trozo de hueso blanco que sobresalía de él. Era horrible ver todo aquello y pensar que aún quedaba una veintena de muñecas más por probar.
- Es mi turno –dijo Regina muy decidida plantándole cara a una nueva muñeca.
- No Regina, es mi deber…
Stella se levantó con una mirada desafiante y aún agarrándose el brazo, se acercó a una nueva muñeca diabólica de color azul oscuro. Cerrando los ojos introdujo otra vez el brazo y volvió a sentir el calor desgarrando sus músculos y su piel. Este grito fue aún más horrible que el anterior y el aire lo transportó por todos los pasillos. Nuevamente sacó el brazo y se tiró al suelo.
Brian, cuando solo quedaban dos minutos, oyó aquel terrible alarido y sonó como si estuviera en alguna parte muy profunda de aquella habitación. Se levantó con cuidado y fue a tantear todas las paredes. La luz de la luna se reflejaba en cada rincón de la sala, pero no lo bastante como para alumbrar lo suficiente la estancia. Únicamente quedaba un minuto y fue entonces cuando encontró una piedra que no se correspondía con las demás que formaban los muros y lo pulsó. Entonces de la pared que quedaba a sus espaldas apareció un túnel con unas escaleras que bajaban a un nivel inferior. Fue hacia él y bajó corriendo las escaleras y, a pesar de la oscuridad de aquel pasillo secreto, llegó a una puerta de madera sin caer por el camino.
- Creo que sé que muñeca contiene la llave –Regina llegó a esa conclusión después de haber estado pensando unos cuantos minutos.
Stella ya se había calmado un poco y se había sentado en el suelo. Entonces vio como Regina se acercaba a aquellas muñecas aterradoras y se situaba frente a la que iba vestido de negro.
- Quizá me equivoque, pero debido a que el negro es el color favorito de Amy, y ella es la que está encerrada aquí, creo que la llave está en el interior de esta “bonita” muñeca –Regina, dicho esto, introdujo la mano por la boca de la muñeca que parecía mirarla a los ojos y con temor a acabar como Stella, bajó el brazo despacio. Esta vez no tocó algo caliente, sino todo lo contrario, la llave estaba ahí. Con un grito de alegría y sin perder ni un solo segundo, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta. Amy se puso en pie y mientras su vista se adaptaba a toda aquella oscuridad, se acercó a las dos siluetas situadas en la puerta. Entonces vio de quién se trataba.
- ¡Oh, muchas gracias!
Se disponía a abrazar a Regina y Stella cuando las luces fantasmales de aquellos focos se apagaron y todos aquellos túneles quedaron en silencio.
- ¿Qué ha pasado? –pudo decir Troy que ya había perdido mucha sangre y comenzaba a temblar.
- Creo que ya hay un perdedor –respondió Stephanie a la que su brazo hinchado no dejaba de dolerle.
- ¡No! ¡Amy no por favor! –Gritó histérica Catherine que pensaba que el hecho de que su hermana estuviera allí era por su culpa. Tom fue rápidamente a tranquilizarla.
- Catherine escucha. ¡Catherine! ¡Mírame! No va a pasar nada ¿vale? Amy estará bien, seguro que Regina ha conseguido sacarla de la celda, lo que tenemos que hacer ahora es mantener la calma y buscar la manera de salir de aquí.
Esto último no hizo falta ya que una pequeña luz que provenía del final del pasillo les deslumbró a pesar de que la luz que entraba no era mucha, pero sí suficiente para cegarles durante unos segundos después de haber estado sumidos en aquella penumbra.
- ¡Chicos! ¡Soy yo! ¡Brian! He encontrado la salida de estos túneles.
Después de esto fueron corriendo al sitio donde Brian les estaba esperando y antes de llegar se toparon con Regina, Stella y Amy que habían logrado oír a Brian.
- ¡Amy, gracias a dios! ¿Estás bien?
- Sí Catherine, estoy bien, pero vamos rápido, salgamos de aquí.
Finalmente, como pudieron, lograron llevar a Troy sobre sus hombros y pudieron salir de allí. La puerta se cerró a sus espaldas y supieron en ese momento que Evelyn se había quedado allí dentro y nunca saldría…
- ¡Escuchad! ¿Oísteis eso? –preguntó agudizando su oído para volver a oír aquel lejano ruido.
- Yo no he oído nada – Catherine estaba tan preocupada por su hermana que no prestaba atención a todo lo demás.
- ¡Otra vez! ¡Silencio!
Entonces Stephanie y Catherine lo oyeron, se trataba de unos golpes reiterados y regulares contra el suelo o la pared, pero se hallaban muy lejos de ellos y el ruido era apenas audible. En el más absoluto silencio para escuchar mejor, siguieron el camino del cuál provenía el ruido y después de torcer muchas esquinas, llegaron a un túnel en el cuál se oía perfectamente bien. Stephanie tenía miedo de continuar por lo que pudiera pasar, pero Catherine se adelantó para comprobar si era Amy. Tom y Stephanie la siguieron y cuando doblaron la esquina, se encontraron con Anna que estaba dando golpes en el suelo con una gran piedra y Troy entre sus brazos tirado en el suelo con un gran charco de sangre bajo sus pies.
