domingo, 19 de julio de 2009

Séptimo capítulo


Capitulo 7
CON LA COMIDA NO SE JUEGA… ¿O SÍ?


Después de haber investigado un poco sus habitaciones, bajaron a la planta baja, y por el camino, se contaron unos a otros como eran sus cuartos y todo lo que había en ellos y llegaron a la misma conclusión que Jenny: alguien sabía perfectamente los gustos de cada uno. A pesar de eso, estaban más animados después de haber estado en los dormitorios puesto que les recordaba a sus casas y eso les hacía sentirse bien. Cuando llegaron al vestíbulo, dieron la luz y Evelyn miró su reloj: eran ya las once y media y con tanto misterio se habían olvidado completamente de cenar.
- ¡Ey chicos! –Gritó para que la oyeran bien-. Son las once y media, no hemos cenado y la nevera está llena…
- Pues manos a la obra –dijo desde el lado contrario Troy que se moría de hambre.
Regina, Evelyn, Anna, Jenny y Catherine fueron a la cocina a preparar la comida. Sacaron varias cosas de la nevera, entre ellas unas cuantas patatas, carne, pescado, lechuga y otras verduras. Regina y Jenny se encargaron de la ensalada, lo primero que hicieron fue buscar un recipiente donde poder echarla y finalmente lo encontraron en el mueble de la pared donde también se encontraban los cubiertos y demás utensilios. A Regina todo aquello no se la daba mal puesto que su madre tenía un restaurante debajo de su casa y de vez en cuando la obligaba a bajar a echar una mano, y como de todo se aprende… En cambio Jenny no tenía mucha idea, así que Regina la ayudaba y enseñaba todo lo que podía.
Catherine estaba preparando la carne para más adelante echarla al fuego y junto a ella estaba Evelyn pelando las patatas y metiéndolas en agua.
- De aquí va a salir un estupendo manjar, se van a chupar hasta los dedos de los pies –rió Evelyn mirando a su compañera de cocina.
Por el contrario, Anna estaba en la parte más alejada de la cocina, preparando los postres, estaba haciendo unos cuantos mousses de chocolate y de limón, ajena a todo lo demás y sin prestar atención a sus compañeras. Brian llegó a la puerta de la cocina para ver como iba la cena y vio a Anna inmersa en lo suyo. En cierta manera sentía compasión por ella después de todo, y en el fondo sabía que Anna no era como aparentaba ser. Despacio se acercó a ella.
- ¿Necesitas ayuda?
- Puedo yo sola gracias, además el chocolate no se compone ni de números ni de problemas que puedas resolver –dijo Anna sin ganas, como si no sintiera eso hacia él en realidad.
- Bueno, pero lo puedo intentar, además hay cosas de mí que no sabes y que te sorprenderían, y una de ellas es que me encanta la cocina…

Desde el salón, Troy pudo ver como su novia estaba junto al idiota de Brian ayudándola en los postres y eso no le hizo ninguna gracia, pero se contuvo y siguió con lo suyo. Estaba buscando junto a Stella lo necesario para poner la mesa y después de unos cuantos minutos encontraron un precioso mantel con bordados de oro dentro de uno de los armarios del salón. Cuando lo tuvieron se lo pasaron a Amy, Tom y Stephanie para que lo extendieran por la mesa. Después se acercaron a la cocina para buscar los cubiertos, copas, bebidas y demás y cuando pasó al lado de su novia, observó que se estaba riendo con Brian y parecía sentirse bien con él.
- ¡Tú imbécil, deja en paz a mi novia! –Troy se había lanzado contra él y le había empujado hasta arrinconarle contra la pared.
Todos los que allí estaban dejaron lo que estaba haciendo y fueron corriendo a separarles.
- Solo la estoy ayudando con los postres, es lo que tenemos las enciclopedias, que sabemos hacer de todo y dejamos en ridículo a los ignorantes como tú –desafió Brian devolviéndole el comentario que Troy lanzó en el instituto.
Evelyn fue directa a separar a Troy agarrándole de los brazos sintiendo de nuevo un cosquilleo. Con la ayuda de Anna consiguió separarlo de Brian. Troy lanzó a Evelyn una mirada llena de rabia y maldad y con un tirón de su brazo logró zafarse de ella sin importarle el golpe que la dio para conseguirlo. Después éste se dirigió al armario de la cocina y sacó los cubiertos llevándolos al salón seguido de Anna para que no se enfadara, pero antes ésta lanzo una mirada de agradecimiento a Brian.
- ¿Estás bien? –preguntó preocupada Regina mientras las demás esperaban la respuesta.
- Sí, todo bien, sigamos con lo nuestro.

