viernes, 17 de julio de 2009

Quinto capítulo


Capitulo 5
LAS RESPUESTAS VUELAN ALTO

Después de unos cuantos segundos de confusión, Amy pudo tomar asiento en la única silla que quedaba por ocupar, justo al lado de Catherine. Ésta última pudo comprobar que su hermana pequeña estaba temblando de pies a cabeza probablemente a causa del miedo. Se acerco a ella y le tendió su jersey gris que aún no se había quitado y se dio de cuenta de que, a parte de ella y Jenny, nadie más lo llevaba, todos se habían cambiado antes de ir allí.
- Está bien Amy, cuéntanos cómo has llegado hasta aquí, dónde has estado mientras nosotros inspeccionábamos esta planta y sobre todo, qué has querido decir con eso de que tienes todas las respuestas –apremió Catherine que ahora comprendía que lo que aquella casa tenía de ella era su propia hermana-. Tú tranquila y con calma cuéntanos todo los que sepas.
Antes de empezar a hablar, Amy pudo notar como todos los amigos de la clase de su hermana estaban mirando hacia ella y echados hacia adelante para poder oír mejor lo que tuviera que decir y no perderse ni una palabra, sobre todo aquellos que estaban en el otro lado de la mesa como era el caso de Tom, Anna y Stephanie. No sabía como empezar, y la verdad es que no recordaba mucho, lo único que sentía en esos momentos era un terrible dolor de cabeza.
- Yo…eh… estaba en casa. Recuerdo que Catherine ya se había ido al instituto, pero yo… no quería ir. Después de un rato, oí un ruido en la planta baja… al principio creí que se trataba de un ratón o simplemente del viento. Aún así bajé las escaleras dispuesta a averiguarlo. Entré en la cocina que fue donde oí aquel ruido y… sí, ahora recuerdo… lo único que vi allí fue una palabra escrita con pintura roja.
- ¿Qué decía esa palabra? –preguntó Evelyn esperándose cualquier cosa.
- Ponía…cebo –continuó Amy con la mirada perdida y esforzándose todo lo posible por recordar algo más-. En ese momento me asuste mucho y fui a coger el teléfono para avisar a Catherine, pero antes de que pudiera marcar los números, recibí un duro golpe en la cabeza y…
-¿Y…? –preguntó desesperado Troy que aún no se creía que estuviese rodeado de aquellos estúpidos en lugar de estar con sus amigos haciendo piruetas para impresionar a los demás o montando en el skate.
- Pues lo siguiente que pasó fue que me desperté en una habitación pequeña y fría. Estaba totalmente oscuro y no sabía que hacía allí. Me levanté con muchos esfuerzos ya que la cabeza me dolía muchísimo. A tientas me puse a buscar la puerta y la encontré, pero no había forma de abrirla ya que no tenía ningún picaporte. Pensé que a lo mejor podría haber una ventana que estuviese tapada con algo y comencé a tantear todas las paredes hasta que por fin toqué un tablón de madera pegado en la pared. Tiré de él hasta que finalmente se abrió y entraron los rayos de luz a través de los gruesos barrotes que la custodiaban. Entonces pude ver mejor la habitación pero no había nada en ella, estaba completamente vacía. Pedí auxilio pero nadie contestaba, así que finalmente me senté a esperar pensando que nunca más volvería a salir de allí –Amy comenzó a sollozar recordando el miedo que había pasado-. Lo siento Catherine, debí haberte hecho caso, soy una estúpida.
- Tranquila, no pasa nada. Quienquiera que te haya hecho esto te habría encontrado igual en el instituto. No es culpa tuya.
- Pero… entonces, ¿cómo lograste salir de ahí? –preguntó Brian que no soportaba ver a su amiga tan preocupada como lo estaba ahora por su hermana. Se prometió así mismo que aquella persona que hubiera hecho esto lo pagaría.
