Capitulo 4
ANALIZANDO LOS HECHOS
Lo primero que vieron al entrar en aquel lugar fue un amplio recibidor en cuyo centro se encontraba una mesa enorme con un bonito jarrón lleno de flores en el centro. Justo detrás de ella se alzaban hacia el piso superior unas escaleras de madera con unas barandillas del mismo material y estaban recubiertas de una alfombra roja con unos detalles bordados en ella. Hacia la derecha había otra puerta que conducía al salón, que como el resto de habitaciones, era espectacular. Había una mesa mucho más grande que la del recibidor y en ella una serie de candelabros de oro que en ese momento estaban vacíos. En las paredes se situaban grandes estanterías en las cuales había libros antiguos, documentos desgastados y otros objetos de lujo que mejoraban aún más la decoración. Lo que más les sorprendió fue ver la gran lámpara de araña que colgaba del techo justo encima del centro de la mesa y el cuadro situado en la pared del fondo y que ocupaba todo el espacio en el cual habían dibujado un retrato de una mujer que parecía pertenecer a una alta clase social por el vestido tan imponente que llevaba puesto y todas las joyas que adornaban su cuerpo de mediana edad. Su nariz era un poco aguileña, tenía dibujada una ligera sonrisa y parecía que sus grandes ojos negros les estaban mirando continuamente Esto hizo que se olvidaran un poco del extraño acontecimiento de la llave, cosa que Catherine agradecía porque la costaba creer que su abuela metiera esa llave en el collar sabiendo que algún día la utilizaría. Brian, Regina y Evelyn, los más curiosos, decidieron echar un vistazo a la parte izquierda de la casa y tras abrir una puerta se encontraron con una amplia e impecable cocina. En la parte frontal estaba el fogón y un horno de piedra como los que existían en épocas anteriores. En la pared de la izquierda, colgados de la pared, se encontraron con todos aquellos utensilios que se pueden utilizar a la hora de cocinar y una pequeña mesa blanca con sus asientos del mismo color pegada a la pared. En la parte derecha se situaba un mueble lleno de cajones en los cuales, pensaban, se guardaría la cubertería y a su lado una nevera que al abrirla, para sorpresa de ellos, vieron que estaba llena de alimentos y bebidas.
- ¡Mirad! Está llena -exclamó Evelyn a la que todo aquello le parecía muy divertido. Nunca se había visto envuelta en un acontecimiento tan extraño y eso la motivaba para permanecer allí un rato más.
- Es como si alguien nos hubiera estado esperando aquí todo este tiempo… -pensó Regina que desde el acontecimiento de la llave no salía de su asombro.
- Sí, y posiblemente sea la misma persona que nos dejó los mensajes y las pinturas –Brian siempre había querido resolver un misterio, posiblemente a raíz de todas aquellas series policíacas de televisión que nunca se perdía. Ahora se encontraba en el interior de uno de ellos y no pensaba desaprovechar la ocasión-. Tenemos que avisar a los demás y reunirnos para aclarar todo lo que nos ha pasado hasta este momento, a lo mejor así sacamos algo en claro.
- Lo dudo –contestó Regina que por un lado se alegraba de estar allí ya que si no estaría interna en uno de esos colegios que parecen cuarteles militares lejos de sus amigos-, sobre todo porque hay gente a la que no le gusta mucho la colaboración.
- Regina, no empieces…
Cuando llegaron al salón, ninguno de sus compañeros se había movido. Cada uno de ellos estaba en una punta de la sala observando y tocando todo lo que se encontraban en su camino. Al fondo, frente al cuadro, estaba Stephanie junto a Tom que no quitaban ojo a aquella mujer que seguramente sería la dueña de la casa, si es que no había muerto.
- ¡Un momento, escuchadme todos! –Gritó Brian con el fin de que todo el mundo le oyera perfectamente-. A la vista está que todo lo que nos ha pasado en las últimas horas han sido un conjunto de sucesos muy extraños a los que no encontramos una explicación lógica. Lo mejor que podemos hacer ahora que estamos todos juntos es sentarnos alrededor de esta maravillosa mesa y analizar y aportar todas las ideas posibles para esclarecer el asunto.
Todos los que allí se encontraban hicieron caso y cada uno de ellos tomó asiento en aquellas sillas de caoba ocupando todos los asientos menos uno.