- ¡Gracias adiós que habéis venido! –Anna ya no tenía fuerzas y cuando creía que ya nadie oiría su señal vio a Stephanie, Tom y Catherine.
- ¡Dios mío Troy! ¿Qué te ha pasado?
- ¿Estás bien tío? –Tom a pesar de su rivalidad con Troy se acercó a ayudarlo y con ayuda de los demás consiguió levantarlo del suelo, pero debido a sus grandes cortes en los pies no podía andar, así que metieron sus brazos bajo sus hombros para poder llevarlo a cuestas y evitar que tocara aquel suelo de piedra. Anna también se levantó ayudada por Catherine y corriendo fue junto a Troy para saber que todo estaba controlado, entonces preguntó:
- ¿Y los demás?
- En alguno de estos túneles…
Regina estaba sentada en el suelo contra una pared y con una de sus manos en su ojo derecho. Grandes lágrimas rodaban por su cara y desde el incidente del láser no había dicho ni una palabra a pesar de la insistencia de Stella por seguir adelante. Era como si estuviese en estado de shock y para Stella era terriblemente abrumador ver así a Regina, la joven con más actitud y fuerza del mundo. Tendría que ser aterrador para ella perder la visión en un ojo.
- Regina, debemos seguir…
No obtuvo ninguna palabra por respuesta, ni siquiera logró que se moviera. Se acercó a ella y se agachó para quedar a su misma altura y para sorpresa de Regina, fue amable con ella.
- Sé que es duro, mi madre pasó por lo mismo. Se quedó ciega en un accidente de coche antes de yo nacer y me duele pensar que nunca pudo verme crecer, aunque sé que lo sentía. A pesar de su ceguera, ella podía llevar una vida normal y siempre que íbamos a cenar a algún restaurante miraba hacia el frente y me decía que estaba muy guapa –Stella no pudo evitar que las lágrimas asomaran por sus ojos recordando a su madre-. Al principio me sentí impotente al no poder ayudarla y me ponía a llorar cuando veía a compañeros míos del colegio ver películas junto a sus madres, yo nunca pude…Pero después fui comprendiendo que, a pesar de ser ciega, mi madre seguía teniendo la misma ilusión por la vida que cuando nació, y eso me daba fuerzas a mí. Tú no has perdido completamente la visión y por eso, si mi madre, que sí lo era totalmente, tenía ganas de vivir, tú también debes seguir adelante. Ahora debemos ayudar a los demás, no podemos dejar que alguien más muera…
- Tienes razón Stella y nunca pensé que te diría esto, pero gracias –Regina había escuchado la historia de Stella y se sintió realmente apenada, no tenía ni idea de todo aquello, pero la ayudó para recobrar su energía habitual y levantarse de aquel húmedo suelo-. No pienso dejar que el cabrón que nos trajo aquí se salga con la suya…
Respirando aliviada, Stella, seguida de Regina caminaron por los túneles mientras Regina le contaba todo lo sucedido hasta el incidente del láser. Esto las llevó unos cuantos minutos pero y cuando acabaron se dieron cuenta de que en frente de ellas había una puerta, y justo a su lado, una muñeca pintada con pintura roja.
- Debe ser Amy, rápido Regina, vamos a sacarla de ahí…
Brian miró más atentamente todos los recuadros del monitor donde se reflejaba la angustia y el terror que estaban sufriendo sus amigos, pero debía concentrarse en buscar cualquier indicio que indicara la situación de aquel laberinto de túneles. Miró su reloj y descubrió que únicamente le quedaban siete minutos y aún no había encontrado nada. Se levantó decidido a investigar toda la mansión aunque sabía que no le daría tiempo, pero no podía hacer otra cosa, y cuando fue a abrir la puerta, descubrió que estaba cerrada. ¿Cómo encontraría aquel sitio si no podía salir?
Se estaba poniendo muy nervioso, solo quedaban cinco minutos, había desperdiciado la mitad del tiempo y no había encontrado nada. Por un segundo, a la cabeza se le vino la idea de dejar pasar el tiempo y que todos menos él murieran, así sería el ganador y saldría victorioso de allí, pero esta idea se esfumó rápidamente, no podía abandonar a sus amigos de la infancia. Trató de tirar la puerta abajo aunque sin ningún resultado y con gotas de sudor en su frente, se dejó caer al suelo. Quedaban tres minutos…
- ¿Muñecas? ¿Qué significa todo esto?
Stella tenía ante sí una gran colección de muñecas iguales que únicamente se diferenciaban por el color de los vestidos. No comprendía que significado podía tener todo aquello así que espero a que a Regina se le ocurriera algo, y así fue.
- Creo que la llave está en el interior de alguna de ellas…
- ¿Y cómo sabremos en cuál?
- Cuestión de probar, fíjate en sus caras, las bocas son huecas y tienen el espacio suficiente para meter una mano y encontrar así la llave.