- A partir de ese momento es cuando ocurrió lo más extraño. Yo estaba sentada como ya os he dicho cuando por debajo de la puerta vi aparecer un sobre. Había alguien al otro lado de la puerta pero no pude ver quién era. Me abalancé a por el sobre y pude ver un mensaje en su interior.
- ¿Qué había escrito? –intervino Jenny ansiosamente.
- Léelo tú misma, lo tengo aquí.
Amy se irguió para poder meter la mano en el bolsillo y sacar aquel sobre y la carta que había dentro. Temblorosa se lo tendió a Jenny y ésta comenzó a leer en alto.
- “Hola Amy, espero que te guste la sala, no tienes los pósteres de tu habitación pero es muy acogedora ¿no? Supongo que tendrás muchas preguntas en la cabeza pero aún no las voy a responder. Lo único que quiero que hagas ahora es que bajes a la planta de abajo cuando esta puerta se abra. Abajo estará esperando tu hermana con unos compañeritos suyos. Lo que tienes que hacer es enseñarles esta carta y decirles que las respuestas vuelan alto”.
- ¿Las respuestas vuelan alto? –Preguntó Stephanie- ¿qué quiere decir eso?
- No tengo ni idea –contestó Tom-, pero lo que más me preocupa es que alguien está jugando con nosotros y no sabemos quién es.
- Espera un momento –dijo pensativa Evelyn-, si alguien metió por debajo de la puerta esa carta, es posible que esa persona siga en esta casa.
- ¡¿Qué?! –Jenny estaba realmente asustada y no quería ni pensar en que hubiera alguien en la casa con ellos-. No aguanto más, voy a salir de este lugar, me da igual que la verja esté cerrada, no quiero quedarme más tiempo entre estas paredes. Catherine, dame la llave por favor, me voy de aquí –Jenny, una vez que tuvo la llave entre sus manos, se levantó y corriendo se fue al vestíbulo para salir por la puerta.
Los demás se quedaron en el salón pensando en el mensaje de Amy pero no sabían a que se refería con lo de que las respuestas volaban alto. Pensaban en ello cuando oyeron unos golpes en el vestíbulo y corriendo fueron a ver que pasaba. Cuando llegaron se encontraron a Jenny tirada en el suelo con las manos tapando su cara.
- ¿Qué ocurre Jenny? –preguntó Catherine preocupada por su amiga a la que aquello la estaba afectando más que a ninguno.
- ¡¡La llave no entra en la cerradura!! ¡¡No es la misma que la de fuera!! ¡¡Estamos encerrados, no podemos salir!! –gritó fuera de sí Jenny mientras se balanceaba en el suelo y notaba como algunos de sus compañero fueron a recogerla y a abrazarla y como otros probaban sin ningún resultado la llave en la cerradura
- Jenny tranquila, si quieres te ayudamos a salir por una ventana. La puerta no es la única salida –dijo Regina para tranquilizar a su amiga.
- Pues lo lleváis claro –rió Stella a la que aquella situación le parecía desmesurada-, están todas enrejadas…
- Espera yo tengo un móvil –Brian se metió las manos en un bolsillo y sacó el móvil pero al marcar un número vio que no había cobertura-. Me parece que ni siquiera podemos llamar a nadie.
- Vale a ver, vamos a tranquilizarnos –dijo Troy que por primera vez fue sensato-. De momento estamos aquí encerrados hasta que encontremos el modo de salir de aquí, y Jenny, te aseguro que lo encontraremos. Por ahora solo tenemos un mensaje y hasta que no sepamos lo que significa, lo mejor que podemos hacer es seguir investigando la casa.
- Yo estoy de acuerdo, aunque me duela –contestó Regina mientras echaba una mirada de asco a Troy.