- Está bien, analicemos los hechos –comenzó a decir Regina sin tiempo a acabar porque esta vez fue Stella quien interrumpió.
- ¿Esto qué es? ¿Una rueda de prensa, un reconocimiento médico o estamos tomando declaración en una comisaría?. Por favor, parecemos niños pequeños con todo esto, aquí lo único que pasa es que alguien nos ha querido gastar una broma trayéndonos hacia aquí, nada más, estáis haciendo de esto una gran montaña.
- ¿Ah sí? Entonces si piensas eso quizá puedas explicarnos lo de la pintura en las taquillas, las notas, la verja, la llave de Catherine…-replicó Regina.
- Esperad, no os adelantéis. Todo esto comenzó esta mañana cuando recibimos las notas y las famosas pinturas rojas en el instituto. Había diez taquillas marcadas, justo las de las diez personas que ahora nos encontramos aquí sentadas, con esta dirección –manifestó Tom haciendo una pequeña retrospección sobre los hechos.
- Sí, y al parecer lo hizo una persona que nos conoce perfectamente ya que las pinturas se correspondían con los miedos o gustos de cada uno de nosotros. A mí por ejemplo me dibujaron una araña que particularmente me espanta –siguió explicando Stephanie subiendo el tono de voz para que no volviera a ocurrir lo mismo que anteriormente en la escalinata.
- Entonces, si eso es verdad, nos han estado vigilando todos estos días, estudiando nuestros movimientos y aficiones, nuestros miedos e inseguridades, incluso nuestras personalidades ya que yo vine porque en mi nota ponía que esta casa tenía algo que me pertenecía, cosa que por cierto no he encontrado; si no llega a poner eso, yo no habría venido, y la persona que nos escribió las notas lo sabía, por ese motivo utilizó una pertenencia mía como cebo –comentó Catherine que cada vez entendía menos lo que estaba pasando, sobre todo había una cosa que no se le iba de la cabeza: la llave.
- Otro hecho extraño fue lo de la verja. Yo estaba dispuesta a marcharme con Catherine pero a pocos pasos de la salida, alguien hizo que la verja se cerrara para que no pudiéramos salir ni nosotras ni nadie de los que aquí estamos –continuó analizando Jenny con una gran rabia porque ella no quería estar allí. La situación había dejado de gustarle hacía mucho tiempo.
- Después ocurrió lo de la llave –dijo Troy mirando de forma sospechosa a Catherine-. Si no recuerdo mal, el collar te lo regaló tu abuela antes de morir, ¿no es verdad?
- Sí, pero…
- Cuando estabas frente a la puerta, de repente abriste el colgante y de él cayó la llave que necesitábamos para abrirla –continuó Troy-. ¿Por qué había una llave dentro del colgante de tu abuela?
- No lo sé. Lo que pasó fue que recordé unas palabras que ella me dijo al regalármelo. Yo nunca supe hasta este momento lo que había en el interior, ni siquiera sabía que hubiese algo. Cuando lo abrí me llevé la misma sorpresa que todos vosotros. De verdad, ¡creedme! –suplicó Catherine al ver la cara de desconfianza que tenían todos sus compañeros.
- Está bien Catherine te creemos, tranquila –dijo Evelyn con un tono tranquilizador a la vez que alargaba las manos hacia ella para que se las cogiera.
- Yo no me creo nada de eso. Es muy extraño que tú precisamente tuvieras la llave. Yo tengo otra teoría: creo que el culpable de todo lo que ha pasado se encuentra entre nosotros, aquí y en este momento. Y el acontecimiento de la llave afirma mi teoría, creo que esa persona es Catherine –manifestó Anna contenta de su idea ya que pensaba que así era como había ocurrido todo y que detrás de esos sucesos se encontraba la mano de Catherine
- ¡No! ¡No! ¡Por favor no lo creáis! Yo no he hecho nada.
- Calma, calma. Es muy pronto para creer en eso. Anna, mejor que te quedes calladita durante un buen rato. No queremos oír más estupideces en estos momentos. Gracias –soltó en un tono grave Regina que no aguantaba el trato que estaban teniendo con Catherine y sabía que ella no era culpable de nada. Cualquiera pudo meter la llave en el colgante.