- ¡¿Pero qué diablos te pasa?! Solo me estaba ayudando con los postres, si tanto te molesta haber ido tú.
- ¿Ayudarte? ¿Te crees que no he visto las sonrisillas que os lanzabais? –Troy estaba realmente enfurecido y estaba haciendo un gran esfuerzo por controlarse.
- ¡¡¡Troy, no estás tú solo en el mundo, y ya me he cansado de seguirte el juego y meterme siempre con los demás!!! –Le gritó Anna que en cuanto sacaba su carácter se podía armar una muy gorda-. Si estamos aquí encerrados, lo mejor es que nos intentemos llevar bien entre todos. Ahora, si me permites como si no, voy a seguir con los postres.
Después de esto, Anna se marchó y Troy se quedó allí solo, lleno de rabia. Stella que había visto lo que había pasado, se acercó a él y apoyo una de sus manos en su brazo.
- Déjala Troy, es una maldita traidora.


Después de una media hora, todo estaba listo. La mesa parecía propia de personas de clase muy alta, estaba todo perfectamente colocado y la vajilla y las copas daban un aspecto señorial a la mesa. Ésta estaba llena de fuentes de comida deliciosa que habían preparado con sumo cuidado y, con la gran lámpara encendida encima de sus cabezas, estaban seguros de que disfrutarían de un gran banquete.
Anna estaba lo más alejada que podía de Troy y, casualmente, a su lado estaba sentado Brian quien la había apoyado mucho después de la bronca que habían tenido. Cada uno de ellos escogió lo que más le gustaba y comenzaron a comer en silencio. La situación era algo incómoda puesto que no todos se llevaban bien con todos, excepto Jenny, como siempre.
- Voy a ver que se siente comiendo un trozo de carne por minuto como hace Evelyn –este comentario de Jenny produjo una leve sonrisa en los demás y es que todos sabían que Evelyn era la más lenta de todos comiendo. Podía tomarse todo el tiempo del mundo para comerse un helado o cualquier otra cosa debido a que en vez de comer, estaba continuamente hablando.
- Te apuesto lo que quieras a que te aburres comiendo así y no lo consigues –desafió amistosamente Evelyn que estaba justo en la silla de enfrente.


Cuando todos terminaron sus respectivos platos, se dieron cuenta de que Evelyn y Jenny, que lo estaba consiguiendo, seguían comiendo el segundo plato. Ninguno de los que allí estaban se podía creer que tardara tanto en comerse un simple filete.
- ¡Vamos hombre! Que quiero probar ya el postre –dijo con una mueca de cansancio Stella que era la que antes había terminado después de Brian quien, al contrario de Evelyn, comía muy deprisa.
- No hace falta que me esperéis, de verdad –contestó Evelyn de forma muy educada porque sabía que tener que esperarla hasta que terminara de comer era una tortura para sus compañeros.
- A mí tampoco –Jenny aún seguía imitando a Evelyn para no perder la apuesta aunque ya comenzaba a aburrirse.
Dicho y hecho, por la puerta del salón apareció Anna trayendo la bandeja de los mousses que ella misma había preparado.
- Espero que os gusten, que los he hecho yo…
- Pues como estarán…-dijo bromeando Stephanie desde su sitio-, no sé si arriesgarme a comerlos…
Uno a uno fueron cogiendo los postres y no hubo ninguno que dijera que estaban malos, fueran de limón o de chocolate, a todos les encantó. Después de que hubieron terminado los postres, aún quedaban dos en la bandeja, el de Jenny y el de Evelyn. La primera en terminar de ellas dos fue Evelyn que escogió el mousse de limón y Jenny el de chocolate y comenzaron a comérselos.
- Mira, al final he acabado incluso más tarde que tú –dijo Jenny con una cucharada de chocolate aún en la boca-. Creo que me merezco un prem…
Fue entonces cuando comenzó a toser de forma descomunal y a hacer gestos extraños con la cara. Después se llevó las manos a la garganta como si se estuviera ahogando y su cuerpo daba grandes espasmos. Rápidamente todos sus compañeros se levantaron de sus asientos e intentaron ayudarla, pero estaban tan asustados que no sabían ni qué hacer. Catherine, su mejor amiga, se fue a su lado y llorando y gritando pidió a alguien que trajera un vaso de agua o algo que sirviera para calmarla, pero no dio tiempo. Jenny empezó a ponerse morada y a dar unas cuantas arcadas cada vez más estridentes. Catherine que aún permanecía a su lado, vio como su amiga que estaba con la cabeza para atrás para intentar respirar y mirando para arriba intentaba articular una palabra.
- Lam... lamga…langrara –dijo entre arcadas y toses provocando una gran angustia entre los demás que veían como los ojos de su amiga comenzaban a hincharse y salirse de sus órbitas.
Entonces se apagó la luz a causa de un gran trueno de la tormenta que se había levantado y todo quedó sumido en un horrible y desesperante silencio en el cual solo se oía el repiquetear de las gotas en las ventanas. Jenny había muerto…envenenada.



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