Dicho esto, el grupo se dividió y cada uno fue a una zona de la casa. Catherine y Evelyn ayudaron a Jenny a ponerse en pie y descubrieron que detrás de la imponente escalera había más habitaciones. Llegaron a la primera puerta a la derecha y entraron. Alrededor de ellas se levantaban unas enormes estanterías que llegaban hasta la parte más alta de la habitación y forraban todas las paredes. La habitación tenía forma circular y una mesa de madera en el centro en la cual había unos cuántos libros tirados de forma desordenada. Mientras Jenny y Catherine miraban con asombro a su alrededor, Evelyn se acercó a la mesa y leyó algunos de los títulos: “El paraíso incierto”, “Destino trágico”, “La identidad de la muerte”…y muchos otros. Después de leer esto, Evelyn pensó que quienquiera que viviese allí, tenía unos gustos muy peculiares.
- Esto es asombroso, nunca había visto una biblioteca así –Catherine se encontraba muy a gusto allí dentro puesto que a ella le encantaba leer y estar allí era como estar en un sueño-. Es precioso.
- Sí que lo es, pero como todos los libros que haya en las estanterías sean como los que están en la mesa…
- ¿Por qué dices eso Evelyn? –preguntó extrañada Jenny que ya se había recuperado un poco de aquel ataque de nervios.
- Porque todos hablan de cosas extrañas como el destino, la muerte, aquello que está sin descubrir… es un poco macabro.
- Pues a mí me gustan ese tipo de libros –replicó Jenny con mirada seria.
- Y a mí, y a mí –corrigió rápidamente Evelyn a la vez que miraba de reojo a Catherine y descubría que se estaba riendo por lo bajo ante aquella situación-. Lo mejor será que salgamos de aquí y vayamos a buscar a los demás.
- Sí, será lo mejor.
Evelyn se alejó rápidamente del lado de Jenny a la que había llamado indirectamente macabra y salió al vestíbulo seguida de sus dos compañeras, pero allí no había nadie.


Troy, Anna y Stella entraron en la puerta contigua a la sala en la que habían entrado Jenny, Catherine y Evelyn. Cuando lo hicieron, fueron envueltos en una gran humedad y oscuridad. Después de tantear un tiempo por las paredes, dieron con el interruptor y cuando lo presionaron, de las paredes salieron luces azules que daban un aspecto marino a la habitación.
- Esto es lo más bonito que he visto en mi vida –dijo Anna.
Y es que en frente de ellos, había una piscina casi tan grande como la que había en el exterior pero esta era cubierta y de ella emanaban vapores que evidenciaban que aquella piscina era climatizada. Las paredes estaban llenas de dibujos marinos pintados en pequeños azulejos blancos y azules. Se distinguían sirenas, caracolas, olas, cangrejos… simulando que estaban en medio del océano. Stella no se lo podía creer, había estado yendo a natación toda su vida y era algo que le fascinaba, y ahora se encontraba en frente de aquella maravilla pensando que se daría en ella más de un baño y haría unos cuántos largos. También al fondo, en la parte izquierda, había una bonita sauna de color marrón que por su tamaño se podía suponer que era muy espaciosa.
- ¡Genial! Esto es como un hotel de lujo, si os soy sincera no me molesta en absoluto quedarme encerrada aquí unos cuantos días –exclamó Stella mientras se acercaba a la piscina para tocar el agua. Cuando lo hizo descubrió que estaba a una alta temperatura ideal para relajarse.
- Te aseguro que a mí tampoco me importa, y seguro que a Troy tampoco ¿verdad?
- Como me conoces cariño –dijo este mientras se acercaba a Anna y entre toda aquella humedad y esos vapores le daba un beso en la boca.
- Vale, vale, eh, estoy aquí, parad un poco ¿no? –Rió Stella a la vez que les salpicaba con el agua caliente de la piscina-. Anda, mejor que salgamos de aquí, me estoy asfixiando.
Los tres amigos salieron de aquella habitación y al salir al vestíbulo agradecieron el cambio de temperatura puesto que en la sala de la que salía comenzaba a hacer demasiado calor. Cuando bordearon la escalera se tropezaron en el camino con Jenny, Catherine y Evelyn que se disponían a subir las escaleras.