- Por último –continuó Evelyn-, quería comentar el hecho de que cuando hemos ido a la cocina Brian, Regina y yo y hemos abierto la nevera, estaba llena, como si alguien nos estuviese esperando y supiera que vendríamos. Parece que esa persona quiere que pasemos aquí unos días.
- Genial –ironizó Brian- lo único que hemos sacado en claro es que alguien nos ha estado vigilando y esa persona quería que viniésemos aquí, pero, ¿para qué?
En ese mismo instante, cuando ya estaba anocheciendo, se encendió la gran lámpara encima de sus cabezas. A sus espaldas, un ruido les hizo volverse a mirar y pudieron ver como la puerta del salón se abría poco a poco produciendo un pequeño chirrido. Sus corazones se aceleraron y les entró verdadero miedo. Se quedaron quietos hasta que la puerta se abrió del todo y se dibujo una pequeña silueta envuelta en sombra por el efecto de la luz. Entonces, aquella sombra habló:
- Creo que yo tengo todas las respuestas –dijo a la vez que andaba hacia delante para que todos pudieran ver quién era. Catherine se levantó rápidamente de la silla haciéndola caer y cuando hablo parecía que la voz nunca la saldría.
- ¡¡¡Amy!!!
- ¡Mirad! Está llena -exclamó Evelyn a la que todo aquello le parecía muy divertido. Nunca se había visto envuelta en un acontecimiento tan extraño y eso la motivaba para permanecer allí un rato más.
- Es como si alguien nos hubiera estado esperando aquí todo este tiempo… -pensó Regina que desde el acontecimiento de la llave no salía de su asombro.
- Sí, y posiblemente sea la misma persona que nos dejó los mensajes y las pinturas –Brian siempre había querido resolver un misterio, posiblemente a raíz de todas aquellas series policíacas de televisión que nunca se perdía. Ahora se encontraba en el interior de uno de ellos y no pensaba desaprovechar la ocasión-. Tenemos que avisar a los demás y reunirnos para aclarar todo lo que nos ha pasado hasta este momento, a lo mejor así sacamos algo en claro.
- Lo dudo –contestó Regina que por un lado se alegraba de estar allí ya que si no estaría interna en uno de esos colegios que parecen cuarteles militares lejos de sus amigos-, sobre todo porque hay gente a la que no le gusta mucho la colaboración.
- Regina, no empieces…
Cuando llegaron al salón, ninguno de sus compañeros se había movido. Cada uno de ellos estaba en una punta de la sala observando y tocando todo lo que se encontraban en su camino. Al fondo, frente al cuadro, estaba Stephanie junto a Tom que no quitaban ojo a aquella mujer que seguramente sería la dueña de la casa, si es que no había muerto.
- ¡Un momento, escuchadme todos! –Gritó Brian con el fin de que todo el mundo le oyera perfectamente-. A la vista está que todo lo que nos ha pasado en las últimas horas han sido un conjunto de sucesos muy extraños a los que no encontramos una explicación lógica. Lo mejor que podemos hacer ahora que estamos todos juntos es sentarnos alrededor de esta maravillosa mesa y analizar y aportar todas las ideas posibles para esclarecer el asunto.
Todos los que allí se encontraban hicieron caso y cada uno de ellos tomó asiento en aquellas sillas de caoba ocupando todos los asientos menos uno.
- Está bien, analicemos los hechos –comenzó a decir Regina sin tiempo a acabar porque esta vez fue Stella quien interrumpió.
- ¿Esto qué es? ¿Una rueda de prensa, un reconocimiento médico o estamos tomando declaración en una comisaría?. Por favor, parecemos niños pequeños con todo esto, aquí lo único que pasa es que alguien nos ha querido gastar una broma trayéndonos hacia aquí, nada más, estáis haciendo de esto una gran montaña.
- ¿Ah sí? Entonces si piensas eso quizá puedas explicarnos lo de la pintura en las taquillas, las notas, la verja, la llave de Catherine…-replicó Regina.
- Esperad, no os adelantéis. Todo esto comenzó esta mañana cuando recibimos las notas y las famosas pinturas rojas en el instituto. Había diez taquillas marcadas, justo las de las diez personas que ahora nos encontramos aquí sentadas, con esta dirección –manifestó Tom haciendo una pequeña retrospección sobre los hechos.