- En ese caso iré yo, tú ya has sufrido bastante.
Stella se acercó hasta todas aquellas muñecas que estaban colgadas de la pared y vio la expresión tan extraña que tenían sus caras, daban mucho miedo. Aún así, eligió primero una muñeca morada para ver si su color favorito la daba suerte y metió despacio la mano. Entonces tocó un líquido y lanzó un terrible grito, su mano se estaba quemando, aquel líquido era ácido. Notaba como su piel se iba desintegrando y como se quemaban sus músculos e incluso sus huesos. Después de comprobar que no había ni rastro de la llave, sacó el brazo y se tiró al suelo agarrándoselo con el izquierdo. Regina se acercó para ayudarla y vio como apenas quedaba piel en su brazo derecho y se llegaba a ver un trozo de hueso blanco que sobresalía de él. Era horrible ver todo aquello y pensar que aún quedaba una veintena de muñecas más por probar.
- Es mi turno –dijo Regina muy decidida plantándole cara a una nueva muñeca.
- No Regina, es mi deber…
Stella se levantó con una mirada desafiante y aún agarrándose el brazo, se acercó a una nueva muñeca diabólica de color azul oscuro. Cerrando los ojos introdujo otra vez el brazo y volvió a sentir el calor desgarrando sus músculos y su piel. Este grito fue aún más horrible que el anterior y el aire lo transportó por todos los pasillos. Nuevamente sacó el brazo y se tiró al suelo.
Brian, cuando solo quedaban dos minutos, oyó aquel terrible alarido y sonó como si estuviera en alguna parte muy profunda de aquella habitación. Se levantó con cuidado y fue a tantear todas las paredes. La luz de la luna se reflejaba en cada rincón de la sala, pero no lo bastante como para alumbrar lo suficiente la estancia. Únicamente quedaba un minuto y fue entonces cuando encontró una piedra que no se correspondía con las demás que formaban los muros y lo pulsó. Entonces de la pared que quedaba a sus espaldas apareció un túnel con unas escaleras que bajaban a un nivel inferior. Fue hacia él y bajó corriendo las escaleras y, a pesar de la oscuridad de aquel pasillo secreto, llegó a una puerta de madera sin caer por el camino.
- Creo que sé que muñeca contiene la llave –Regina llegó a esa conclusión después de haber estado pensando unos cuantos minutos.
Stella ya se había calmado un poco y se había sentado en el suelo. Entonces vio como Regina se acercaba a aquellas muñecas aterradoras y se situaba frente a la que iba vestido de negro.
- Quizá me equivoque, pero debido a que el negro es el color favorito de Amy, y ella es la que está encerrada aquí, creo que la llave está en el interior de esta “bonita” muñeca –Regina, dicho esto, introdujo la mano por la boca de la muñeca que parecía mirarla a los ojos y con temor a acabar como Stella, bajó el brazo despacio. Esta vez no tocó algo caliente, sino todo lo contrario, la llave estaba ahí. Con un grito de alegría y sin perder ni un solo segundo, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta. Amy se puso en pie y mientras su vista se adaptaba a toda aquella oscuridad, se acercó a las dos siluetas situadas en la puerta. Entonces vio de quién se trataba.
- ¡Oh, muchas gracias!
Se disponía a abrazar a Regina y Stella cuando las luces fantasmales de aquellos focos se apagaron y todos aquellos túneles quedaron en silencio.
- ¿Qué ha pasado? –pudo decir Troy que ya había perdido mucha sangre y comenzaba a temblar.
- Creo que ya hay un perdedor –respondió Stephanie a la que su brazo hinchado no dejaba de dolerle.
- ¡No! ¡Amy no por favor! –Gritó histérica Catherine que pensaba que el hecho de que su hermana estuviera allí era por su culpa. Tom fue rápidamente a tranquilizarla.
- Catherine escucha. ¡Catherine! ¡Mírame! No va a pasar nada ¿vale? Amy estará bien, seguro que Regina ha conseguido sacarla de la celda, lo que tenemos que hacer ahora es mantener la calma y buscar la manera de salir de aquí.
Esto último no hizo falta ya que una pequeña luz que provenía del final del pasillo les deslumbró a pesar de que la luz que entraba no era mucha, pero sí suficiente para cegarles durante unos segundos después de haber estado sumidos en aquella penumbra.
- ¡Chicos! ¡Soy yo! ¡Brian! He encontrado la salida de estos túneles.
Después de esto fueron corriendo al sitio donde Brian les estaba esperando y antes de llegar se toparon con Regina, Stella y Amy que habían logrado oír a Brian.
- ¡Amy, gracias a dios! ¿Estás bien?
- Sí Catherine, estoy bien, pero vamos rápido, salgamos de aquí.
Finalmente, como pudieron, lograron llevar a Troy sobre sus hombros y pudieron salir de allí. La puerta se cerró a sus espaldas y supieron en ese momento que Evelyn se había quedado allí dentro y nunca saldría…
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