- Ni rastro de ningún interruptor –dijo Stella asustándolas ya que aún no les habían visto.
- Vaya, vaya, ¿qué os ha ocurrido? ¿Os habéis dado todos una ducha? –Preguntó Evelyn mirando sus ropas-. Nosotras tampoco hemos encontrado nada.
Troy, que hasta el momento no se había dado cuenta, notó como sus ropas estaban empapadas debido a la gran humedad de la piscina y de los vapores. Anna se dispuso a dar las explicaciones y todos ellos se intercambiaron información acerca de lo que habían descubierto.


-Amy, ¿puedes llevarme hasta dónde estabas encerrada? –preguntó Stephanie que había decidido acompañar a Amy hasta el cuarto donde había permanecido momentos antes para ver si podía descubrir algo sobre la persona que los había llevado allí o sobre el motivo de que estuvieran todos reunidos en aquella mansión.
- Sí, pero no se si me voy a acordar, nunca he estado aquí y sólo he recorrido el camino una vez.
- Tú tranquila, al menos lo vamos a intentar.
Ambas subieron las escaleras que llevaban a la planta superior viendo como algunos de sus compañeros se quedaban a investigar la planta baja. Cuando subían las escaleras, iban acompañadas de Tom, Brian y Regina, pero al llegar a arriba, tomaron caminos distintos. Amy condujo a Stephanie por el pasillo de la derecha, mientras que los demás torcían a la izquierda.
- Creo que hay que seguir todo recto, pero no estoy segura.
Stephanie miraba a los lados mientras seguía a Amy, y observó unos cuántos retratos de personas que probablemente habían vivido en aquella mansión y a juzgar por la apariencia de los cuadros y su antigüedad, se diría que ya no estaban vivos. Había algunos retratos de hombres y mujeres que parecía que seguían con la mirada a aquellas dos jóvenes asustadas. En todo aquel pasillo solo habían visto dos puertas, a parte de la que conducía al baño, y ambas, cuando Stephanie intentó abrirlas para ver que había en su interior, estaban cerradas.
- Sí, estoy segura de que es por aquí.
-¿Por qué estás tan segura? –preguntó extrañada Stephanie al recordar que Amy, tan solo unos minutos antes, no recordaba muy bien el camino.
- Lo sé por el cuadro –contestó a la vez que señalaba aquel retrato al que se refería.
Stephanie levantó la vista y vio a un bebé pintado con una niña un poco más mayor abrazado a él. El retrato estaba pintado de tal manera que parecía una foto real y, según explicó Amy, lo recordaba porque cuando lo vio por primera antes de bajar al piso inferior, había llamado su atención, pero no sabía el porqué. Siguieron caminando todo recto por el pasillo hasta que llegaron a otras dos puertas completamente distintas ya que una era de madera y la otra de acero.
- Es esta, la de acero –señaló Amy asustada al volver a ver aquel agujero del que momentos antes creyó que no saldría.
- Está bien, entraré yo, tú quédate aquí fuera, creo que es lo mejor para ti.
- ¡Ni hablar! Yo entraré contigo. Quiero ayudarte a buscar algo que identifique al cabrón que me metió aquí. Me las pagará. No sabe con quién se ha ido a meter –con un acto de valentía empujó la puerta para que se abriera ya que no había picaporte y se adentró en la habitación seguida de Stephanie que aún estaba anonada con las “bonitas” y sinceras palabras de Amy.
En el interior de la habitación, no había absolutamente ningún mueble ni ningún tipo de decoración como momentos antes había dicho Amy. El tablón que tapaba la ventana estaba en el suelo permitiendo así la entrada del reflejo de la luna. Aquella habitación era muy fría y sus paredes de piedra guardaban las bajas temperaturas haciendo de la sala un lugar hostil. Durante unos cuantos minutos se dedicaron a buscar cualquier cosa por el suelo, paredes y techos que evidenciara la presencia de alguien más en la casa, pero no encontraron nada a pesar de que estuvieron tanteando y rastreando cada rincón de la habitación.