- Sí, y al parecer lo hizo una persona que nos conoce perfectamente ya que las pinturas se correspondían con los miedos o gustos de cada uno de nosotros. A mí por ejemplo me dibujaron una araña que particularmente me espanta –siguió explicando Stephanie subiendo el tono de voz para que no volviera a ocurrir lo mismo que anteriormente en la escalinata.
- Entonces, si eso es verdad, nos han estado vigilando todos estos días, estudiando nuestros movimientos y aficiones, nuestros miedos e inseguridades, incluso nuestras personalidades ya que yo vine porque en mi nota ponía que esta casa tenía algo que me pertenecía, cosa que por cierto no he encontrado; si no llega a poner eso, yo no habría venido, y la persona que nos escribió las notas lo sabía, por ese motivo utilizó una pertenencia mía como cebo –comentó Catherine que cada vez entendía menos lo que estaba pasando, sobre todo había una cosa que no se le iba de la cabeza: la llave.
- Otro hecho extraño fue lo de la verja. Yo estaba dispuesta a marcharme con Catherine pero a pocos pasos de la salida, alguien hizo que la verja se cerrara para que no pudiéramos salir ni nosotras ni nadie de los que aquí estamos –continuó analizando Jenny con una gran rabia porque ella no quería estar allí. La situación había dejado de gustarle hacía mucho tiempo.
- Después ocurrió lo de la llave –dijo Troy mirando de forma sospechosa a Catherine-. Si no recuerdo mal, el collar te lo regaló tu abuela antes de morir, ¿no es verdad?
- Sí, pero…
- Cuando estabas frente a la puerta, de repente abriste el colgante y de él cayó la llave que necesitábamos para abrirla –continuó Troy-. ¿Por qué había una llave dentro del colgante de tu abuela?
- No lo sé. Lo que pasó fue que recordé unas palabras que ella me dijo al regalármelo. Yo nunca supe hasta este momento lo que había en el interior, ni siquiera sabía que hubiese algo. Cuando lo abrí me llevé la misma sorpresa que todos vosotros. De verdad, ¡creedme! –suplicó Catherine al ver la cara de desconfianza que tenían todos sus compañeros.
- Está bien Catherine te creemos, tranquila –dijo Evelyn con un tono tranquilizador a la vez que alargaba las manos hacia ella para que se las cogiera.
- Yo no me creo nada de eso. Es muy extraño que tú precisamente tuvieras la llave. Yo tengo otra teoría: creo que el culpable de todo lo que ha pasado se encuentra entre nosotros, aquí y en este momento. Y el acontecimiento de la llave afirma mi teoría, creo que esa persona es Catherine –manifestó Anna contenta de su idea ya que pensaba que así era como había ocurrido todo y que detrás de esos sucesos se encontraba la mano de Catherine
- ¡No! ¡No! ¡Por favor no lo creáis! Yo no he hecho nada.
- Calma, calma. Es muy pronto para creer en eso. Anna, mejor que te quedes calladita durante un buen rato. No queremos oír más estupideces en estos momentos. Gracias –soltó en un tono grave Regina que no aguantaba el trato que estaban teniendo con Catherine y sabía que ella no era culpable de nada. Cualquiera pudo meter la llave en el colgante.
- Por último –continuó Evelyn-, quería comentar el hecho de que cuando hemos ido a la cocina Brian, Regina y yo y hemos abierto la nevera, estaba llena, como si alguien nos estuviese esperando y supiera que vendríamos. Parece que esa persona quiere que pasemos aquí unos días.
- Genial –ironizó Brian- lo único que hemos sacado en claro es que alguien nos ha estado vigilando y esa persona quería que viniésemos aquí, pero, ¿para qué?
En ese mismo instante, cuando ya estaba anocheciendo, se encendió la gran lámpara encima de sus cabezas. A sus espaldas, un ruido les hizo volverse a mirar y pudieron ver como la puerta del salón se abría poco a poco produciendo un pequeño chirrido. Sus corazones se aceleraron y les entró verdadero miedo. Se quedaron quietos hasta que la puerta se abrió del todo y se dibujo una pequeña silueta envuelta en sombra por el efecto de la luz. Entonces, aquella sombra habló:
- Creo que yo tengo todas las respuestas –dijo a la vez que andaba hacia delante para que todos pudieran ver quién era. Catherine se levantó rápidamente de la silla haciéndola caer y cuando hablo parecía que la voz nunca la saldría.
- ¡¡¡Amy!!!
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