- Aquí no hay nada, no hay rastro de nadie más –dijo Stephanie a la vez que se pasaba las manos por su ropa para limpiarse el polvo procedente del suelo.
- Vayámonos de aquí, comienzo a tener frío. Busquemos a los demás a ver si han encontrado algo.
Salieron de aquel lugar agradeciendo la temperatura del resto de la casa pero antes de deshacer el camino para ir en busca de los demás, Stephanie se dispuso a abrir la puerta de madera y, para su asombro, la puerta cedió. Cuando lo hizo, Stephanie y Amy vieron unas escaleras que llevaban a un piso más alto, pero la oscuridad dificultaba la visión y no se podía ver lo que había allá arriba.
- Subamos, a lo mejor ahí arriba haya algo –dijo Amy para incitar a Stephanie a que hiciera lo mismo porque sabía que ella no era tan valiente como aparentaba ser.
Las dos comenzaron a subir despacio los escalones a oscuras porque no habían encontrado ningún interruptor. Después de contar veinte empinados escalones, llegaron a otra puerta que con un ligero empujón se abrió produciendo un chirrido debido a su antigüedad. Estaban en un amplio desván lleno de objetos inservibles envueltos en telarañas. Encontraron de todo, desde una casa de muñecas en mal estado hasta una estatua griega. La mayoría de las cosas estaban colocadas en viejas estanterías que formaban diversos pasillos, pero lo demás estaba tirado por el suelo. Cada una de ellas tomó un pasillo distinto e investigaron y observaron todo lo que había a su paso. Amy cada vez estaba más asombrada y se preguntaba qué estaría haciendo en esos momentos su hermana mientras ella pasaba sus manos por todos aquellos objetos llenos de polvo. Entonces fue cuando lo vio. Allí, en la última estantería del pasillo, vislumbró un pequeño destello. Se acercó con unos pasos muy lentos y cuando llegó, vio lo que había producido aquel destello. Se trataba de un bonito cofre de oro que a diferencia del resto, estaba perfectamente limpio y cuidado. Parecía una cajita de música muy delicada. Amy recordaba haber visto algo parecido en alguna parte pero no recordaba dónde. Empezó a dar vueltas al pequeño cofre y vio una cerradura también tallada en oro en la cual cabría una llave prácticamente diminuta.
- ¡¡Stephanie!! ¡¡Mira lo que he encontrado!! –dijo a gritos Amy para que su compañera que estaba dos pasillos más lejos la oyera bien. En poco segundos Stephanie llegó a su lado para ver aquel descubrimiento. Cuando vio de qué se trataba quedó maravillada por la belleza de aquel cofre.
- Ábrelo para ver que hay en el interior…
- No puedo, se necesita una llave, ¿ves? –Dijo Amy a la vez que enseñaba la pequeña cerradura a Stephanie-. El caso es que este objeto me suena de algo.
- El cuadro…
- ¿Cómo dices?
- ¡Sí, el cuadro del bebé y la niña, allí estaba este cofre, en las manos de aquel bebé!
- ¡Claro! Por eso creí haberlo visto ya. Stephanie eres un genio.
- Una genia mejor dicho –corrigió Stephanie dando un toque de humor a toda esa situación.
Pero las expresiones de alegría de aquellas dos jóvenes duraron muy poco, porque al minuto, Amy comenzó a ponerse pálida.
- ¡¡Amy!! ¿Qué ocurre?
- Mira…-dijo casi entre susurros Amy dando la vuelta al cofre para que Stephanie pudiera ver la parte inferior. Cuando lo hizo se llevó las manos a la boca para evitar un pequeño grito. Allí, bajo aquel cofre, había pegada una foto de ellas dos, en la cual salían investigando la habitación en la que Amy había estado encerrada. Alguien les había hecho aquella foto sin que ellas se dieran cuenta. Pero lo peor es que ambas tenían la cara marcada con una cruz hecha con pintura roja…

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